Quincena Maltman 

La ópera en la Quincena. Una necesaria reflexión.

Donosita. 13/08/2016. Quincena Musical. Palacio Kursaal. W. A. Mozart: Don Giovanni. Christopher Maltman (Don Giovanni), José Fardilha (Leporello), Daniel Giulianini (Comendador), Irina Lungu (Doña Ana), Toby Sepnce (Don Octavio), Nicole Cabell (Doña Elvira), José Manuel Díaz (Masetto) y Miren Urbieta (Zerlina). Coro Easo (Director, Xalba Rallo), Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección musical: Manuel Hernández Silva.

Durante décadas Donostia ha estado huérfana de ópera y la propuesta anual de la Quincena Musical ha sido un oasis en el particular desierto donostiarra. Con esta premisa parecía obligatorio que la Quincena ofreciera el repertorio más habitual, desconocido para gran parte del público guipuzcoano. Desde este año y a través del impulso de Opus Lírica, Donostia tiene su pequeña temporada lírica: este año serán tres las óperas que podremos ver hasta el comienzo de la LXXVIII edición de la Quincena, a celebrar en el verano de 2017. A saber: Don Pasquale, Carmen y La Cenerentola, es decir, repertorio puro y duro.

¿No cabe, en este nuevo contexto, reflexionar sobre la presencia de la ópera en Quincena? Dicho de otro modo y sin poner en duda la presencia de la misma, ¿no cabe explorar nuevos títulos que rompan la dinámica habitual de la temporada operística y que complementen la propuesta conservadora de Opus Lírica? ¿Merece la pena insistir en los títulos de siempre para dejar sin tocar el barroco, la ópera alemana o eslava y todo el siglo XX? ¿Puede la Quincena hacer un esfuerzo aprovechando el clima de confianza creado entre la institución y un público fiel?

Todo esto viene a cuento del Don Giovanni de este año, ofrecido en versión semi-representada y en única función. Patrick Alfaya, director artístico de la Quincena, aseguraba casi al 100% la ópera escenificada en 2017 pero, ¿cuál será ésta, bajo qué criterio se hará su elección? Don Giovanni es un título de repertorio, lo que no quiere decir que sea fácil de montar; se necesitan ocho cantantes de nivel y cualquier pieza que no encaje puede provocar el desequilibrio de la propuesta. Y esto es precisamente lo que ocurrió en la función sujeta a esta reseña.

El barítono inglés Christopher Maltman parecía, a priori, una opción notable para dar vida al libertino pero no fue sino hasta el Deh, viene a la finestra del acto II donde comenzó a emocionar un poco. No puede achacársele falta de voz pero, ¿dónde quedó la elegancia y nobleza de Don Juan? Si bien su actuación fue plausible, vocalmente parecía más criado que señor. En el momento señalado pudimos escuchar medias voces, un fraseo elegante y un punto de nobleza, ausentes hasta entonces. Nos queda por ello la sensación de la oportunidad perdida.

Su Leporello ha sido el portugués José Fardilha, gracioso y con salero suficientes en los gestos pero ¡ay, en el momento de afrontar su gran momento! Ese catalogo quedó en folleto de multinacional aburrida dadas las carencias, sobre todo en la sección aguda, que desnudó las carencias del bajo-barítono. Al bilbaíno José Manuel Díaz ha de reprochársele un canto enfatizado en exceso, cortante y sin vuelo. Y para acabar con las voces masculinas graves, el Comendador de Daniel Giulianini quedó falto de oscuridad aunque puede decirse que cumplió con dignidad.

Estilísticamente irreprochable el canto de Toby Spence, un Don Octavio de personalidad –en lo que puede conseguirse con este personaje- y atrevido con las variaciones del Dalla sua pace, aunque el resultado no quedara demasiado bien. En Il mio tesoro mejoró ostensiblemente y no tengo dudas en afirmar que fue el cantante más cercano al estilo mozartiano. Otra cosa es que voz sea, porque ciertamente lo es, limitada en timbre y esmalte.

Entre las voces femeninas también hubo de todo. Irina Lungu, soprano rusa, dibujo una Doña Ana de sustancia y voz suficientes aunque nos transmitió a veces un canto algo apático. Carnosidad es precisamente lo que le faltaba a Nicole Cabell, la soprano estadounidense, que quedó en evidencia en más de un momento. Dotó de escasa entidad a un papel como Doña Elvira. Finalmente, Miren Urbieta hizo una Zerlina de voz y volumen evidentes; quizás mayor confianza en el volumen que tiene le facilitaría el cantar con más matiz. De todas formas, una vez más aprovechó la oportunidad. Podremos ver su nueva Zerlina allá por febrero, dentro de la temporada de la ABAO, en Bilbao.

Manuel Hernández Silva fue el principal responsable de que Don Giovanni pareciera más una obra del último Beethoven que del genio de Salzburgo. El primer acto se le fue hasta casi los cien minutos y ello a pesar de los cortes hechos y de que la chispa mozartiana brilló por su ausencia. Sin embargo cabe apuntar que en el segundo acto hubo una mejora evidente y los cantantes parecieron más centrados en el estilo exigible a una ópera de Mozart. El Coro Easo, en sus tres breves apariciones estuvo notable a pesar de un pequeño descuadre en su primera intervención.

Al no ser una ópera escenificada se recurrió a una plataforma que elevaba a los solistas sobre y tras la orquesta, donde disponían de algunos metros para hacer los movimientos más elementales. Detrás de los solistas una pantalla proyectaba distintas imágenes, la mayoría de ellas insustanciales, dado lo poco que aportaban a la historia. El Coro cantó ora en los dos laterales, ora a la derecha del público, a la altura de la orquesta.

Una última reflexión acerca de los ya mencionados cortes musicales. Algunos de ellos fueron tan brutales que, por ejemplo, en el acto I se hizo incomprensible la aparición de Zerlina y Masetto. Más grave lo del segundo acto, donde se omitió el intercambio de ropajes entre señor y criado, convirtiendo en estúpido el despiste de los nobles. Y como también se omitió gran parte de la llegada al cementerio, nadie sabe de donde salió la estatua parlante.

La ópera fascina, no hay duda. De ello es bien consciente la misma Quincena. La crisis ha hecho daño y por lo menos hemos salido del paso este año pero el balance nos da para un aprobado justito. Deseamos que el futuro nos sea más favorable.