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PREMIOS LÍRICOS TEATRO CAMPOAMOR 2015

Han pasado ya diez años desde que, en 2006, Oviedo acogió la primera gala de entrega de unos premios destinados a reconocer lo más sobresaliente del mundo lírico. Toda una década de cambios, especialmente económicos, que han tenido una clara incidencia sobre el mundo de la cultura. El dinero público no fluye con la misma facilidad que entonces y, pese a todo, mundos tan delicados como el de la clásica siguen esforzándose por crecer y renovarse día a día. Buen ejemplo de esto es la Fundación Premios Líricos Teatro Campoamor que, aun afrontando un recorte de 50.000 euros respecto al año pasado, consiguió ofrecernos una gala más que a la altura de unos premios que pugnan por convertirse en referencia dentro de nuestro país.

Para la puesta en escena del evento se confió en la experiencia de Joan Font, del grupo Els Comediants, quien optó por darle un aire gastronómico a la noche ayudado por el repostero Jacinto Rama. Dueño de una famosa repostería, este ovetense de consumada pasión por los dulces no tuvo problemas en convertir el escenario del Campoamor en una suerte de obrador, dotándolo además de todo lo necesario para elaborar en directo una tarta que fue ofrecida posteriormente al público. Toda buena receta precisa de condimentos, y el regista Joan Font optó por añadir a la suya unos toques de magia e ilusionismo. De este modo, los premiados fueron recogiendo sus galardones a medida que el mago Raúl Alegría los iba haciendo aparecer de las más diversas formas imaginables. Un gesto que, si bien puede parecer poco ortodoxo, resultó sinceramente divertido y muy aplaudido por el respetable. Asistiendo en todo momento a los galardonados estuvieron los presentadores Borja Quiza y Silvia Vázquez, que desempeñaron su cometido con naturalidad y entusiasmo. Ambos, barítono y soprano respectivamente, tuvieron sobradas ocasiones para demostrar su naturaleza de cantantes líricos. Así pues, acompañados por la Orquesta Oviedo Filarmonía y la batuta de Marzio Conti, interpretaron célebres fragmentos de zarzuela y ópera. El primero de todos fue la preciosa barcarola de la ópera L’elisir d’amore, cuyo texto fue parodiado y traducido al español en lo que supuso un intento poco elegante de añadir un extra de humor a la noche.

Con independencia de presentadores o puestas en escena, no cabe duda de que lo más interesante de la gala pasó por la participación activa de los premiados. Esto permitió al público disfrutar de la presencia de voces tan extraordinarias como las de Gregory KundeBryn Terfel, las cuales, a excepción de ocasiones como esta, son cada vez más infrecuentes en el coliseo ovetense. Terfel fue generoso en sus intervenciones y regaló no una, sino dos piezas líricas en las que demostró todas las capacidades de su material vocal, de precioso timbre y aun voluminoso. Por su parte, Kunde aportó otra de las cimas de la noche con su interpretación de la famosa Vesti la giubba compuesta por Leoncavallo para su ópera Pagliacci. Resulta increíble ver, al menos en estos tiempos que corren, como alguien con 62 años puede conservar aún esa frescura en el timbre y esa facilidad para los agudos. Cualidades que, unidas a su grandes dotes dramáticas hacen de Kunde un tenor realmente excepcional.

Aportar un toque femenino a las intervenciones líricas de los premiados fue tarea de las sopranos Ruth Iniesta y Nicola Beller Carbone, ganadoras de las categorías “cantante revelación” y “mejor cantante de zarzuela” respectivamente. De entre las dos destacamos especialmente la labor de la primera, quien nos obsequió con una excelente interpretación vocal de la difícil Je suis Titania regada además con su natural desenvoltura escénica. Así pues Ruth Iniesta no necesitó más para dejarnos con ganas de verla dentro de unas semanas en su próxima visita al Teatro Campoamor, donde abordará la parte de Teresita en El terrible Pérez. Carbone por su parte no cantó zarzuela, sino ópera y opereta. Más concretamente las arias Ah! Quel diner je viens de faire de Offenbach y Es gibt ein Reich de Strauss, mostrando un gran gracejo escénico en la primera y una consolidada técnica vocal en la segunda.

No pasaron a recoger su premio Laurent Pelly, Joyce DiDonato ni Michel Plasson, este último por motivos de salud. Entendemos que, en el caso de los dos primeros, la ausencia se debió a motivos laborales o geográficos. Aun así, creemos que la sincera admiración con que se les esperaba en el teatro –unida a los 10.000 euros que acompañan al galardón- constituyen motivos más que suficientes para que los premiados realicen el esfuerzo de desplazarse hasta la capital asturiana. Si estuvieron presentes los representantes del Teatro Villamarta de Jerez, premio contribución al mundo de la lírica y premio especial del jurado, los representantes de la Temporada de Ópera de Oviedo y del Festival Castell de Peralada, premio (ex aequo) a la mejor nueva producción. Completaron el grupo de los galardonados el presidente de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero: el admirado compositor Antón García Abril, así como, y muy especialmente, la legendaria mezzo italiana Fiorenza Cossotto, nuestra entrevista de portada este mes, quien recogió el premio especial a toda una carrera con esa humildad que sólo está al alcance de los más grandes.

La ceremonia se cerró finalmente con el célebre brindis de La Traviata, que contó con las dos “Violetas” de Ruth Iniesta y Nicola Carbone y el Alfredo de Gregory Kunde. Un reparto excepcional para unos premios que no deberían serlo menos. Confiamos pues en que ese brindis haya traído la suerte –y el patrocinio- necesarios para que los oventenses puedan disfrutar de galas como esta durante, al menos, otros diez años.