Oriol Aguila Peralada 

Oriol Aguilá, director artístico del Festival de Peralada: "Nos gusta ser poco originales"

Precisamente en el día en el que se estrena su nueva producción de Turandot, para celebrar los 30 años del Festival Castell de Peralada, su actual director artístico Oriol Aguilá recibe a Platea Magazine para conversar acerca de la personalidad de esta singular cita estival.

¿Cuál es su primer recuerdo del Festival de Peralada?

Mi primer recuerdo es anterior a la inauguración del propio festival, cuando se llevaban a cabo unas galas musicales de verano. En esos conciertos recuerdo que cantaron, en distintos conciertos, Montserrat Caballé y José Carreras. Vine a ambos conciertos, que se hacían por entonces en el lago, no existía el actual auditorio. De eso hace treinta y dos años, calculo. Fue precisamente a raíz de estas galas cuando Carmen Mateu, la presidenta del festival y Montserrat Caballé, junto con Carlos Caballé y Luis López de Lamadrid, que fue el primer director artístico, tuvieron la idea de montar aquí un festival. Yo no estaba entonces aquí, salvo como público. Creo que la primera función a la que asistí fue L´italiana in Algeri, que se hacía en la explanada que hay delante del acceso al claustro. El Festival se inauguró con el Requiem de Mozart, con dirección de Ros Marbá y con la orquesta del Liceo. Asistió la reina Doña Sofía. Yo no recuerdo haber estado en ese Requiem pero sí en L´italiana in Algeri, que estaba previsto que cantase Agnes Baltsa y que finalmente interpretó Raquel Pierotti. Al parecer Baltsa se marchó disgustada por el viento que corría (risas).

¿Y cuándo empieza a tener una vinculación profesional con el Festival?

Este es ya mi sexto festival como director artístico. Yo anteriormente había venido mucho como público, como casi cualquier melómano del área de Cataluña. Para todos nosotros Peralada venía siendo una cita estival de referencia, una especie de continuación de la programación estable del Liceo, del Palau, etc. El Festival hizo también de algún modo el papel de complemento o sustitución de la programación del Liceo durante las obras de reconstrucción tras el incendio.

¿Cuál es exactamente la vinculación con el Liceo y otras instituciones musicales de Barcelona?

Digamos que con el Liceo, el Palau, el Auditori y la OBC y también con la Orquesta de Cadaqués hemos tenido siempre un vínculo estable y fundamental para el desarrollo del festival de Peralada, que de alguna manera, como decía, es la prolongación y remate de sus temporadas estables.

Y en su caso, antes de recalar como director artístico en Peralada, ¿cuál había sido su trayectoria profesional?

Antes de estar aquí pasé casi quince años trabajando en el Liceo. El incendio fue el 31 de enero del 94 y la reapertura fue el 7de octubre del 99. Yo me incorporé allí tras el incendio con la tarea de poner en pie el departamento de mecenazgo, para captar recursos para la reconstrucción. Permanecí allí diez años más tras la reapertura, ocupándome de la dirección de comunicación, marketing, ediciones, relaciones institucionales, etc. Y tras el Liceo me fui a la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, como director de estrategia y marca.

¿Con qué proyecto artístico llegó a Peralada?

En realidad el proyecto artístico de Peralada estaba escrito muy claramente antes de que yo llegase. Cuando aceptas un encargo como este debes tener muy claro dónde vas y aquí, sin que nadie me lo dijera, sabía perfectamente qué era Peralada y qué se esperaba de mi trabajo. El encargo era reforzar y situar el Festival como una cita con personalidad propia, algo que la ópera y la danza le otorgan de forma singular. Cuando Peralada empezó había otros festivales ya decanos, como Granada o Santander, y en Cataluña existían también Porta Ferrada y otros de cierta antigüedad. Pero a día de hoy, treinta años después, creo que el mapa de festivales en Cataluña asciende a unos 360, y de ellos más de 100 en la demarcación de Girona y Costa Brava. Me refiero a festivales de música y teatro. De modo que la proyección del Festival de Peralada ha cambiado mucho en la mediad en que el entorno también lo ha hecho, con una oferta cada vez más rica, diversa y variada. La abundancia de festivales es una buena noticia, síntoma de que hay energía y capacidad en la región, pero también al mismo tiempo nos obliga a no perder de vista nuestras señas de identidad. En este sentido Peralada se ha destacado siempre como una cita cultural. El verano conlleva un tiempo de descanso, desconexión y ocio, pero también es importante situar citas que combinen todo ello con una propuesta cultural de primer orden. En nuestro caso, además de la programación de jazz y pop que siempre ha estado ahí, la propuesta de ópera y de danza es el núcleo vertebral del Festival de Peralada. La declaración de principios estuvo muy clara: el primer festival era un monográfico de la relación entre Mozart y Salieri. Posteriormente el festival se ha ido abriendo pero esa es la vocación de la casa.

¿Cuáles son las cifras del festival?

