Jacopo Amigoni Retrato de Carlo María Broschi

Carlo Broschi: un dios, un Farinelli

El espectáculo Farinelli, el castrato del rey Felipe de Gustavo Tambascio, del que se van a dar tres funciones en los próximos días en los Teatros del Canal de Madrid, no es más que un ejemplo de la fascinación que despierta la figura de Carlo Broschi, alimentada por la leyenda de un personaje ya elevado en vida al Olimpo de los cantantes, y convertido en icono pop gracias a una mala película (por ahistorica, morbosa y superficial) dirigida por Gérard Corbiau en 1994. Esta fascinación es extensible a todos los castrati, aquellos legendarios musici cuya voz hoy solamente podemos imaginar leyendo las crónicas hiperbólicas sobre sus capacidades sobrehumanas e intuir a través de las maravillosas (y en ocasiones, asombrosas por sus imposibles dificultades) arias que fueron compuestas para ellos. Los nombres de Senesino o Caffarelli nos trasladan a un tiempo de prodigios vocales, y por encima de ellos Farinelli, con sus exhibiciones de fiato de un minuto, su enorme extensión vocal, su infinita capacidad para la coloratura y adornar las arias, hace volar nuestra imaginación hacia aquellas figuras trágicas que no tenían sentido al margen de la música.

Carlo Maria Michelangelo Nicola Broschi (tal fue su nombre completo) nace el 24 de enero de 1705 en la localidad de Andria, en lo que hoy es la región de Apulia y entonces Reino de Nápoles, tercer hijo de Salvatore Broschi y Caterina Barrese, el mayor de los cuales, Riccardo, 7 años mayor que Carlo, llegaría a ser compositor y tener una gran importancia en su carrera. Bautizado dos días después, tomó parte activa en su bautizo (fue “sostenido sobre la pila”, según contó el mismo cantante) por Fabrizio Carafa, Duque de Andria; esto da idea de la situación acomodada de la familia, donde su padre, como antes su abuelo, ocupó el cargo de gobernador de algunas ciudades de la zona, y le diferencia de la gran mayoría de castrati que procedían de orígenes humildes. Se considera que de su padre habría recibido también las primeras enseñanzas musicales pues se sabe que también ejerció de Maestro di Capella en Andria y otros lugares.

Los inicios, Porpora, y el éxito

En 1711 la familia se instala en Napoles, donde el hermano mayor comienza sus estudios de composición, y Carlo empieza a destacar por su voz y dotes musicales. En esa época cuenta con el patronazgo de los Farina, influyente familia de cuyo apellido, en agradecimiento, tomará el nombre con el que pasaría a la posteridad. En 1717 se produce su castración, no está claro si por decisión de su padre, que muere subitamente ese mismo año, o por decisión de Riccardo e impulsado precisamente por la inestabilidad financiera causada por el fallecimiento del padre; como la operación era en teoría ilegal, si bien tolerada, se utilizó la disculpa de un accidente de caballo. Finalmente, ese año también tiene lugar el encuentro trascendental con el compositor napolitano Nicola Porpora, el más célebre maestro de canto de la época, entre cuyos alumnos figuran también otros famosos castrados como Caffarelli o Porporino. Se sabe poco de los años de estudio de Farinelli, aunque por testimonios de otros cantantes hay que suponer que se vió sometido al estricto método de Porpora, consistente en la repetición constante de ejercicios durante años, para formar una perfecta máquina de cantar apoyada en una técnica robusta.

Sea como fuera, los primeros años de Farinelli están unidos estrechamente a su maestro, empezando por su debut en 1720 en la serenata Angelica, compuesta para celebrar una boda aristocrática y que contaba con libreto de un joven poeta que con los años se convertiría en el libretista más imporante de todo el siglo XVIII y amigo del cantante para toda la vida: Pietro Trapasi, conocido como Metastasio. El debut teatral no obstante no llega hasta 1721 y será en Roma, en el Teatro delle Dame, en la ópera de Porpora Flavio Amicio Olibrio, interpretando un papel de mujer como era costumbre en la corte papal donde las mujeres tenían prohibido interpretar en escena. Durante los años que siguen el joven Farinelli alternará papeles travestidos con otros de joven pastor y amante, o de hermano joven donde el papel de hermano mayor era interpretado por un castrado de más edad. El despegue de su carrera es imparable, alternando Roma con Nápoles y otras ciudades italianas –también otras como Viena- y Porpora (Imeneo, Semiramide Regina dell'Assiria, Arianna e Teseo) con diferentes compositores de la Escuela Napolitana de ópera como Leonardo Leo, Johann Adolph Hasse, Leonardo Vinci o Domenico Sarro. La culminación de este período llega en 1728 con su debut en la temporada de Carnaval de Venecia, en el teatro S. Giovanni Crisostomo, por partida doble en las óperas Catone in Utica de Leo y Semiramide riconosciuta de Porpora, donde obtuvo espectaculares éxitos.

