Gatti2 RCO Berlin17 Kai Bienert

Cuando Bruckner está vivo

Berlín. 06/09/2017. Philharmonie. Musikfest Berlín. Obras de Weber, Rihm y Bruckner. Royal Concertgebouw Orchestra. Dir. musical: Daniele Gatti.

En el marco de su programa RCO meets Europe, la Royal Concertgebouw Orchestra visitaba estos días el Musikfest de Berlín, una cita ya ineludible en el arranque de las temporadas sinfónicas, a caballo entre los últimos festivales de verano y las primeras propuestas del mes de septiembre. La orquesta del Concertgebouw inició hace ahora tres años un admirable proyecto para unir a los músicos europeos, haciendo de sus sucesivas giras por el continente una ocasión extraordinaria para acercarse a los jóvenes músicos del país que visitan. En esta ocasión tocaban junto a los músicos de la Nacionalen Bundesjugendorchesters Deutschland, más o menos el equivalente a nuestra JONDE.

A las órdenes de Gatti una selección de estos músicos compartió atril con los experimentados profesionales de al RCO en una espléndida versión de la obertura de Euryanthe de Carl Maria von Weber. El proyecto “RCO meets Europe” busca, desde la música, compartir y extender un interrogante sobre lo que significa la identidad europea y sus valores. Compartiendo atril de este modo, músicos experimentados y músicos aún incipientes, se 

Al margen de esta pieza inicial, el concierto comprendía dos obras más: IN-SCHRIFT de Wolfgang Rihm y la Sinfonía no. 9 de Anton Bruckner. La interpretación de la obra de Rihm demostró que el repertorio contemporáneo convence sin fisuras cuando se brinda con semejante intención y compromiso. La obra, de unos veinte minutos de duración, se estrenó en la basílica de San Marcos en Venecia, en 1995. Con una plantilla orquestal ciertamente singular, sin violines y violas, otorgando gran protagonismo a metales, maderas y percusión. La obra provoca una inmediata y honda impresión. Fue concebida precisamente para explorar las posibilidades del sonido en San Marcos, un lugar tan estrechamente ligado al origen de la polifonía y a la obra de Monteverid. La lectura de Gatti supo poner en valor la pujanza de esta partitura, donde hay hueco para lo bello y para lo tremendo.

Gatti RCO Berlin17 Kai Bienert

No obstante fue la Novena sinfonía de Anton Bruckner el plato fuerte de la velada, a todas luces. La lectura impulsada por Daniele Gatti fue verdaderamente memorable. El maestro titular de la RCO planteó un Bruckner tan bello como desgarrador: de fraseo intenso, hondo detallista, supo acompasar cuanto hay en Bruckner de íntimo y de grandioso. La formación holandesa no posee ese sonido brillante e irisado tan propio de las formaciones centroeuropeas, de resonancias austríacas, ese sonido que identificamos tanto con los Wiener Philharmoniker. El de la RCO es un sonido más rico y profuso en claroscuros, con menos punta, pero con más cuerpo, con una gama extraordinaria de dinámicas y texturas. David Afkham, sin ir más lejos, parece estar forjando un sonido con estas mismas resonancias en la OCNE. No en vano es discípulo de Bernard Haitink, quien fuera maestro titular de la RCO durante veinticinco años, desde 1963 a 1988, siendo aún hoy su director emérito.

Gatti supo exponer esta Novena como una de las últimas grandes sinfonías románticas entendida además desde el espíritu de la música de cámara que es al fin y al cabo el que sostiene a las mejores orquestas y que no tiene otro principio que la escucha mutua entre secciones. Gatti se mostró ejemplar a la hora de controlar volúmenes, manejando a placer ese vigoroso y complejo tejido sinfónico. El suyo fue un Bruckner vivo, habitado y palpable, lejos de ese fresco monumental, tan grisáceo y frío, en el que algunos directores convierten sus sinfonías, como si fuesen catedrales abandonadas y huecas. Gatti devolvió a Bruckner su liturgia. El primer movimiento fue una viguería en términos de planificación y exposición orquestal, con una solemnidad que fue in cresciendo ; el vigoroso Scherzo tuvo un aire despiadado e irrefrenable; y el sobrecogedor Adagio añadió la contemplación y la transcendencia, entre resonancias de Tristan y ecos de Parsifal, anticipando el desarrollo sinfónico mahleriano.