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Lo que Schoenberg ha unido

Santa Cruz de Tenerife. 13/01/17. Festival de Música de Canarias. Schoenberg: Gurrelieder. Iréne Theorin (Tove). Nikolai Schukoff (Waldemar). Charlote Hallenkant (Waldtaube). Andrew Foster-Williams (Bauer / Narrador). Gustavo Peña (Klaus). Orquesta Sinfónica de Tenerife. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Coro Filarmónico Eslovaco. Coro de la Ópera de Tenerife. Josep Pons, dirección musical.

Schoenberg era y es aún hoy en día capaz de todo. Ahí tienen su maravillosa música y sus maravillosos Gurrelieder como excelente muestra de una evolución personal que supuso una de las mayores revoluciones de toda la historia de la música y que han servido para unir, por primera vez, a las dos orquestas canarias más significativas sobre un mismo escenario. La Orquesta Sinfónica de Tenerife y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, junto al Coro de la Ópera de Teneriffe y el Coro Filarmónico eslovaco, se pusieron a las órdenes de Josep Pons, quien reunió además a un solvente y destacado reparto de solistas para dar vida a los textos de Robert Arnold.

Y es que estos Gurrelieder son una de esas obras grandilocuentes tan del gusto de Pons. Ya los dirigió en Barcelona, en 2008 (con el resultado en DVD, igual que la malograda grabación de su Octava mahleriana), y por supuesto se hizo cargo de ellos en 2004 al frente de la Orquesta Nacional de España, mas sin embargo no parece terminar de cogerles la medida. La lectura es correcta, pero no definitiva. Analítica, pero no sentida.

Encontramos en la música del compositor vienés ciertos rasgos ya heredados de sus antecesores, con diferenciaciones entre sus semejantes, léase Schreker, Webern o Zemlinsky por ejemplo y todos ellos con el atonalismo como evolución alcanzada para el resto de compositores. ¿Necesita la evolución de la violencia de la revolución para dar sus mejores frutos? Bueno, con Schoenberg se evidencia que sí, y es que el compositor vienés era, por encima de todo, un revolucionario. Y Pons tiene rasgos muy positivos, pero no revolucionarios en su batuta.
    En esta ocasión, donde contó con un reparto parecido al escuchado en aquellas oportunidades, no se logró la sonoridad camerística tan propia de esta "masa instrumental" matizadísima por Schoenberg. Los Gurrelieder, divididos en tres partes diferenciadas, fueron compuestos por Schoenberg a lo largo de más de una década (1900 – 1911), tiempo más que suficiente para que el compositor desplegase el inicio del atonalismo y el serialismo. Así, nos encontramos con esta espectacular ¿cantata dramática? (lo cierto es que se hace difícil denominarla) que vuela desde el más voluptuoso postromanticismo wagneriano en la primera parte hacia un final ya de tintes mahlerianos, atonalista efectivamente, pensemos que para entonces ya había compuesto Erwartung o las Piezas para orquesta con su particular uso del cromatismo, y haciendo uso del sprechgesang, de lo lírico a lo teatral, siempre a través de un entramado colosal de motivos y temas sostenido por una orquesta gigantesca que sin embargo el compositor consigue apartar de una concepción monolítica o torrencial del sonido, siempre cargada de sutilezas que hacen de esta una obra especialmente delicada a la hora de concebirla y plasmarla.
    Sin conseguir llegar al detalle, a la dinámica más sensible, las dos orquestas canarias dieron de lo mejor de sí en las partes más contundentes, junto a los coros reunidos, que tuvieron a la acústica del Auditorio de Tenerife como aliado en cierto modo, como enemigo en otro, al mitigar la potencia de las formaciones.

Entre los solistas, destacar la intervención inmaculada de Iréne Theorin como Tove, todo un privilegio en su breve intervención y la detallada, dentro de los límites de su instrumento, visión de Nikolai Schukoff, todo un experto en la obra que ha llegado a cantar en su estreno mundial en China. Impresionó para bien la Waldtaube de Charlotte Hellenkant y acertados estuvieron Andrew Foster-Williams como Narrador y Gustavo Peña como Klaus.

Lo que Schoenberg ha unido, sí viva por separado con identidad propia y nexos en común, y que vuelvan estas orquestas a encontrarse nuevamente; pero sobre todo, que sean siempre respetadas por sus responsables.

Foto: Festival de Música de Canarias.