Juliane Banse 

Juliane Banse, soprano: "La Schubertíada de Vilabertran es un segundo hogar para mí"

Más de dos décadas han pasado ya desde que Jordi Roch, fundador y alma mater de la Schubertida de Vilabertran, pusiera sus ojos en la voz de una joven soprano alemana, Juliane Banse, hasta el punto de tomarla como musa en el empeño de sacar adelante esta ya imprescindible cita estival con el lied en nuestro país. Dos décadas después de su primer concierto en este ciclo, Juliane Banse regresa este año para protagonizar dos conciertos -el primero de ellos el día 18, la cita inaugural de la Schubertiada-. La soprano alemana conversa aquí con Platea Magazine acerca de sus emociones y recuerdos.

Hoy y mañana participa en la inauguración del Festival de Lucerna, interpretando la “Sinfonía de los mil” de Gustav Mahler a las órdenes de Riccardo Chailly. Una ocasión única de interpretar una obra muy infrecuente.

Ciertamente es una obra muy especial. Requiere una gran fuerza -física, mental y emocional- por parte de todos los intérpretes y por supuesto por parte del director. Al comienzo de mi carrera solía cantar la parte de “Mater gloriosa”, si bien ahora me hago cargo de la de “Una poenitentium”. La he interpretado en varios conciertos y en algunas grabaciones, por lo que diría que la conozco bastante bien. En todo caso, cada nueva ocasión de interpretarla se convierte en una verdadera aventura.

En una conversación con Jordi Roch, el fundador de la Schubertiada de Vilabertran, él reconocía haber creado ese encuentro estival específicamente para usted, después de haberla escuchado cantar al comienzo de su trayectoria. ¿Nos podría contar esa misma historia pero desde el otro lado?

Recuerdo haber conocido a Jordi Roch en la Schbuertiada de Vorarlberg, en Austria. Él me dijo entonces que quería poner en marcha algo semejante en España y me tomó más o menos como la “musa” de ese nuevo festival. No en vano, en los primeros años de la Schubertiada de Vilabertran yo canté allí de forma continuada, pudiendo observar muy de cerca el desarrollo del proyecto. Es absolutamente maravilloso lo que Jordi Roch y su equipo han creado allí, en circunstancias a veces difíciles, sobre todo al principio, pero con un entusiasmo y una devoción fuera de serie. Vilabertran es siempre un lugar inspirador y algo parecido a un segundo hogar para mí. ¡Estoy muy feliz de celebrar el veinte aniversario de mi debut allí con tantos amigos!

Su repertorio operístico (mayoritariamente alemán) es bastante amplio, desde Mozart a la ópera contemporánea pasando por Beethoven y Wagner. De todos sus papeles, sin embargo, la crítica y el público han aplaudido de forma unánime su Leonora en Fidelio. ¿Qué significó para usted?

Este rol fue una gran oportunidad para mí. Tras negarme varias veces a hacerlo, Nikolaus Harnoncourt me convenció para cantarlo y para entenderlo de un modo completamente distinto a como lo había considerado hasta entonces, a la vista de cómo se venía interpretando. Esto es: más como un “Mozart tardío” que como un “primer Wagner”.

Trabajó varias veces con Nikolaus Harnoncourt, con Fidelio por ejemplo, sin ir más lejos. ¿Qué aprendió de él? ¿Qué le hacía tan especial?

Había en Harnoncourt una tremenda determinación, una inspiración sin igual para saber exactamente qué quería y cómo lo quería. Y creo que eso es algo que además lograba contagiar a cualquiera que trabajase con él. Estoy infinitamente agradecida por todos y cada uno de mis encuentros con él: se entregaba con verdadera devoción a la tarea de encontrar la verdad en cada partitura, cada vez más cerca de la idea original del compositor. Constantemente seguía buscando, investigando, preguntándose con una modestia que dejaba boquiabiertos a todos los que estábamos a su lado.

Trabajó también con otro gran director, quizá el más grande todos en las décadas pasadas: Claudio Abbado. ¿Qué recuerdos tiene de él?

Es tremendo estar precisamente ahora trabajando con la Sinfonía no. 8 de Mahler que precisamente Claudio Abbado debería haber dirigido hace cuatro años en Lucerna. Pensar que la enfermedad le obligó a cancelar y posponer el proyecto… y estar ahora aquí mismo, con esta obra… Conocí a Claudio Abbado muy al comienzo de mi trayectoria: él era un ser amabilísimo, generoso, y al igual que con Harnoncourt, uno sentía siempre la sensación de estar ante algo tremendamente humilde, que no tenía otro objetivo en la vida que servir al compositor y ayudar a la música a desarrollarse al nivel más alto posible. Abbado no conocía nada parecido al ego. Me considero tremendamente afortunada por haber trabajado con él.

Ha tenido ocasión de interpretar algunas de las obras de Schubert para la escena, como el bellísimo Fierrabras. ¿Por qué se escenifican tan poco, todavía hoy?

Las óperas de Schubert presentan varios e importantes retos. En ocasiones la música, aunque maravillosa, puede ser n quebradero de cabeza para los directores de escena, ya que la acción no avanza como debiera. Schubert no tenía demasiada experiencia en el código teatral y sus obras a menudo carecen de esos momentos clave en los que todo se precipita. Y al mismo tiempo permanece hoy todavía ese equivocado cliché que reduce a Schubert poco menos que a un compositor de lied y música de cámara. Personalmente, creo que las óperas de Schubert son verdaderas obras maestras y deberían ser objeto de un mayor esfuerzo para ponerse en escena.

En ocasiones se ha referido a sus comienzos como bailarina de ballet. ¿Cuándo y por qué cambió su vocación por la lírica?

Fue un cambio progresivo durante los últimos años de mi tiempo en la escuela. Y sobre todo, el cambio se precipitó cuando conocí a Brigitte Fassbaender, quien sería mi maestra en Múnich. Ella me dio la confianza que necesitaba para creer en mi voz y en mi talento y empezar los estudios en Múnich.

La última vez que cantó en Vilabertran fue en 2010. ¿Cómo ha cambiado su voz desde entonces? ¿Y qué programa nos presenta esta vez?

En esta ocasión el programa es una mezcla de mis compositores de lied preferidos. Por supuesto, hay una gran parte de piezas de Schubert, pero también un buen grupo de canciones de Brahms y algunas piezas de Henry Duparc. Creo que mi voz no ha cambiado demasiado desde mi anterior visita en 2010. Por supuesto, el instrumento ha madurado un tanto y ha ganado quizá algunos colores algo más oscuros. Pero creo que todo el mundo seguirá reconociendo mi voz (risas).

¿Hay en su agenda algún debut importante previsto? ¿Qué compromisos destacaría de sus actuaciones por venir?

El debut más importante para mí va a ser como profesora de canto en Düsseldorf, a partir del próximo mes de octubre; me apetece mucho. Antes de eso, en Francia, cantaré tres funciones de Lohengrin en concierto, retomando la maravillosa parte de Elsa, que ya había cantado antes en Amsterdam. Y el siguiente compromiso será la parte de Angèle Didier en Der Graf von Luxemburg de Léhar. Un menú muy variado de compromisos, por tanto; algo, debo decir, que me encanta.

Más información: http://www.schubertiadavilabertran.cat/es/