Oksana Lyniv

 

Oksana Lyniv: “La intuición en la música tiene un límite”

Su primer Holandés errante, su primer Wagner y su primera vez en el Liceu. Y a buen seguro la primera mujer que dirige una ópera de Wagner desde el foso en nuestro país. La ucraniana Oksana Lyniv (Brody, Ucrania, 1978) es una de las directoras con más proyección del panorama internacional. No en vano es la nueva batuta titular de la Ópera de Graz, en Austria, tras varios años como asistente de Kirill Petrenko en la Bayerische Staatsoper de Múnich. Cercana, incluso risueña, habla con suma transparencia sobre su trayectoria hasta aquí, tremendamente apasionada con su trabajo e ilusionada también con los proyectos que espera desarrollar en su país.

Obviamente usted es una mujer y se dedica a la dirección de orquesta. ¿Por qué debería verla más como una mujer que como una directora, o viceversa? ¿Ha tenido la sensación de sentirse una “intrusa” en un mundo que, por desgracia, todavía hoy parecer ser más propio de hombres?

Mentiría si le dijese que no hay diferencias. Sobre todo es difícil empezar, demostrar tu talento al principio. Quizá no sea fácil tampoco acceder a los estudios de dirección, en el caso de muchas mujeres, pero creo que ahí hay más posibilidades. El reto más importante viene después; el momento más complicado es el salto desde tu formación a tus primeros compromisos profesionales, conseguir ganarte la confianza de quienes te contratan por primera vez y no dejan de ver en ti a una mujer antes que a un director de orquesta. El talento y el esfuerzo son fundamentales, pero también hay que tener suerte y esto es quizá lo más injusto. Al final, el hecho de ser mujer te obliga a demostrar el doble cada vez que alguien te invita a trabajar con una orquesta. Esto da lugar a veces a situaciones divertidas, también conviene un poco de desenfado con esto: en un ascensor me han llegado a preguntar qué tal era el director, cuando era yo misma (risas). También es verdad que la mentalidad de cada teatro y cada país es diferente. Aquí por ejemplo en Barcelona me he encontrado con un equipo de gente muy abierta, con ganas de trabajar y sin prejuicios.

Sin embargo ahora parece que ha demostrado ya sobradamente su valía. Creo que a la vista de su agenda ya nadie mira ni valora su trabajo como la labor de una mujer sino como la labor de cualquier otro director de orquesta.

Creo que ahora mismo me encuentro en un periodo muy productivo de mi vida. La profesión de director de orquesta es un camino de largo recorrido, una carrera de fondo. Ahora mismo toda mi vida gira en torno a mi agenda profesional y eso me exige manejar muy bien mis tiempos, mis energías, mis emociones… y no es fácil encontrar un buen equilibrio entre mi vida personal y mi trabajo en el podio. A veces parece que la vida familiar se reduce a eso que pasa entre un compromiso y otro en mi vida profesional y eso es complejo de asimilar. Pero al fin y al cabo esta es mi decisión, esta ha sido mi apuesta durante estos años y ahora todo parece que comienza a cuajar y a mostrar cierta inercia y buenos resultados en forma de compromisos artísticos cada vez más importantes e interesantes para mí, como este Wagner en el Liceu o mi reciente posición como titular en Graz. Ahora mismo, lo tengo claro, es un momento clave para mi futuro profesional y no puedo relajarme ni un minuto. Quizá con el paso del tiempo pueda pensar en esto de otra manera, pero a día de hoy vivo casi al cien por cien dedicada a mi apuesta profesional.

¿Sabe que es la primera mujer en dirigir una ópera de Wagner en el Liceu y probablemente en toda España?

¿En serio? ¡No lo sabía! Esto es genial (Risas). Me alegro mucho. ¡Es también mi debut con Wagner! No sólo mi primer Holandés errante, sino mi primer Wagner absoluto. Creo que es el inicio perfecto con Wagner. En Múnich con Petrenko hicimos todo el Anillo, también Meistersinger… tengo pues una cierta familiaridad con Wagner, pero estas funciones en el Liceu serán mi primera vez con una partitura suya en el foso.

“Ser mujer te obliga a demostrar el doble todo el tiempo”

El reciente compromiso en Graz como titular se suma a su agenda en Múnich y de alguna manera se diría que es un justo premio a su labor allí, como asistente de Kirill Petrenko.

Mi compromiso con la Bayerische Staatsoper concluye el próximo mes de julio y a partir de septiembre tomaré posesión como titular en la Ópera de Graz. Me siento muy honrada con este nombramiento. Será mi primera posición estable en un teatro, en una institución. Es realmente increíble porque los últimos años han sido un tanto complicados para mí. Realmente llegué a Múnich sin ser apenas conocida, más allá de mi tercera posición en el Concurso Mahler de Bamberg en 2004. Mi decisión entonces fue la de labrarme una agenda por mi cuenta, sin ir forzosamente de la mano de una agencia. Ya entonces, en 2004, hablé con Marina Mahler y ella misma me dijo que debía tomarme tiempo para conocer este negocio desde dentro, aprender idiomas. Al final la preparación y el talento son sólo un ingrediente dentro de un mapa mucho más complejo. La intuición a la hora de hacer música tiene un límite más allá del cual es forzoso contar con experiencia. A partir de entonces, como le decía, me concentré en serio en ampliar mi formación, ahora en Alemania tras mis estudios en Ucrania. Trabajé en Dresde con un estupendo profesor, Ekkehard Klemm. Él me orientó muy bien a la hora de cubrir los vacíos que traía conmigo tras mis estudios en Ucrania, que no deja de ser un país que pasó muchas décadas bajo la Unión Soviética. El nivel educativo allí es muy bueno pero con carencias puntuales. Por ejemplo, la música producida en Europa durante los últimos treinta o cuarenta años no estaba presente en mi país. Mi tiempo en Dresde me ayudó a completar todo esto.

