DiDonato Liceu Bofill

Pathos barroco made in USA

Barcelona. 04/06/17. Gran Teatre del Liceu. Joyce DiDonato, mezzosoprano. Il pomo d’oro. Dir. Mus./Clavicembalo: Maxim Emelyanichev. Manuel Palazzo, coreógrafo y bailarín. Ralf Pleger, dir. de esc.

Continuaba en Barcelona la gira de la estadounidense Joyce DiDonato, titulada En guerra y paz. Armonía, a través de la música. Escenificación del proyecto discográfico nacido a raíz de una pregunta que se hizo la mezzo a si misma: “En medio del caos, ¿cómo encuentras la paz?”. Esta pregunta se la ofrece como gancho conductor al público y como respuesta personal, ofrece un repertorio de cinco arias en la primera parte del concierto, con la temática de la guerra como hilo conductor, y de otras cuatro en la segunda parte con la temática de la paz como inspiración.  Todo esto acompañada por la magnífica formación especializada en interpretación con instrumentos con criterio historicista, Il pomo d’Oro, con su joven director al frente, el clavecinista Maxim Emelyanychev (Rúsia, 1988).

La siempre inquieta mezzo no se conforma con ofrecer un recital convencional y presenta un espectáculo, en el más puro sentido de la palabra, donde iluminación, proyecciones, vestuario, maquillaje y danza, se funden en poco más de hora y media de música, con una búsqueda manifiesta de mensaje de valores éticos y arte. Así pues, con un programa de mano diferente, con un sobre que contenía una postal con el mensaje de la pregunta en varios idiomas, y una tarjeta para poder responder y devolver a unas urnas situadas en la salida del teatro, mensajes que se sumarán a las respuestas que se pueden enviar al site del proyecto: http://inwarandpeace.com/ 

Lo primero que sorprendió, es que al entrar en la sala del Liceu, en el escenario, de hecho delante del telón, sobre una plataforma sobre el foso de la orquesta, el público se encontró con la propio DiDonato ya en escena, cual efigie de sal, congelada, sin moverse un ápice, al igual que al bailarín, Manuel Palazzo, acurrucado en el suelo. Es notorio remarcar que al menos veinte minutos antes del inicio del recital ambos artistas ya estaban en el escenario, implicándose en el espectáculo de manera creíble; quizás no era necesario, pero el hecho fue así.

Iniciado el recital, Joyce DiDonato, quien iba con un vestuario fantasioso de colores grisáceos, firmado por Vivianne Westwood, cómplice habitual en los recitales de la mezzo, y no por Hallmark, como decía la página web del Liceu, cantó las dos primeras arias del recital. El aria de Storgé: “Scenes of horror, scenes of woe" del oratorio Jeptha de Händel, y seguidamente casi sin pausa el aria “Prendi quel ferro, o barbaro!” de la ópera Andromaca de Leonardo Leo. Una de carácter más intimista, la primera y la segunda un aria di furore vistosa y llamativa, mostraron que la artista se encuentra en un momento vocal óptimo. Con un control total del instrumento, buena proyección, línea de canto pulida, expresividad y legato notables, señas de identidad que han marcado la carrera de esta mezzo, que además sabe conectar con el público como pocas, pues el embelesamiento de la audiencia se produjo casi desde el minuto uno. 

Imposible no subrayar las aportaciones del conjunto Il pomo d’Oro, con una Sinfonía de la Rappresentatione di Anima, et di Corpo, con su director Emelyanychev al clave y al cornetto barroco, y en la Chaconna en sol menor para tres violines y bajo Z730 de Purcell, que sonaron limpias, expresivas y fueron la introducción ideal al lamento de Dido cantado por una delicadísima Joyce. DiDonato se envolvió en un tul de reflejos metálicos plateados mientras acababa el lamento y enlazó con la que seguramente fue de las mejores interpretaciones de toda la velada, el catártico “Pensieri, voi mi tormentate” de la Agrippina handeliana. Aquí Joyce supo mostrar con su timbre característico y un control justo del vibrato, el pathos barroco de la protagonista de la ópera de Handel, los miedos, frustraciones, sentimientos de culpa y remordimientos, con la ayuda del solo de oboe barroco de un impecable Emiliano Rodolfi, quien ayudó a crear esa atmósfera única de una escena escalofriante que no ha perdido impacto desde su creación en 1709. La iluminación tenebrosa y el uso del humo como fondo ayudaron a que el momento arrancara espontáneos aplausos a pesar del carácter de espectáculo sin solución de continuidad. 

Con una intimista pieza instrumental, de Gesualdo, el “Tristis est anima mea” de las Tenebrae Responsoria No. 2. (1611) finalizó la primera parte con uno de los hits de la Yankee Diva, el “Lascia ch´io pianga” del Rinaldo de Händel. Visiblemente emocionada, de rodillas sobre el escenario, la cantante casi declamó el aria, con un tempo lentísimo, totalmente imbuida en la pieza, y un fondo de proyecciones de pétalos de rosas blancas que caían como lluvia primaveral. Mientras el bailarín vino a buscarla al escenario para levantarla y separarse luego ambos por los laterales del mismo.

