Heiko Mathias Forster 

Vermut mahleriano

Bilbao. 05/03/2017. Auditorio Euskalduna. Gustav Mahler: Sinfonía nº 1, en re mayor, Titán. Orquesta Filarmónica Leos Janacek, de Ostrava. Dirección musical: Heiko Mathias Förster.

El domingo al mediodía, a la hora del vermouth, pude disfrutar –y conmigo, tantas y tantas personas- del ambiente surgido en torno a los distintos recintos del Auditorio Euskalduna, siendo testigo de ese deambular de una sala a la otra del personal, mientras se ojea furtivamente la hoja informativa del inmediato concierto y mientras se comenta con los acompañantes las virtudes de lo escuchado y las expectativas de lo que va a venir.

Es un ambiente que no conozco en ningún otro acontecimiento en el que la música clásica sea protagonista absoluta. Puedes cruzarte con un joven cargando un violoncello que pasa de intérprete a oyente en el breve recorrido de apenas unos metros existente entre una sala a otra; puedes contemplar a la flauta de una orquesta sacar fotos a diestro y siniestro con su teléfono cuando ya ocupa su posición dentro de la orquesta, queriendo recoger en esa imagen testimonio suficiente que le permita explicar a sus amigos y familia lo que en sí es inexplicable por inabarcable. 

Por esto mismo Musika/Música es un festival distinto. Sin zarandaja alguna la gente se dedica a disfrutar de la música clásica y aprovechando el acierto que supone solapar distintos formatos y géneros, se abre un abanico amplio donde reina el gusto por escuchar música más que por “estar” en un concierto. Aquí no impera la etiqueta sino la ilusión; aquí nadie alardea de estar sino de disfrutar. Es, en definitiva, un acierto de festival que convierte a lo clásico, tantas veces ajeno a lo popular, en algo perfectamente accesible, deseable y vivo.

Así pues, a la hora del vermouth me acerqué a escuchar un concierto ocupado, en su necesaria brevedad, por una sola obra, la Sinfonía nº 1, Titan, de Gustav Mahler, interpretada por la Orquesta Filarmónica Leos Janacek, de Ostrava (República Checa). Músicos bohemios interpretando a compositor bohemio. Una batuta atenta, la de Heiko Mathis Förster, que delineó prácticamente todos y cada uno de los compases de la obra, más preocupado quizás más por la precisión que por la poesía de la naturaleza supuesta a la obra; una forma de dirigir adecuada para aprender en qué consiste la labor del concertador y director de una obra de esta enjundia.

Una interpretación en parte carente de magia en sus dos primeros movimientos pero que levantó vuelo con el comienzo del tercero, esa marcha fúnebre con su lánguida línea melódica inicial y que de forma tan adecuada marcó el contrabajo, hasta transportarnos a esa orgía sonora que es el cuarto movimiento donde, aquí sí, director y orquesta nos llevaron, literalmente, hasta el borde mismo del precipicio provocando con ello honda emoción. Poco más de cuarenta minutos que arrancaron del respetable una respuesta vibrante. 

Un aperitivo distinto, un vermouth mahleriano. Y la satisfacción personal de saber pocos minutos después de caer el último acorde bohemio del domingo por la noche que Musika/Música 2018 será realidad y que se dedicará al apasionante periodo de la Europa de entreguerras (1918-1939) con lo que es previsible otro festival pleno de emoción. Ahí trataremos de estar.