Revoltosa TeatroZarzuela 

Revolviendo la zarzuela

Madrid. 04/03/17. Teatro de la Zarzuela. Chapí: La revoltosa. Ana Cristina Marco (Mari Pepa), Alberto Frías (Felipe), María José Garrido (Soledad), Cielo Ferrández (Encarna), Nuria Pérez (Gorgonia), Joselu López (Cándido), José Miralles (Tiberio), Javier Ariano (Atenedoro), Felipe Forastieri (Señor Candelas), Natán Segado (Chupitos). Chicos y chicas: Paula Sánchez-Valverde, María Arévalo, Cristina Teijeiro, Beatriz Arenas, José Luis Fernández, Antonio Buendía. Dir. Esc.: José Luís Arellano.  Orquesta de cámara: Cecilia Aivar e Iria Rodríguez (violines); Adrián Arechavala (viola); Laura Algueró (violonchelo); Laura Rodríguez (piano); Roberto Fernández (percusión); Raquel de la Cruz (contrabajo); Carmen Terol (flauta). Dir. Mus.: David Rodríguez.

La revoltosa es seguramente es la obra más popular de Rupert Chapí, una de las partituras más reconocibles del Madrid castizo, intencionadamente folklórica y de innegable espontaneidad e inspiración melódica. De forma musical libre y lejos de los arquetipos hasta el momento que reinaban del género, con ciento veinte años de vida, La Revoltosa sigue teniendo una frescura y una vitalidad que la convierten en vehículo idóneo para proyectos como el presente. En boca de Daniel Bianco, director artístico del Teatro de la Zarzuela, uno de su proyectos personales que más ilusión le ha hecho poder incluír en la programación general de la temporada. Un anhelo que incluyó en su proyecto personal cuando presentó a concurso su candidatura a ser el director artístico del teatro de la Zarzuela, en suma, un sueño hecho realidad. 

Este proyecto, denominado Proyecto Zarza, tiene como lema, zarzuela por y para jóvenes, esto es, interpretada por un elenco como el presentado, con una media que no supera los treinta años, todos debutantes en el escenario del teatro de la Zarzuela. Además, también desde el foso, una orquesta reducida a ocho músicos, jóvenes y vestidos de calle, en brillante y lucido arreglo firmado por Javier Lopez de Guerrera y con una versión libre sobre el libreto original de López Silva y Carlos Fernández Shaw, firmada por Guillem Clua. 

La fórmula funciona, y es gratificante comprobar como en el patio de butacas la media de edad era vistosamente más joven de lo habitual, un público que absorbió como una esponja la energía propia de la juventud del equipo artístico que se tornó en inmediato feedback y en éxito de la representación en sus refrescantes noventa minutos ininterrumpidos de duración.

Una escenografía sencilla y desnuda -apenas unas sillas y una mesa larga-, un fondo de neones y un vestuario estilo H&M firmado por Silvia de Marta, sumado al desparpajo por parte de los cantantes-actores y el uso de una iluminación efectiva de Juanjo Llorens, así como el trabajo de videoescena firmado por Álvaro Luna y un movimiento escénico coreografiado, propio de un musical de Broadway y aquí guiado por Andoni Larrabeiti. La suma de todos los factores da como resultado un cuadro vivo y espontáneo ante el que es difícil no caer rendido.

Puede parecer poco serio no especificar en la hoja repartida como programa de mano el nombre pormenorizado de los cantantes, para saber quién es quién. Esto sólo se puede entender por la intención de destacar el trabajo grupal de un equipo sin fisuras, donde la sinergia teatral fluye con rabiosa energía y con un espíritu juvenil-adolescente descarado y sin complejos. 

Pero es de justicia destacar el trabajo de la pareja protagonista, Ana Cristina Marco, una Mari Pepa con chispa, carácter y soltura, más cercana a una neo-Carmen del siglo XXI que a una castiza moderna, de trabajo vocal impecable y con gran química con el Felipe de Alberto Frías, chulo pero sin pasarse, de gran dicción y con la musicalidad justa pues sin ser un cantante lírico profesional sabe usar sus recursos con soltura y salir airoso. También destacados y atractivos los tres pretendientes de Mari Pepa, Javier Ariano, quien con su inseparable guitarra en mano supo ser el centro de atención cuando tocaba; Josué Miralles como Tiberio ‘a lo Grease’ y Joselu López como Cándido. Lo mismo puede decirse de las tres chicas y respectivas parejas de los antes mencionados: Cielo Fernández (Encarna), María José Garrido (Soledad) y Nuria Pérez (Gorgonia). Los toques de humor argentino por parte del Sr. Candelas de Felipe Forastieri tienen la virtud de no resultar insistentes como tampoco el Chupitos y su doble encarnado por Natán Sagado. Bravo también por el equipo de chicos y chicas que a modo de coro y complemento en los números de conjunto certificaron el acierto de un cast muy logrado.

Bravo por el reducido grupo de instrumentistas de la orquesta de cámara, quienes bajo las manos atentas y dinámicas de David Rodríguez, supieron insuflar toda la gracia y encanto de la obra. Inolvidable pues el celebérrimo Preludio, o las contagiosas Seguidillas y Guajiras, pero sobretodo ese dúo de Mari Pepa y Felipe que rige como potente leitmotiv durante todo el sainete con una fuerza musical inolvidable.

El uso del texto adaptado, firmado por Guillem Clua, con constantes referentes a las redes sociales, Mari Pepa ‘diva’ de barrio de Instagram, likes y whattsapp como referencias al lenguaje propio del grupo de jóvenes protagonistas, y un ritmo trepidante bien regido y fluido en la firma escénica de José Luís Arellano, dan como resultado una propuesta fresca y vital que consigue contagiar a un público en su mayoría joven. 

Seguramente el nuevo y juvenil público contará con esta grata experiencia como su primera zarzuela en vivo. Esa es la idea primigenia y el vistoso resultado lo confirma con éxito. Ahora bien, pero cuando vuelvan al teatro, se encontrarán con otra realidad en contraste a la experiencia vivida. Lo será sobretodo en las propuestas clásicas del género, lo será menos en la versiones más modernas como la próxima producción de La Viejecita. En resumen, un loable intento de atraer a las nuevas generaciones a un género que sigue vivo como demuestran con ilusión fogonazos teatrales como el presente. Sólo el tiempo dirá cuanto de esta propuesta quedará en los nuevos asistentes a las próximas temporadas del Teatro de la Zarzuela.