Las ovaciones y ambiente del público no se hicieron esperar, demostrando el éxito de la fórmula con la audiencia. Aun así, y vista la primera parte, varias preguntas se pudieron deducir del formato. Un concepto algo Disney del vestuario y maquillaje, un sello personal seguramente de la mezzo, a quién no se le puede negar ni la implicación ni la meticulosidad de un canto siempre emotivo y cuidado al máximo, pese a que nunca ha tenido un instrumento ni generoso tímbricamente, ni sobrado de armónicos y cuerpo. Las bazas de Joyce son su carisma y su control técnico y expresividad. Pero ¿y el bailarín?, ¿era realmente necesario en esta fórmula?, vista esta primera parte, la respuesta pareció más bien que no. Sus puntuales intervenciones, en las partes instrumentales, con tímidos pasos de baile algo anecdóticos, no dejaron una huella ni impronta artística en el conjunto. 

La segunda parte pareció corregirse la implicación de Manuel Palazzo, con un mayor protagonismo escénico y mejor ligado al discurso estético del recital. Joyce inició la parte dedicada a la paz con la deliciosa pieza de Purcell “They tell us that you mighty powers” de la Orazia del The Indian Queen. El carácter más danzable ayudó a una mayor implicación de Palazzo. De nuevo destacó la belleza hedónica interpretativa de Il pomo d’Oro con un acompañamiento hipnótico y delicado del aria “Crystal streams in murmurs flowing” de la Susannah handeliana, creando una atmósfera seductora donde ella voz de DiDonato fluyó con hermosos melismas e intenciones. El leve cambio de vestuario, de las formas cuadradas y puntiagudas del vestido de la primera parte a otro con contornos suaves y más armoniosos, además de un maquillaje menos radical, mostraron a la mezzo cual hada de una fábula del “Midsummer Night's Dream" de Shakespeare. La iluminación de azulados reflejos, fondo acuático y la maravillosa música de Händel volvieron a dejar al público anestesiado ante la propuesta envolvente del concierto.

Impagable el momento instrumental de la pieza “Da pacem, Domine”. (2004) de Arvo Pärt, con unas cuerdas flexibles y profundamente expresivas de Il pomo d’oro. Aquí Mauel Palazzo con su mismo atuendo de la primera parte, pecho desnudo y falda gris, mostró una coreografía sencilla y minimalista donde ofreció su mejor aportación artística al recital. La delicadeza del momento conseguido se rubricó con una preciosa interpretación de “Augelletti, che cantate” del Rinaldo de Händel, tocado sin pausa con una pletórica Anna Fusek a la flauta solista, iniciando un dialogo hermosísimo y virtuoso con Joyce, que fue otro de los momentos mágicos de la segunda parte. Los trinos y picados del canto de la mezzo finalizaron el recital con la extrovertida y rítmica “Da tempeste il legno infranto” de la Cleopatra del Giulio Cesare de Händel. Un final burbujeante, lumínico y contagioso que cerró un recital que hizo las delicias de un público siempre cómplice. 

Entre el júbilo de aplausos, se ofreció como vistoso bis la brillante aria “Par che di giubilo” del Attilio Regolo de Jommelli, pieza incluida en el el cd In War & Peace, que cerró de manera pletórica un programa redondo. El desgraciado incidente del día anterior, el del ataque terrorista en el London Bridge de Londres, hizo que este recital planteamiento de Joyce DiDonato cobrara más fuerza y sentido que nunca, y así lo hizo saber la mezzo micrófono en mano al finalizar entre los vítores de un Liceu rendido. Su manera de combatir el miedo y el radicalismo terrorista lo afronta como artista con el único discurso que ella puede ofrecer, el canto y el arte de la emoción y la expresividad. “If they can do that, I can do this” dijo emocionada y casi entre lágrimas, antes de ofrecer un emotivo bis, fuera de programa. DiDonato cantó Morgen de Richard Strauss. Aquí las palabras del hermoso lied straussiano fueron el mejor colofón a una noche emotiva y diferente: “Y mañana brillará de nuevo el sol (…) y sobre nosotros caerá el silencio de la felicidad…”.

Seguramente el envoltorio de este recital espectáculo, en el sentido más USA del término, podrá chirriar a algunos, pero no es menos cierto que su propósito tanto artístico como humano, superan con creces los problemas de gusto personal sobre contenido y continente. La felicidad de la propuesta llenó de ilusión y catarsis un Liceu de nuevo rendido ante laYankee Diva. En medio del caos se encontró la paz y la armonía.

Se puede volver a ver el recital en este enlace, grabado en vivo gracias al canal ARTE.