Marina Monzo 2017

Marina Monzó, soprano: "Soy joven pero no tengo miedo"

Con tan sólo veintitrés años, Marina Monzó (Valencia, 1994) se ha destacado ya como una de las voces más prometedoras de su generación. En apenas un año y medio de trayectoria profesional, su nombre se ha hecho ya un hueco en algunas temporadas líricas de nuestro país. De hecho ha actuado ya con ABAO, con la Fundación Juan March, con Ópera Aragón o con la Ópera de Las Palmas.

Estos días ultima su debut como Oscar en Un ballo in maschera en la temporada lírica de A Coruña. A la vista están ya sus próximas funciones de La sonnambula en Vigo y Santiago, su actuación en La favorita del Teatro Real y La tabernera del puerto en el Teatro de la Zarzuela. Pero no hablamos tan sólo de un talento local. Acaba de regresar de Pesaro donde ha participado en las representaciones de La pietra del paragone, en el Rossini Opera Festival. Y el próximo verano el Teatro San Carlo de Nápoles, mítico templo de la lírica, acogerá su debut como Gilda en Rigoletto.

En Platea Magazine tenemos el honor de que nos conceda su primera entrevista.

Es un tópico decir que es joven, cosa evidente por otro lado. Al margen de la juventud, lo cierto es que va todo muy rápido en su todavía corta trayectoria profesional. Me imagino que vive una mezcla de sentimientos, desde la excitación al miedo pasando por la responsabilidad. 

Sí, es un poco extraño lo que me está pasando. Suelo ser la cantante más joven en todos los repartos donde participo. Soy joven, sí, pero no tengo miedo a afrontar lo que tengo por delante. Es más un cierto vértigo por lo rápido que van las cosas. Pero creo que está llegando todo en su momento justo y me siento preparada para cada paso que estoy dando. Siempre que yo vea que tengo por delante algo que yo no puedo abarcar, no me comprometeré a hacerlo. Realmente lo que siento son muchas ganas de cantar y de seguir aprendiendo y disfrutando con lo que hago.

Realmente, ¿cuánto tiempo de carrera lleva a sus espaldas? ¿Cuándo podríamos decir que fue su debut oficial?

Fue con La sonnambula en Bilbao en enero del año pasado, en 2016. Llevo pues apenas año y medio de carrera, muy poco.

Ese episodio de Bilbao, su debut, fue además algo bastante precipitado.

Sí, me acuerdo perfectamente porque me avisaron el 21 de diciembre para ver si estaba libre para viajar ya a Bilbao el 4 de enero y empezar los ensayos. Yo entonces de La sonnambula tan sólo había estudiado el aria de final. Como era un reparto Berri, me lo pensé, miré el papel y acepté el reto. Estudié la parte en apenas diez días y me lancé a cantarlo. Y fue muy bien, la verdad. Después mi compañera Elena Sancho tuvo una indisposición y terminé haciendo unos días de Lisa y otros de Amina. Fue una locura pero bonita. Yo había estado en todos los ensayos porque hacía de cover de Jessica Pratt y más o menos la parte de Lisa la conocía, digamos, de oídas. Y de nuevo me la tuve que aprender de un día para otro.

¿Dónde comienza su vinculación con el canto, con una aspiración profesional digamos?

Sí, yo empecé con dieciséis años en el Conservatorio de Valencia y allí prácticamente tuve un profesor diferente cada año; la situación allí es un poco particular con esto. En el Superior me pasó lo mismo: empecé con Patricia Llorenç, luego estuve con Pilar Moral, después con Ofelia… Pero en realidad con quien estudio siempre y quien me va guiando es Isabel Rey. Con ella voy cada poco tiempo a hacer un cierto chequeo vocal.

¿Ella es entonces su única referencia vocal estable, digamos?

Sí, como referencia estable sólo Isabel. Lo que es cierto es que siempre intento hacer clases magistrales con gente que me interesa y de la que creo que puedo aprender algo, como con Mariella Devia, con Alberto Zedda o con Renata Scotto. A mucha gente las clases magistrales no les convencen demasiado porque hay poco tiempo para trabajar, son un tanto apresuradas, etc. Lo entiendo pero creo que si sabes quedarte con los recursos clave que maneja cada cantante o cada maestro y aplicándolo luego a tu instrumento, al final te vas componiendo tu propia forma de entender tu voz y el canto.

Su idea de la técnica no es entonces algo fijo sino que se trata más bien de ir tomando de aquí y de allá los elementos que mejor puedan servirle.

Exacto. Igual me equivoco pero a mí es lo que me sirve. Al final cada cantante tiene sus propias sensaciones y canta en función de eso. No puedes coger al cien por cien las indicaciones de un maestro porque a lo mejor a tu instrumento no le van bien y tienes que intentar adaptarlas, precisamente, a tus sensaciones. Con Isabel Rey, por ejemplo, sí tenemos una gran identificación y todo lo que me dice me cuadra sin necesidad de hacer mayores ajustes. Creo que a cada voz y a cada persona le funcionan cosas diferentes. No creo en una técnica única e igual para todos. En realidad porque no todos somos iguales, nuestro cuerpo cambia, tenemos percepciones distintas, etc.

