Werther Miguel Lorenzo y Mikel Ponce Palau de les Arts 2017 24 

Un espejo vacío

Valencia. 26/05/2016. Palau de Les Arts. Massenet: Werther. Jean-François Borras, Anna Caterina Antonacci, Helena Orcoyen, Michael Borth, Alejandro López, Moisés Marín, Jorge Álvarez, Fabián Lara, Iuliia Safonova. Dir. musical: Henrik Nánási. Dir. de escena: Jean-Louis Grinda.

Con la programación para 2017/2018 recién anunciada, el Palau de Les Arts prosigue mientras tanto con los títulos de la actual temporada, en esta ocasión con una nueva producción de Werther de Massenet, en colaboración con la Ópera de Monte-Carlo. Lo más interesante de estas funciones ha sido la la dirección musical de Henrik Nánási. Interesante por cuanto es voluptuosa e intensa, por momentos virulenta incluso, verdadera expresión del ánima turbada de Werther. Lejos de lecturas más almibaradas, de un lirismo fácil y superficial, Nanasi acierta con un énfasis bien medido y coloreado. El suyo es un Werther vigoroso y sumamente trágico. La orquesta titular del teatro sigue rindiendo al nivel acostumbrado, a pesar de un par de deslices en los metales.

El tenor francés Jean-François Borras es un ejemplo de que la perseverancia es una buena receta de éxito. La voz no es sobresaliente pero canta con buen gusto, con indudable adecuación estilística y con un fraseo medido y entregado a partes iguales. La voz ha ganado enteros con los años, con más proyección, cuerpo y entidad, si bien el color sigue siendo un tanto anónimo, aunque grato. Para un papel como Werther resulta una opción ideal, aunque le falte ese aura de magnetismo y singularidad que sólo adorna a los grandes.

Por encima del estado actual de su instrumento, Anna Caterina Antonacci es una artista consumada, de los pies a la cabeza. Una de esas pocas intérpretes que empiezan a expresar nada más pisan un escenario. Algo más entonada que en las funciones del Liceu hace unos meses, su Charlotte fue de menos a más, coronando un tercer acto muy satisfactorio. El instrumento, parece evidente, ha perdido parte del lustre de hace apenas cuatro o cinco años. La voz es menos dúctil ya y a veces suena un tanto desguarnecida. Pero la línea de canto y la expresividad son tales que compensan con creces ese puntual desgaste del material.

El resto del reparto rindió con corrección pero sin levantar el vuelo. Empezando por la Sophie de Helena Orcoyen, falta de chispa y con un instrumento menos idóneo para la parte de lo que cabía esperar. Tampoco convenció el desigual Albert Michael Borth, con una voz que parecía emitida desde muy atrás, lastrando las buenas intenciones del fraseo. Tanto en su caso como en el de los demás comprimarios, se trata de voces procedentes del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo.

Decepciona sin embargo netamente la propuesta de Jean-Louis Grinda., a la sazón responsable artístico de la Ópera de Monte-Carlo. Por lo general desnortada y poco estimulante, en realidad presenta una única idea en torno a un espejo roto en el que Werther se mira y del que arranca toda una suerte de flashback con rumbo a ninguna parte. La estética general de la propuesta es la ya vista en otras producciones de Grinda, un tanto insulsa e inapetente. Estamos, por desgracia, ante un trabajo muy superficial y meramente decorativo.