El festival existe por el mecenazgo privado de la familia de Carmen Mateu. En nuestro presupuesto esa aportación supone casi la mitad del montante total. Del resto, aproximadamente, un treinta por ciento serían ingresos de taquilla, los patrocinadores privados supondrían un quince por ciento, las aportaciones de las administraciones públicas ascienden apenas al seis por ciento y el resto, residual, lo constituirían otros ingresos, como el alquiler de producciones, etc. La parte fundamental es la aportación de la familia de Carmen Mateu.

Sorprende que la aportación de las administraciones públicas sea tan residual.

Siempre se echa de menos, ciertamente. Pero no sólo por el dinero como tal sino por el respaldo que supondría posicionar festivales como el nuestro en el mapa europeo de festivales. Entre todos, sociedad pública, administraciones y medios de comunicación, deberíamos plantearnos qué sistema de festivales queremos proyectar en el exterior, donde nuestras citas no tienen el eco que sí tienen aquí sin embargo festivales como el de Salzburgo y tantos otros. Las administraciones deberían tener más criterio y coraje en el momento de decidir, con medio y largo plazo, qué modelo de festivales de verano queremos, entendido como una proyección de nuestra marca cultural en el exterior. Nuestra apuesta por la ópera y la danza es obvio que requeriría un mayor respaldo de las administraciones públicas. Los festivales españoles de verano tienen marcos naturales e históricos de primera magnitud, tienen una gran tradición, tienen una programación de calidad… nos falta creernos que todo eso se puede comunicar y vertebrar más allá de los Pirineos. No olvidemos ademas que nuestro país tienen en el turismo su principal negocio de cara al Mediterráneo. Y creo que es bueno que apostemos por un turismo de calidad que incluya ofertas culturales como estas en su perfil. Los festivales podrían ser estratégicos para este posicionamiento. 

En el caso de Peralada sí hay un vínculo evidente con el público francés, que es el más próximo. ¿Ha sido históricamente algo natural o se ha ido buscando y trabajando poco a poco?

Yo diría que ambas cosas: es evidente que somos el festival español situado más al norte, casi al lado de la frontera con Francia, y eso facilita el flujo de visitantes franceses. El Castillo de Peralada como tal siempre ha sido un punto patrimonial de interés para el turismo francés. Y de igual manera que en determinado momento de la historia de España mucha gente iba a Perpignan ha descubrir cierta apertura y cierta libertad, es verdad que los franceses han encontrado en Peralada un cierto oasis para unas vacaciones culturales. Y evidentemente esto lo hemos potenciado con presentaciones regulares en el sur de Francia -Montpellier, Perpignan, Toulouse- y también con una presentación anual en Paris a los medios franceses de la capital. Francia es un poco nuestro primer altavoz para saltar a Europa.

Nuestro público procede mayoritariamente del territorio de influencia de Barcelona y su área metropolitana, de las comarcas gerundenses y del resto de España. Desde un punto de vista geográfico, las comunicaciones nos están ayudando mucho a vertebrar la proyección del festival. Y cada vez más el visitante del festival es alguien que hace noche en la zona y está aquí dos o tres días, cosa que hace unos años pasaba.

También porque ahora el Festival ofrece programación continuada durante dos o tres días, como sucede ahora con el recital de Bryan Hymel, la función de Turandot y el concierto de Xavier Sabata.

Exacto. También lo hemos propiciado desde nuestra programación, desde luego. Lo bueno de todo esto es al fin y al cabo el impacto que el festival tiene en la región. Hicimos un estudio que proyectaba más de 12 millones de euros de impacto en el entorno local.

Las cifras de asistencia acompañan cada vez más al festival. Acaban de agotar localidades para las dos representaciones de Turandot. 

Sí, así es. Es una estupenda noticia, estamos contentos. Nos movemos en unos niveles de público de en torno a 25.000 espectadores cada año. Y no tenemos ninguna pretensión de crecer. Buscamos estabilizar, fidelizar… No pretendemos estar en ningún ranking. Al final un festival lo hace su público, que es quien crea una atmósfera y un estilo propios.  

En el caso de Peralada ha habido siempre una apuesta por las grandes voces como sello de identidad.

Sí, es algo que no tendría mucho sentido en un teatro público y estable, donde se pretende más un espectáculo completo, en el que la voz está al servicio de algo global. Pero es verdad que Peralada desde sus inicios ha tenido un cierto culto y estima por las grandes voces. De alguna manera en conexión con el Liceo, que fue también durante mucho tiempo un teatro de grandes voces por encima de todo. Que la propia Caballé fuese la inspiradora del Festival de Peralada ya marca un camino muy claro. Domingo, Carreras, Aragall… Han venido casi todos.

¿Casi? ¿Cuál le falta?

(Risas) Bueno, Pavarotti no estuvo. Y tampoco hemos tenido aún a Anna Netrebko. Pero hemos tenido a Kaufmann dos veces, a Flórez otro tanto, Radvanovsky hizo aquí su primer recital a piano… Es nuestra apuesta: presentar a un artista, involucrarlo con el proyecto y hacerlo parte de nuestra familia con el paso de los años. 

