Beczala retrato

Estrella invitada

Oviedo. 30/4/17. Auditorio Príncipe Felipe. Obras de Verdi, Massenet, Donizetti, Bizet, Gounod, Puccini, Lehar. Piotr Beczala, tenor. Orquesta Oviedo Filarmonía. Director: Marzio Conti. Coro de la Ópera de Oviedo

¿Se imaginan la ópera del siglo XX sin todos esos cantantes como Björling, Shuterland, Horne, Gobbi…? Lo cierto es que la lírica -como el deporte- siempre ha sido aficionada a los grandes nombres, y creo que está en su naturaleza seguir siéndolo, aunque los tiempos otorguen una relevancia cada vez mayor a la escena. En ese sentido, los recitales como éste son en parte un recuerdo de aquellas épocas en que un cantante, elevado por los aficionados al grado de estrella, llegaba a una ciudad imponiendo su propio estilo y repertorio.

Nostalgias aparte, Piotr Beczala demostró estar a la altura de las expectativas en él depositadas, firmando un concierto entregado y repleto de hits operísticos. A estas alturas, no cabe duda de que el tenor polaco es dueño de un instrumento privilegiado, de timbre seductor, llamativamente oscuro en el tercio medio aunque squillante en el agudo. Su proyección, que sin llegar a ser descollante resulta generosa, va siempre ligada a un gran sentido de la musicalidad, que le lleva a frasear con elegancia incluso en los pasajes que muchos otros abandonarían al apasionamiento.

Así pues, tras un “Di tu es fedele” que puso de manifiesto todo lo anterior, pronto llegó la esperada “Pourquoi me réveiller”, donde Beczala hizo gala de un aire reflexivo camuflado por la dirección de Marzio Conti, propasada de volumen en múltiples ocasiones. En ese aspecto no sabemos si únicamente sobraron decibelios o quizás faltaron algunos ensayos, pero lo cierto es que nos habría gustado poder escuchar plenamente al tenor en otras obras como “Salut Demeure chaste et pure!” o, especialmente, “Di quella pira”, donde la densidad del conjunto orquesta-coro fue francamente desmesurada. A fin de cuentas, Beczala no es Mario del Mónaco, y tampoco lo pretende.

Lo mejor de la noche llegó, sin duda, con la famosa aria de la flor de la ópera Carmen de Bizet, interpretada con mucho gusto por el tenor polaco quien, además, la adornó con un precioso pianissimo tan “marca de la casa”. Al mismo nivel se demostró en “Tombe degli avi miei”, de la Lucia donizzetiana con la que selló una aproximación belcantista más que exitosa. 

A colación con el comienzo de esta crítica, la parte final del programa destiló un aire popular al más puro estilo “los tres tenores”, gracias a la inclusión de obras como “Nessun Dorma”, “E lucevan le stelle” o la napolitana “Core n’grato”. En este punto, y pese al excelente trabajo de Beczala, quizás estemos demasiado acostumbrados a versiones de corte más spinto, antojándosenos un tanto escasa la interpretación de cualquier tenor lírico pleno. Sea como fuere, el polaco logró arrancar multitud de aplausos al público, cerrando así un recital meritorio. 

Sobre el mismo escenario, la presencia del Coro de la Ópera de Oviedo fue notable, luciendo como un conjunto bien empastado y, aunque no excesivamente numeroso, repleto de voces de calidad. Ello le permitió salir airoso de obras como el “Coro de soldados” del Fausto de Gounod, o el célebre “Va, pensiero”, que no podía faltar en un programa como este. Sin duda, la inclusión de esta agrupación coral -hasta ahora exclusiva de la temporada operística- en el ciclo de conciertos del Auditorio constituyó una excelente iniciativa que, deseamos, se repita en el futuro.