Converitido ya en una estrella por la que los teatros se peleaban, los años siguientes siguen siendo de éxitos con diferentes compositores como Hasse (Siroe re di Persia, Artaserse), Geminiano Giacomelli (Merope, de la que es una de sus arias predilectas, Quell'usigniolo) o su propio hermano Riccardo Broschi (Idaspe, en la cual le compuso dos arias de carácter contrapuesto para su lucimiento, y que justamente han pasado a la posteridad como paradigma de música compuesta para castrati, Ombra fedele anchi'io y Qual gueriero in campo armato). Son los años en que se aprecia un esfuerzo por centrarse menos en la espectacularidad que causaba el asombro de las audiencias y más en la expresión y apelar a los sentimientos, en lo cual al parecer tuvo mucho que ver otro famoso castrado veinte años mayor que él, Antonio Bernacchini, e incluso se dice que debido al consejo del mismo Emperador austríaco Carlos VI).

Los años londinenses

A partir de 1733 tuvo lugar uno de los enfrentamientos más memorables de la historia de la ópera, la que enfrentó a la compañía de Handel, firmemente instalado en Londres desde 1711, con apoyo del rey George II y la denominada “Opera de la Nobleza”, con el apoyo del Príncipe de Gales, por la supremacía de la Opera Italiana en la capital inglesa. En este enfrentamiento, en el que no faltaron algunas “traiciones” (como la de las estrellas Senesino, Cuzzoni y Montagnana, que dejaron las filas de Handel por la compañía rival), se vería también envuelto Farinelli, que fue contratado como reclamo estrella para la temporada de 1734, siguiendo curiosamente a su antiguo maestro, que también había sido contratado el año anterior. Su debut tuvo lugar el 29 de Octubre con el Artaserse de Hasse, revisado para la ocasión por su hermano Riccardo, e incluyendo otra de sus arias fetiche, Son qual nave. Como era de esperar, el exito del cantante fue extraordinario en Londres, permaneciendo allí hasta 1737, como demuestra la anécdota que cuenta como una espectadora en una función no pudo evitar gritar: "One God, one Farinelli!"

De la estancia en Inglaterra seguramente el logro más notable fue la ópera que reunió de nuevo a Porpora y Farinelli, el Polifemo de 1735, obra de cuyas virtudes musicales habla por ejemplo la hermosísima Alto Giove... y no deja de asombrar que esta obra coincidiera en cartel con nada menos que el Ariodante de Handel, con Carestini como estrella del reparto. Aún seguirían varias colaboraciones más (Ifigenia in Aulide, Mitridate, el pasticcio Orfeo...) pero la feroz competencia y los gastos necesarios para mantenerla llevarían a ambas compañías a acumular pérdidas, lo que supuso finalmente la quiebra de la Opera de la Nobleza en 1737; Handel aún seguiría intentando mantener la llama de la opera italiana hasta 1741, en que desistiría en favor del más fértil –conomicamente- campo del oratorio. Terminada aquella temporada, Farinelli nunca volvería a cantar en escena.

Los años españoles

Aún con contrato en Londres recibió Farinelli una invitación para visitar la corte española; el motivo de la misma era la creencia de la reina Isabel de Farnesio de que la voz del cantante sería capaz de curar la depresión que sufría el rey Felipe V. Tras un paso por París, donde se sabe que cantó en Versalles para Luis XV, llegaría a España en 25 de agosto de 1737, siendo nombrado músico de cámara y criado familiar de la Familia Real. La estancia en España se prolongaría durante largos años hasta 1759, llegando a adquirir una posición muy influyente, cantando de forma privada para los monarcas (se dice que durante años cantó unas mismas pocas arias todas las noches, el número de las cuales varía según quien cuente la leyenda), y siendo responsable de organizar eventos musicales, imponiendo la Opera Seria italiana por encima de otros espectáculos como la zarzuela barroca y atrayedo a artistas italianos a España.
A la muerte de Felipe V en 1746, asciende al trono el hijo superviviente de su primera mujer (María Luisa de Saboya); éste, y muy especialmente su esposa Bárbara de Braganza eran entusiastas amantes de la música, con lo que la posición de Farinelli se mantuvo y estableció una relación personal muy estrecha con los monarcas, incrementando su influencia –que según las fuentes ejerció con gran prudencia. Entre sus atribuciones, la de director de los espectáculos regios en el Coliseo del Palacio del Buen Retiro y en Aranjuez, de cuya magnificencia dan testimonio varios lienzos del pintor-escenógrafo Francesco Battaglioni conservados en el Museo de la Academia de Bellas Artes del San Fernando, y para algunos de los cuales contó con la colaboración de su gran amigo Metastasio. En agradecimiento a sus muchos años de servicio, sería nombrado en 1750 caballero de la Orden de Calatrava (la misma Academia de San Fernando posee un retrato del cantante llevando la cruz de Calatrava, realizado por Jacopo Amigoni).