Con Isabel Rey, además, se da un cierto paralelismo porque ella también empezó en la lírica siendo jovencísima. Me imagino que las sensaciones trabajando con ella son muy especiales.

Sí, además es increíble porque ella debutó también en Bilbao con La sonnambula cuando tenía 21 años. Es una coincidencia tremenda. Las dos partimos de una base muy natural del canto. Isabel sí ha conseguido que yo intente canalizar eso tan natural a través de la técnica. Porque cantar por sensaciones naturales tiene un punto de caducidad cuando pasan los años y al final se trata de saber con qué recursos técnicos produces el sonido, al margen de esas sensaciones que son también muy importantes para un cantante. Lo que ahora me resulta fácil quizá con el tiempo no lo sea tanto y eso sólo se salva con técnica.

Al hilo de esto, escuchándola se tiene la sensación de que hay un tremendo dominio técnico pero también una cierta idea natural del canto, llamémoslo talento natural o facilidad innata. 

Yo he cantado siempre, desde que era niña. Empecé entonces realmente cantando en el coro del Palau de Les Arts, con las voces blancas. Yo entonces estudiaba flauta travesera. Me sugirieron estudiar canto, pero no me terminaba de animar. Hasta que finalmente lo hice, compaginé canto y flauta y terminé decantándome por el canto, claro.

Mucha gente le ha conocido, al margen de por sus actuaciones, por las clases magistrales con Juan Diego Flórez que se retransmitieron a todo el mundo por Internet. Con Juan Diego creo que hay también un feeling especial y mutuo.

Sí, con él he tenido una estupenda química desde el principio. Canté con él en el concierto de Pesaro por su veinte aniversario allí, también en un concierto en el Teatro Real y finalmente esas masterclass.

Ahora viene su debut como Oscar en Un ballo in maschera, en la temporada lírica de A Coruña. Mucha gente ve este rol con cierto reparo, hay gente a la que le resulta un tanto irritante. Creo que usted lo defiende con buenos argumentos.

Sí, yo entiendo esa idea, esa crítica que se hace porque muchas veces el papel de Oscar se ha cantado de forma un tanto repelente. Pasa lo mismo con la Sophie de Werther. Son personajes que en mitad de todo el drama aparecen de repente, con otro aire y pueden resultar molestos. Yo creo en el contexto de la ópera el papel de Oscar es vivaz, sí, pero no debe sonar frívolo. Hay que enfocarlo como si fuese una Gilda, que suene joven y ligero pero que no suene demasiado informal. Hay que buscar ese equilibrio. 

Hablando de Gilda, a la vista está ya su debut con ese papel, nada menos que en el San Carlo de Nápoles, el próximo verano.

Sí, me hace mucha ilusión. Da mucho respeto pero también me apetece mucho. A la vista tengo también La tabernera del puerto en el Teatro de la Zarzuela y antes haré unas funciones de La sonnambula en Vigo y un papel en La favorita del Teatro Real, este otoño.

¿Le está resultando sencillo que los teatros españoles cuenten con usted?

Al principio, claro, hay que hacer audiciones; unas salen bien, otras no tanto… Pero es normal, esto funciona así. Al final hace más el boca a boca, el que te escuchen y hablen bien de tu trabajo.    Para mí es importante que esto vaya poco a poco, que todo aparezca cuando tiene que aparecer. Eso es lo que te hace tener los pies en la tierra: las cosas que pasan, suceden porque tienen que pasar y las que no pasan, porque todavía no es su momento o porque simplemente no tienen que pasar. 

Me imagino que le habrán propuesto ya cantar alguna barbaridad.

Sí, ¡la Reina de la Noche por ejemplo! (Risas). En fin, tiempo habrá. Yo espero tener cabeza para saber qué puedo hacer en cada momento. Desde luego, no tengo ninguna prisa. Soy muy joven y tengo todo el tiempo por delante.

Mirando su agenda donde más veces ha cantado probablemente sea en Pesaro.

Sí, seguramente. Estuve allí el año pasado en la Accademia y este año me volvieron a llamar para las funciones de La pietra del paragone. Y estoy muy contenta trabajando allí, la verdad. Iré también con ellos a Omán, aunque de cover de Olga Peretyatko en L´occasione fa il ladro. En Pesaro se dan muchas oportunidades a la gente joven y son muchos los cantantes que han empezado allí su trayectoria, actuando un año tras otro en el festival.

Su voz, parece evidente, es la de una lírico ligera de manual. ¿La siente también así?

Sí, yo creo que tengo una voz típica de soprano lírico ligera. Lo que sea en un futuro francamente no lo sé y no me preocupa demasiado ahora mismo. La evolución de una voz es un mundo. Yo confío en que sea algo natural, al hilo de mi desarrollo físico y mi madurez personal.