niña orquesta 

La música clásica, todavía un mundo de hombres 

Una reflexión en el Día Internacional de la Mujer 

Bajo una apariencia seguramente no tan violenta, llamativa o sangrante como en otras realidades, lo cierto es que el mundo de la música clásica sigue practicando hoy en día una variante callada y honda de machismo. O si el epíteto se les hace muy grande, una variante muy singular de discriminación entre sexos. La misma que antaño, y aún hoy en casos concretos, se practicase con los músicos negros. Se trataba, en ese caso, de una discriminación social: y es que si no hay apenas directores negros es por una cuestión de renta, de capas de población, ni más ni menos. Pura cuestión de acceso social a un itinerario formativo y profesional, por descontado al margen del talento. En última instancia, pues, hablamos de igualdad de oportunidades, lo llamemos como lo llamemos.
 
En el caso de las mujeres la situación no tiene tanto un perfil social sino que se resume en puro prejuicio, en la idea -anclada en el tiempo- de que las mujeres no tenían talento para las artes. Tremenda boutade, desde luego, pero de consecuencias realmente trágicas, en pleno siglo XXI, cuando todavía cuesta encontrar mujeres empuñando la batuta en un podio. Por descontado, poco a poco, las mujeres han ido encontrando asiento en los atriles de las orquestas sinfónicas, donde no hace tanto el paisaje era uniforme y masculino. En el caso de la lírica se da por supuesto una excepción, pues por imperativo artístico es necesario contar con mujeres, con voces femeninas, para sostener prácticamente cualquier reparto de una representación, excepción hecha de Billy Budd y pocas partituras más.
 
Que en pleno 2017 todavía sea noticia la titularidad de una mujer al frente de una orquesta es la mejor prueba de que el problema y la discriminación persisten. No por obvio hay que dejar de repetirlo: no es una cuestión de talento, ni siquiera de preparación, es una cuestión de igualdad de oportunidades en el acceso a un mercado laboral. Y es que por mucho que un eurodiputado imbécil sostenga que las mujeres son más débiles, más pequeñas y menos inteligentes, la realidad lo desmiente: las mujeres, y no deberíamos decirlo sólo un día al año, son fuertes, grandes e inteligentes.
 
Ahora más que nunca, cuando comienza a haber mujeres en puestos de responsabilidad relevantes para la clásica, dentro y fuera de nuestro país, es hora de poner en valor el papel de las mujeres en este ámbito cultural y laboral, que ha sido por norma un mundo de hombres blancos y con un marcado sesgo aristocrático. La niña del vídeo es la mejor demostración de que ellas también pueden y quieren, sólo es cuestión de igualdad de oportunidades.