pablo perez osg 1

EL LEGADO

A Coruña 17/02/17. Palacio de la ópera. RAVEL: Ma mère l’Oye (suite), JUAN DURÁN: Troula, G. FAURÉ: Requiem. Coro joven de la OSG. Coro de la OSG. Niños cantores de la OSG. Orquesta de niños de la OSG. Orquesta Sinfónica de Galicia.  Víctor Pablo Pérez, director.

Aquella reflexión zen sobre el presente se repite como un mantra… las consecuencias del pasado, el origen del futuro. Ravel, distinguido alumno de Fauré, evoca con nostalgia la infancia en Ma mère l’Oye , telonera de un concierto como tierno homenaje a las nuevas generaciones que tomarán relevo en el escenario.

Víctor Pablo abraza al público al subir al podio, con lo que la ovación de bienvenida al maestro ya predecía lo que más tarde iba a suceder. Nada nuevo, la orquesta funcionó como un único instrumento, tempos ajustados y versión correcta, sin riesgos ni aspavientos. La complicación venía inmediatamente después, cuando la joven orquesta y coros de la OSG se unían al escenario para el estreno de “Troula”, la composición de Juan Durán. El director tendría que coordinar cuatro grupos diferentes, pero no aparentó ser en absoluto inconveniente para Víctor Pablo. En el centro, y arropada por sus maestros, la joven cantera llegaba para mostrar que sí, que parece haber futuro en este incierto mundo de la música de atril. Podemos decir que la obra de Durán es arriesgada si observamos la tendencia actual en composición. Una rapsodia gallega, suite de danzas y cantos populares para ensamblar todos los niveles de ejecución que se iban a congregar en el escenario, para que todos se lucieran y además, gustara al público. Es cierto que se puede confundir la ternura que inspiran los jóvenes ejecutantes con su propio talento, pero también es innegable que el conjunto resultó todo un espectáculo. El público agradecía reconocer melodías dentro de la obra, y la factura recordaba a las olvidadas zarzuelas gallegas que hoy solo constan en monografías. Si hace unas semanas una sección de la audiencia mostraba su incomodidad frente al exceso de lenguajes foráneos, en esta ocasión su festín estuvo servido.

El talante de la sala cambió para la segunda parte,  ocupada por el imponente Réquiem de Fauré. De la obra poco hay que añadir a las fantásticas notas al programa de Estíbaliz Espinosa, que con acierto quiso incluir en el librillo la traducción del texto latino. Tendría que haber una ejecución muy torpe para que esta composición no resulte conmovedora, pero en este caso la luz que desprende la partitura brilló con especial calidez bajo el mando de Víctor Pablo. En lo más peliagudo, que son los crescendos de orquesta y coro, se ofrecieron momentos palpitantes. Destacable el comportamiento del coro, muy equilibrado en voces y atento, que se nota estar bien conducido por Joan Company. La intervención de los solistas fue adecuada, el barítono Neal Davies mostró más comodidad en el agudo que en los registros más graves. La intervención de la soprano María Eugenia Boix necesitó si cabe una mejor dicción, aunque lució un timbre dulce y realmente bonito, bien buscado para la obra, que quizá recuerda a esas fairy voices sólo que con más cuerpo en los agudos. Echamos de menos algo más de protagonismo en el órgano, sabemos que Fauré le escribió una parte importante en el Requiem, y en este sentido pasó inadvertido, posiblemente por las cualidades físicas del instrumento disponible para la ocasión. De todos modos tendría al menos que constar el nombre de la intérprete, a la que al fin y al cabo le tocaba una intervención destacada en la obra.

Al remate del concierto, muy aplaudido hay que decir, esperábamos algo más, alguna mención al maestro Alberto Zedda además de la foto que se incluía en la dedicatoria del concierto. Pensábamos que la triste coincidencia de su fallecimiento con la visita del director honorario traería algunas palabras en su recuerdo, ya que en Galicia y sobre todo en Coruña, la colaboración de ambos marcó una época de bonanza e ilusión en el panorama musical. El hondo trabajo de Zedda y su cariño por Galicia, forma parte del presente.  Disfrutamos todavía un legado que sobrevuela en las interpretaciones de los que recibieron sus lecciones, no lo olvidemos.

Foto: OSG.