Gardiner BRSO 

Gardiner y el control de la amalgama

Múnich. 23/02/2017. Gasteig. Chabrier: Overtura (Gwendoline), Suite pastorale. Fête Polonaise (Le Roi malgré lui), España. Debussy: Images. Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks. Dirección: Sir John Eliot Gardiner

Hace algo más de 20 años que Sir John Eliot Gardiner reiteraba, a través de la casa discográfica Deutsche Grammophon y la Wiener Philharmoniker, su particular interés por la música francesa –ya evidenciado a través de Berlioz y su primer disco (L’Oiseau-Lyre, 1968) – con la grabación de repertorio orquestal de Alexis Emmanuel Chabrier, un precursor del impresionismo prácticamente desconocido, si no fuese por su celebérrima rapsodia para orquesta, España.

La biografía de Chabrier, cuya primera ocupación le sitúa diecinueve años como funcionario del Ministerio de Interior, nos hace seguramente entender mejor la meticulosa naturaleza compositiva de su obra. No fue hasta pasados los cuarenta años que el compositor francés pudo dedicarse exclusivamente a la música, en gran medida gracias al apoyo de Charles Lamoureux, uno de baluartes de la introducción del repertorio wagneriano en la capital francesa. En Chabrier encontraremos desde el sabor tradicional (partiendo del propio país, con Le plus jolies chansons du pays de France), el melodismo típico de la operetta, hasta un reconocible gusto por las armonías wagnerianas, por nota influencia de su mentor.

El programa que se ofreció en el Gasteig de Múnich, amén de la dirección, tiene dos patentes virtudes: lógica y equilibro. La primera parte, pese a su contención, fue capaz de mostrarnos la ecléctica paleta de Chabrier: la citada inspiración armónica wagneriana en la obertura de Gwendolin, el interés por la comedia a través de Le Roi malgré lui (de reconocida influencia para Ravel) y su eximio galanteo con el folklorismo, comenzando por el polaco en la Fête polonesa y terminando por la señalada rapsodia. Las dos últimas piezas se tornaron además en un áncora perfecta para la segunda parte, íntegramente dedicada a Debussy y a su versión para orquesta de Images, su mayor composición orquestal en absoluto. En aras del equilibro en el discurso Sir John Eliot Gardiner propuso las Rondas de printemps, última imagen de Debussy, como arranque de esta segunda parte, para recrear en cierto modo la estructura con la que habíamos llegado al descanso y concluir con las piezas de inspiración folklórica, acción más que efectiva en aras de asegurar una respuesta positiva de buena parte de la platea.

Una orquesta alemana, un director inglés, y repertorio francés con buena parte de retrogusto español era sin duda un coctel que necesitaba mensura en su elaboración, y si hay algo que Gardiner transmitió con su batuta es seguridad. Su trabajo filológico se puso de manifiesto en muchos aspectos: la separación de niveles y planos sonoros, de la que Debussy habría particularmente disfrutado, la variedad tímbrica, le sfumature y, en sobremanera en esta velada, en el control de la amalgama. 

Resulta evidente que cuando Gardiner propuso semejante programa era más que consciente de quien atendía sus gestos. La Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunk es sin duda una de las mejores orquestas de la actualidad, acostumbrada además desde hace más de una década a una batuta precisa a la par, como la de Mariss Jansons. La velada de hoy no podía ser diversa, volviendo a mostrar su empaste, su equilibrio entre secciones, su reconocido timbre. Especial mención merece el exquisito trabajo de las secciones de viento madera y metal, en particular en aquellas de raíz costumbrista, motivados también por el singular empuje de Gardiner, a quien el énfasis le llevaba a exceder el espacio natural concedido por el podio desde el que comandaba, en detrimento de un gesto inicial algo más contenido. Pasajes como las consecuciones de ritardando (o rit. molto) y a Tempo de la Fête polonesa de Chabrier son los que demuestran hasta qué punto puede llegar la sutileza y el buen gusto del caballero británico, sea cual fuere la génesis de la obra. No hay nada más sencillo que convertir tal tipo de inspiración en un episodio adocenado…  pero nada más lejos de lo que aconteció.