Le Concert Spirituel direction Herve Niquet 

God save the King!

Barcelona. 13/12/2016, 20:30 horas. L’Auditori, ciclo Música Antiga. Festival Purcell: Le Concert Spirituel. Purcell: Oda para el Aniversario de la Reina Mary (1694): Come, ye Sons of Art (Z. 323). Música per al Funeral de la Reina Mary (1695). Oda a santa Cecília (1692) (Z. 328) Le Concert Spirituel. Hervé Niquet director musical.

Refrescante concierto dentro del ciclo Música Antigua que ofrece la programación del Auditori de Barcelona. En una semana en donde han llegado a coincidir en la agenda musical de la ciudad ¡hasta cuatro Mesías de Händel!, dos diferentes en el Palau de la Música, otro en el propio Auditori y otro en Santa María del Mar. Hay que preguntarse por qué hay tan poca imaginación en la mente de lo programadores, o más exactamente, es cierto que el Mesías ‘toca’ por Navidad, pero hay muchos otros oratorios de Händel, por no hablar de otros compositores, Mendelssohn, Schumann, Haydn…que se echan en falta, por lo que sin ser un concierto de temática navideña, este Festival Purcell brilló con luz propia dentro del gris planteamiento de la programación musical de diciembre en tema variedad y originalidad.

Gran acierto también traer al conjunto Le Concert Spirituel y a su director-fundador Hervé Niquet, quienes, parece mentira, nunca antes habían protagonizado un concierto en Barcelona. Grata impresión fue comprobar como el especializado grupo francés, quienes el año que viene cumplirán 30 años desde su fundación en 1987, mantienen un sonido claro y reconocible en directo, con un conjunto instrumental que funciona como un reloj, secciones compenetradas, equilibrio sonoro, complicidad con el gesto característico de Niquet. Pero también un coro de afinación impecable, con unas sopranos de sonido limpio y homogéneo, o unos bajos-barítonos de meloso timbre quienes destacaron entre las secciones por la frescura de una interpretación desenvuelta y expresiva.

Hervé Niquet tiene desde luego una manera de dirigir peculiar, con grandes aspavientos dirigidos al conjunto donde parece dibujar en el aire una barroca coreografía, que acompaña además con todo su cuerpo como si danzara con la música. En contraste el resultado es brillante, pues el conjunto instrumental suena fantástico y el coro se amolda a los sonidos barrocos de la partitura purcelliana como un guante. Las voces sobresalieron en las dinámicas, transmitiendo el pathos musical con trascendente naturalidad, como en el memorable número "In the midst of life…" de la Música por el funeral de la Reina Mary, donde la profundidad de la partitura parece evocar los grandes números barrocos bachianos.

Ya con la Ode for the Queen Mary con la que se inició el programa, se pudo disfrutar de las cartas con las que formación y director presentaron credenciales: rigor musical, estilo personal característico, excelencia y expresión, pero sobretodo una inusitada capacidad de frescura interpretativa que dotó a la Oda de una pátina de jovialidad y energía como reza el texto del primer número Come, ye Sons of Art: “To celebrate this triumphant day”. Triunfo sonoro y contagiosa energía expresiva.

Lástima que en la famosísima Marcha de la misma obra, Music for the funeral of Queen Mary, la opción de no interpretarla con trompetas quitó profundidad y trascendencia al inicio de la obra, una elección muy personal que debió sorprender a más de un espectador, puesto que esta marcha forma parte del imaginario sonoro colectivo del amante del melómano medio. Las razones de esta opción tendrían que ser preguntadas a Niquet. Con todo destacó sobremanera el coro a capella, la transmisión y capacidad poética del texto en la recreación sonora del conjunto y la intimidad conseguida cerrando una primera parte hermosa y preciocista.

La segunda parte, dedicada entera a la obra, Hail, Bright Cecilia, corroboró el buen estado de forma de Le Concert Spirituel con una interpretación estilosa y muy rítimica, marca de la casa. Es cierto que el enfoque desde la dirección ampulosa de Niquet imprimió una lectura más afrancesada de lo habitual en la interpretación, o si se quiere, menos académica y más libre, puesto que los ritmos de danza, el brío desde la obertura y una respiración conjunta muy viva, dieron un resultado de refrescante jovialidad a la Oda.

Destacó el enfoque arcádico-pastoral por encima de la elegancia majestuosa de un Gardiner, por poner un ejemplo discográfico referencial. La flautas sonaron bucólicas y juguetonas, el fagot y oboe, las cuerdas, todos destacaron como en el maravilloso Wondrous Machine!, o en siguiente The Aire Violin, El coro no fue a la zaga, incidiendo en los juegos sonoros que ofrece el texto y que tan bien sabe Purcell transformar en melodías atmosféricas y subyugares como en In vain the Am’rous Flute. Sería justo destacar también, dentro de la excelencia de los instrumentistas, la labor enérgica y contagiosa de Isabelle Cornelis en los timbales, como en el festivo número de The Fife and all así como las trompetas de Jean-Baptiste Lapierre y Jean-Luc Machicot, quienes imprimen un sonido característico del sello personal de Le Concert Spirituel. 

Propio de una Oda de celebración a la música y en el mejor sentido de fiesta melódica se cerró este Festival Purcell con el coro final Hail! Bright Cecilia, donde conjunto instrumental y vocal rubricaron un magnífico concierto Purcell, recreando el arte del Orpheus Britannicus con un público que estalló de júbilo catártico en respuesta. Se necesitan más conciertos como este en el panorama musical de la ciudad Condal, más Purcell; que como en este caso, se salga del Auditori con la sensación de haber gozado de un compositor que todavía se interpreta poco y del que solo cabe decir: God save the King Purcell!