Musica Riservata Bcn 

Ars longa, vita longa

Barcelona. 2/10/16. Basílica de los Santos Justo y Pastor. III Ciclo de Música Histórica y Patrimonio de Barcelona Ars Longa. Tomás Luis de Victoria: Officium defunctorum sex vocibus. Musica Reservata de Barcelona. Juan de la Rubia, órgano.  

El Ciclo de Música Histórica y Patrimonio de Barcelona “Ars Longa” vuelve a ser realidad por tercera vez. Una realidad necesaria, muy meritoria, sin ningún tipo de subvención y que este año, dedicando una atención especial al Renacimiento, da un paso adelante en esta tercera edición con diez conciertos, conferencias y charlas. Como explicó en la presentación su director artístico Xavier Alern, la investigación musicológica, la interpretación y la difusión del repertorio menos interpretado son los tres horizontes que se reúnen y definen una iniciativa que se despliega en diferentes espacios con valor histórico de la capital catalana. Así será desde el próximo día 8 de octubre con un diálogo entre Luis Misón y Enric Granados en el Museo Europeo de Arte Moderno a cargo de la soprano Aurèlia Pessarrodona y la pianista Viviana Salisi, hasta el 24 de noviembre cuando La companyia musical cierre el ciclo en la Biblioteca de Cataluña con anónimos del cancionero de Barcelona (s. XIV). 

Esta ocasión tenía un componente especial: en la Basílica de los Santos Mártires Justo y Pastor y acompañado del organista Juan de la Rubia, el grupo vocal de cámara Musica Reservata de Barcelona –que ya había participado en la primera edición de “Ars Longa” con un programa dedicado a Tomás Luis de Victoria– escogió la inauguración del ciclo para celebrar sus 25 años con el Officium defunctorum del compositor abulense, una de las joyas de su catálogo y de todo el renacimiento musical hispánico. 

Situándose en medio del pasillo de la nave central, el tenor Antoni Trigueros hizo una lectura dramatizada de Job 10: 1-7. Desde el angustioso “¡Mi alma está hastiada de mi vida! Voy a dar libre curso a mi queja...” hasta “...aún sabiendo que no soy impío y que nadie podría librarme de tu mano?”: así empezó este Officium. Un acierto absoluto el planteamiento dramático, porque es precisamente el abandono que sufre Job ante el capricho divino aquello que el compositor se esfuerza en transmitir con el máximo de claridad en la primera sección que escucharíamos a continuación (Taedet animam meam), mediante un aligeramiento de las texturas y una reducción de todo dispositivo musical retórico. Más arriesgada fue la inclusión intercalada de piezas de Juan Esquivel –ilustre representante del renacimiento español tardío– aprovechando la flexibilidad estructural de este oficio de difuntos. 

Una lectura sosegada y de bella articulación por parte del órgano dio paso a un Taedet animam meam de notable proyección, quizás con más presencia del registro grave pero con una consistencia que fue a más, hasta lograr en el Agnus Dei un equilibrio sin fisuras. En líneas generales, Musica Reservata ofreció una lectura de la obra de relieve emotivo pero coherente, conservando el equilibrio entre la fidelidad a la austeridad de ciertos pasajes de la obra, y el profundo patetismo que en muchos momentos lo impregna; la decoratio de una música que no deja de dotar de expresividad al texto. Porque más allá de la ocasión concreta para la que fue escrito este réquiem en 1603 in Obitu et Obsequiis Sacrae Imperatricis, se trata fundamentalmente de una profunda meditación sobre el momento más decisivo y misterioso de la vida cristiana. En este sentido, Victoria aplica unos parámetros de escritura sensiblemente diferentes en función de si se prioriza una mayor claridad –donde los movimientos de las voces se reducen al mínimo– o bien de un mayor grado de embellecimiento, en este caso centrado en la diversidad de texturas vocales, mucho más sutil que en otras obras del compositor y que por parte de un coro muy versátil y ágil recibieron un tratamiento cuidadoso, particularmente en la conjunción entre las voces superiores y tenor en el inicio del introito.  

Con calidad en el balance sonoro y empaste de las voces, el trabajo global logró un refinamiento de estilo muy cercano al espíritu de la partitura, con una articulación nítida teniendo en cuenta los retos acústicos (y también las ventajas, con una reverberación envolvente). Por otro lado, el cuidado por los finales de frase y la vitalidad de las tensiones cadenciales se vieron muy beneficiadas por el buen criterio y la intensa dirección que imprimió de la Rubia desde el órgano positivo. El coro respondió con solvencia tanto al tratamiento delicado de las diversas atmósferas del responsorio como a la fluidez que exige el motete Versa est in luctum. Incluso los inoportunos repiques de la campana en los últimos compases, encontraron la altura y duración justa para adaptarse maravillosamente y no generar ningún choque que pudiera malograr la excelente interpretación de Musica Reservata en su aniversario. La larga ovación de los asistentes, que llenaron la nave central de la basílica barcelonesa, no sólo fue para desear a la formación mucho años más, sino para agradecer un trabajo espléndido. 

Ars longa, vita brevis. Séneca ya leía bien el aforismo hipocrático que da nombre a esta propuesta; no recibimos una vida corta, sino que lo acortamos nosotros, porque bien administrada a través del ars –mucho más amplio que nuestro arte– la vita se alargaría y engrandecería. Es el que practica este ciclo y el que ha logrado este conjunto dedicado especialmente al repertorio renacentista y barroco. Y también es el que deseamos tanto a los tres años del “Ars Longa” cómo a los veinticinco de Musica Reservata de Barcelona, porque todos saldremos ganando: una Vita Longa de la que los barceloneses aprendamos a formar parte.