Celebran ahora los 30 años del Festival de Peralada con Turandot, una obra inédita aún en estas tres décadas de recorrido.

Así es, es el estreno de Turandot en Peralada. De Puccini hemos hecho ya aquí La bohème, Tosca, Madama Butterfly, Le villi, Gianni Schicchi e Il tabarro. Faltan Manon Lescaut, Suor Angelica y Fanciulla del West. Faltaba por descontado Turandot. Para nosotros hacer ópera es un esfuerzo descomunal. El auditorio está muy bien equipado pero no es un teatro. Y eso exige redoblar algunos esfuerzos. Los equipos de producción y técnicos son el alma de esta casa. Y desde hace tres años hacemos las producciones en nuestros propios talleres, implicando a gentes del territorio (herreros, ebanistas…). Todo esto da una autoestima especial a la hora de afrontar los retos. Cada año levantamos una nueva producción y eso implica 250 personas detrás del espectáculo para que todo funcione. No es nada fácil, y menos con una ópera tan exigente como Turandot, pero sacarlo adelante cada año, sin ser una estructura organizada estable, convierte cada edición del Festival de Peralada en una fascinante aventura.

Le preguntaba antes por cifras, ¿qué presupuesto lleva una producción como esta de Turandot?

La escenografía tan sólo lleva ya un coste de unos 150.000 euros Y con todo lo demás, cachés y demás, nos vamos a casi 800.000 euros. Habitualmente nuestras producciones de ópera se mueven entre 600.000 y 800.000 euros. 

¿Y cuál es el presupuesto general del festival?

Normalmente, ronda los tres millones y medio de euros. Pero este año, por la celebración de los 30 años, se ha hecho un esfuerzo y hemos llegado a los 4,2 millones. Pero el año próximo volveremos a movernos en cifras de 3,5 millones, ya lo avisamos (risas).

La apuesta por dos funciones escenificadas, ¿es algo que se plantean cambiar en algún momento?

Lo cierto es que no siempre funcionan tan bien como este año con la Turandot. El coste de explotación no es tan distinto en el salto de una a dos funciones; la escala empieza a ser importante conforme ascendemos a tres, cuatro o cinco funciones. Algo que a día de hoy es impensable aquí; habría que trabajar mucho en llenarlas y no parece fácil. Nuestra ocupación en años anteriores para estas dos funciones ha rondado el ochenta por ciento. La clave al final la marca el título por el que apostemos. Hacemos también encargos de ópera contemporánea, apostamos pro la nueva creación, pero no van al gran escenario del auditorio porque no saldrían las cuentas. También nos gusta recuperar patrimonio musical, pero de igual manera en formatos más reducidos. 

¿Y qué viene en 2017?

Poco le puedo contar (risas). Seguiremos ahí, con la misma apuesta por la ópera y la danza. Lo cierto es que no le puedo adelantar todavía un título. Peralada siempre ha programado muy tarde. Otello y Andrea Chénier, por ejemplo, se cerraron bastante tarde. Y siempre ha sido así, pero sería aconsejable cambiar esta cuestión, para tener acceso a más agendas de artistas. Pero esta es la realidad no sólo de Peralada sino de todo el sistema de festivales en España. De forma natural, las conversaciones sobre lo que vamos a hacer el año que viene las comenzaremos en otoño. Y esto no es bueno; pero es el pez que se muerde la cola: las aportaciones públicas se aprueban a toro pasado, la coyuntura es la que es… Y es una pena que sea así, con la capacidad que el tejido de festivales en España demuestra cada verano. Tendríamos que ser capaces de anticipar lo que vamos a hacer a tres o cuatro años vista. Aquí eso es algo impensable a día de hoy.

Un problema añadido es el hecho de que a los festivales se nos demanda siempre estrenar nuevos espectáculos. Esto dificulta las coproducciones, ya que muchos socios en otros teatros requieren también que el estreno sea en su ciudad. Nosotros no podemos estrenar aquí algo que ya se ha hecho fuera antes; se nos pide una nueva producción cada año y eso marca mucho el modelo de trabajo. Queda mucho por hacer… Estamos trabajando para establecer acuerdo con teatros y partners fuertes, que nos den musculatura e infraestructura. El objetivo principal es garantizar la continuidad y la proyección de lo que hacemos.

Siempre digo que forjamos fidelidades en el Festival de Peralada. La marca de un festival se construye también con la presencia de artistas de todo tipo que vuelven aquí una y otra vez. Nos gusta crear familia. Nos gusta ser poco originales, en este sentido. Es decir, poder fidelizar la presencia de artistas como Radvanovsky o Kaufmann y compañías como Comediants o La Fura es algo mucho más interesante que buscar la novedad por la novedad. Es algo que propiciamos como sello de identidad del Festival, al tiempo que propiciamos el debut de gente interesante y que merece la pena incorporar a esa familia.