Con la muerte de Fernando VI en 1759 el nuevo rey, su hermanastro Carlos III (llegado de Nápoles donde reinaba como Carlos VII), poco amante de la música, decide prescindir de sus servicios aunque otorgándole una cuantiosa pensión anual en agradecimiento a sus años de servicio. Retirado a sus propiedades en Bolonia y dueño de una gran fortuna, pasa sus últimos años aún famoso y visitado por personajes ilustres como Mozart o Casanova, siendo uno de sus amigos más íntimos en los últimos años Giovanni Battista Martini y continuando con su correspondencia con Metastasio, al que sobreviviría apenas unos meses. Farinelli falleció el 16 de septiembre de 1782 y sus restos encontrarían finalmente descanso en el cementerio La Certosa de Bolonia.

Apéndice discográfico: Tras las huellas de Farinelli

La fascinación por el personaje, tanto quizás como la propia calidad de las obras ligadas a él, han sido un gran reclamo en los últimos tiempos para la aparición de numerosas grabaciones que pretenden acercarnos de una u otra forma al arte del gran cantante. Desde aproximaciones llamémoslas pintorescas (como el Farinello's favourite songs de Nella Anfuso) a otras circunstanciales (El maestro Farinelli, con Pablo Heras-Casado dirigiendo a Concerto Köln en Archiv, grabacion mayoritariamente instrumental). Sin embargo si que existen toda una serie de ellas que permiten acercarnos a aquellas arias que el gran castrado cantó, haciéndoles mayor o menor justicia. Empezando por la banda sonora original de la película de Gérard Corbiau, que cuenta con la dirección de Christophe Rousset, aunque para intentar reproducir el canto de Farinelli utiliza la fusión imposible por medios electrónicos de dos voces: la de la soprano Ewa Mallas-Godlewska y la del contratenor Derek Lee-Ragin. Un hito sin duda lo constituyó el Arias for Farinelli de la mezzo Vivica Genaux, en la cumbre de su arte (el Qual guerriero in campo armato es de quitar la respiración), con dirección del siempre interesante René Jacobs al frente de la extraordinaria Akademie für Alte Musik Berlin; el disco incluye además un estupendo ensayo de Jacob en el que trata la siempre espinosa cuestión de quién debe cantar en la actualidad los papel originalmente escritos para castrados, si mujeres u hombres falsetistas (para terminar inclinándose por la primera opción ¡a pesar de haber sido él mismo contratenor!). En la misma línea, el Farinelli. Porpora Arias, producto a la medida del contratenor francés Philippe Jaroussky, con la espectacular Venice Baroque Orchestra y dirección de Andrea Marcon. Erato produjo para la ocasión una muy cuidada edición de lujo que incluye un muy recomendable ensayo de Fréderic Delamea sobre la relación de Farinelli y Porpora. En esta línea lo cierto es que resulta casi imposible para los contratenores actuales resistirse al ascendente del más grande de los castrados; citaremos por ejemplo a David Hansen y su Rivals. Arias for Farinelli & co, acompañado de la Academia Montis Regalis y dirección de Alessandro De Marchi en Deutsche Harmonia Mundi, cuyo mayor interés reside en la versión originaria de Son qual nave y sobre todo Porpora il maestro de Naïve, con la auténtica sensación de la actualidad, el argentino Franco Fagioli acompañado de los anteriores, una grabación memorable en todos los sentidos. Completaría esta no exhaustiva lista la inevitable Cecilia Bartoli y su Sacrificium de Decca, que con Il Giardino Armonico y Giovanni Antonini realiza una verdadera reivindicación de los castrati, y como suele ser habitual en los productos de la mezzo italiana, sin reparar en espectacularidad y con una presentación cuidadísima y lujosa.

Si las recopilaciones de arias, como vemos, comienzan a ser de variedad y cantidad adecuada, todo lo contrario ocurre por desgracia en cuanto a grabaciones completas de óperas que estrenó, o al menos cantó Farinelli; la injusticia comienza a ser flagrante en lo que toca a Porpora, pero no es mucho mejor en los Vinci, Leo, Hasse etc que apenas comienzan a atraer la atención y contar con grabaciones de calidad. Como la calidad de su música habla por sí sola, y en la actualidad es posible su interpretación haciéndoles plena justicia, cabe esperar que esta situación vaya revirtiendo poco a poco.