rinaldo alessandrini

Io la musica son

Barcelona. 02/02/2016, 20:30 horas. L’Auditori, ciclo Música Antiga. Monteverdi: Orfeo. Anna Simboli Música, Eurídice y Eco (soprano) / Francesca Cassinari Mensagera, Esperança y Nimfa (soprano) / Andrés Montilla Pastor (tenor) / Raffaele Giordani Apolo, Pastor y Espíritu (tenor) / Gianluca Ferrarini Pastor y Espíritu (tenor) / Mauro Borgioni Pastor y Espíritu (barítono) / Marco Scavazza Pastor y Espíritu (barítono) / Matteo Bellotto Pastor, Espíritu y Plutón (bajo) / Valerio Contaldo Orfeo (tenor) / Silvia Frigato Proserpina y Ninfa (soprano) / Salvatore Vitale Caronte y Espíritu (bajo). Concerto italiano. Rinaldo Alessandrini (director musical).

Bonito comienzo del año Monteverdi, en el 450 aniversario de su nacimiento, con esta propuesta ofrecida dentro del ciclo Música Antigua del Auditori. Qué mejor inicio que con el Orfeo de Claudio Monteverdi, la ópera que asentó un nuevo género, en una Florencia que hizo honor a su cornucópico nombre, dando a luz a la opera in musica, donde el texto y la música nunca más tendrían el mismo significado conjunto. Las muestras de este cénit artístico cristalizó en obras imperecederas, desde el citado Orfeo, continuando por L’incoronazione di Poppea del propio Monteverdi, el Orfeo de Gluck o la trilogía dapontioana de Mozart, por citar tan solo algunas.  

Lanzada al mercado en 2007, la grabación de la considerada primera ópera importante de la historia musical, por parte de la agrupación Concerto italiano y su director/fundador Rinaldo Alessandrini, supuso un hito y una referencia clave en la discografía de una ópera fundamental. Un título que tiene varias versiones más imposibles de eludir, pero que con justicia hay que citar la primera realizada con criterios historicistas, la grabada por Nikolaus Harnoncourt en 1969. Si la grabación de Alessandrini de 2007 para el sello Naïve se lanzó al mercado para celebrar el 400 aniversario del estreno de este capolavoro fundamental, parece un justo rescate recuperar en 2017 a esta agrupación italiana y a su director para con ocasión del 450 aniversario del compositor.

Hay que agradecer y aplaudir la iniciativa de incorporar en el programa de mano el texto, puesto que es clave a la hora de seguir la ópera y su extraordinaria orquestación, aquí con 37 instrumentistas. Pero parece surrealista tener que hacer malabares visuales para poder leerlo con la iluminación mínima que ofreció la sala, siendo más que incómodo poder seguirlo. Una lástima logística que no debería haber pasado.

Desde la famosa tocata inicial, la fanfaria identificativa de los Gonzaga que debió sonar a la entrada en su corte de Mantua antes del estreno, Alessandrini ofreció una lectura teatral y fresca, incisiva y de atractiva sonoridad donde nunca decayó el ritmo. Es verdad que en los dos primeros actos, en los cantos de las pastores, la alegría bucólica de un entorno vivo y diáfano, los tempi de Lasciati i monti, por ejemplo, sonaron contrastados y casi se diría precipitados, pero el conjunto nunca chirrió, dando una luminosa versión extravertida y seductora. Gran aportación la de los vientos y los metales, trompas y trombones que teatralmente iluminaron los actos del averno con metálico resplandor. Otro tanto de rigor y vitalidad para referirse a unas cuerdas, dulces y melosas, pero también de honda expresividad. Un conjunto instrumental que transpiró una partitura que viven y recrean con excelencia y siempre en la estela de las indicaciones de un Rinaldo Alessandrini al clave que supo equilibrar las secciones con maestría. Destacó en todas las sinfonías previas a cada acto, administrando la favola, con cuidados efectos que no efectismos.

Lástima que en apartado vocal las albrícias no fueran a la par de los instrumentistas, puesto que unas voces más bien discretas y poco aptas para la sonoridad siempre a la contra de la Sala gran de l’Auditori, no ofrecieron más que pálidos reflejos con alguna que otra salvedad. Desde la Musica de una poco inspirada Ana Símboli, por cierto la única solista de la grabación del 2007 (allí como Euridice y Proserpina), quien inició con titubeos que parecieron afectar incluso a la afinación, con una introducción destemplada y poco halagüeña, que mejoró ajustadamente como Euridice y Eco. Menos parca de sonoridad pero poco expresiva la Messagera/Speranza y Ninfa de Francesca Cassinari. Si uno escucha la escena del acto II, en la que la Mensajera anuncia la muerte de Euridice “En un firorito prato” sin sentir un leve escalofrío o a la Esperanza en la conocida advertencia “Lasciate ogni speranza voi ch’entrate” del acto III, es que a pesar de la corrección canora falta esencialidad interpretativa. De canto dúctil, fraseo limpio y dicción pulida se puede decir que el Orfeo protagonista del tenor Valerio Contaldo, fue más que correcto. Pero su falta evidente de proyección vocal, sumado a unos graves muy débiles, dejaron la sensación de un Orfeo algo tibio. Con todo, protagonizó el mejor momento de la velada con un Possente spirto de fluida y brillante coloratura monteverdiana, con un acompañamiento orquestal hermoso e inspirado por parte de Alessandrini y el Concerto italiano, quienes deslumbraron en los ritornelli de los violines, los cornetti y el arpa. Dúctil y convicente la Proserpina de Silvia Frigato, la mejor del reparto femenino, merced a un timbre claro y una sentida expresión. Por último destacar al solista más aplaudido y ciertamente la actuación más impactante de la ópera, el Caronte de Salvatore Vitale, quien con unos graves imponentes y una proyección natural y sonora atravesó el Hades vocal de sus compañeros para destacar entre el conjunto con solidez y autoridad. Resto del elenco ajustado y sin estridencias a pesar de que se hubiera agradecido un Plutón más imponente o un Apolo más seductor.

Buena aportación para un homenaje sonoro al padre de la ópera, quien todavía, después de 450 años, puede decirse que moldeó un género que continua siendo el crisol de la alta cultura occidental y del que como cita el personaje de la Musica al principio de esta Favola de Orfeo, puede decir en primera persona: “Io la musica son