¿Y cómo llegó a Múnich?

Tras ese tiempo formándome en Alemania regresé a mi país y trabajé en la Ópera de Odessa. Ucrania no tiene tan buenos contactos profesionales con Europa como pudiera pensarse. No hay un aislamiento pero tampoco hay una circulación y un intercambio artístico fluidos. Pasé cinco años en la Staatsoper de Odessa y tenía la sensación de que debía tener la ambición de buscar algo más allá. Sin embargo todo pasó de un modo imprevisto, como tantas cosas buenas que pasan en la vida. Todo parte del concertino de la Filarmónica de Israel, Ilya Konovalov. Resulta que los padres de su esposa son de Odessa. Él estaba de visita en Odessa, por razones familiares, y vino al teatro a ver una función que yo dirigía. Es curioso, por cierto, que el teatro de Odessa sea tan semejante al de Graz… cosas del destino. En todo caso, Ilya Konovalov vino a verme al camerino en la primera pausa de la Madama Butterfly que estaba dirigiendo yo allí. Me dijo muchas cosas buenas y me animó a buscar una proyección más allá de Ucrania. Ilya Konovalov habló de mí con varios directores directamente, pues quizá alguno estaba buscando a alguien de mi perfil para trabajar con él como asistente. Y así fue como llegué hasta Kirill Petrenko y la Bayerische Staatsoper. Fue algo increíble cuando recibí esa llamada. ¡Estaba precisamente en España! (Risas)

¿En serio?

Sí, sí, estaba en una tournée con la Ópera de Odessa, dirigiendo una quincena de funciones de Il trovatore, Tosca, Barbiere y Turandot, por distintos teatros y provincias.

¿Y Petrenko la escogió sin haberla escuchado trabajar antes?

Éramos varios los candidatos para el puesto, obviamente. A todos nos pidieron ejemplos en vídeo de nuestro trabajo, con distintas piezas, etc. Posteriormente Petrenko me invitó a Múnich para hablar, simplemente hablar e intercambiar impresiones y conocernos. Me dijo no tener ninguna duda sobre mi capacidad y mi preparación para el puesto. Yo no podía estar más contenta entonces. Después tuvimos una reunión a tres bandas con el intendente de la Bayerische Staatsoper, Nikolaus Bachler, que puso todas las facilidades para que la decisión de Kirill Petrenko de contar conmigo fuese adelante. Yo sabía que estaba de algún modo ante la oportunidad de mi vida, una gran ocasión para demostrar mi valía y labrarme una posición profesional importante. El primer año fue más difícil para mí, pues no contaba con ningún concierto ni representación a mi cargo, sólo labores de asistencia de puertas adentro, digamos. Pero con maravillas como Die Frau ohne Schatten o La clemenza di Tito, por ejemplo. La temporada siguiente debuté allí precisamente con la reposición de La clemenza di Tito, una pieza que adoro, en la que hay tres estilos distintos, desde el singspiel de Zauberflöte, un cierto tono de opera seria como admiración y agradecimiento a los compositores anteriores y un paso más adelante también, ya apuntando hacia el romanticismo. Funcionaron muy bien esas funciones con La clemenza y Nikolaus Bachler me propuso otro gran paso adelante, hacerme cargo de la reposición de Lucia di Lammermoor en el Festival de julio, con Diana Damrau. El debut con Clemenza fue en octubre de 2014 y en 2016 recibí ya invitaciones de otros teatros, como Graz. De modo que todo ha sucedido muy rápido, con gran intensidad y de forma casi vertiginosa para mí, apenas en dos años.

¿Cómo es trabajar con Petrenko?

Maravilloso. Él sabe siempre lo que necesita. Tiene una claridad estructural extraordinaria. Nos entendemos muy bien. Creo que comprendo bien el ideal de sonido que busca siempre, también el modo de elaborar las transiciones entre tiempos, etc. He aprendido muchísimo de él, sobre todo a la hora de abordar una pieza musical compleja hasta el punto de hacerla más viable, más fácil incluso de comprender y desarrollar. Con Petrenko hasta lo más complejo resulta al final obvio y natural. Esto pasó por ejemplo con Die Soldaten, una de las mejores experiencias que he tenido trabajando con él. Lo recuerdo perfectamente: durante el primer día de ensayos pasamos hora y media con sólo una página de la partitura. Recuerdo lo que pensé entonces: a este ritmo, esto se va a hacer muy largo (risas). Pero fue una experiencia extraordinaria, ese nivel de precisión, esa minuciosidad. Yo me ocupaba en esas funciones de la percusión interna y nos comunicábamos por un interfono, sin vernos más allá de unas pantallas. Era como estar hablando con el espacio (risas). Fue increíble, lo recuerdo como estar haciendo neurocirugía. En Die Soldaten además no hay dos compases que siquiera se parezcan, la concentración debe ser máxima.

"Trabajar con Petrenko es como practicar neurocirugía"

¿Tiene planes para seguir dirigiendo en Múnich o su agenda se va a concentrar a partir de ahora en Graz?

Mi próxima temporada ya estaba planificada cuando acepté mi posición en Graz. No obstante se trata de un puesto tan importante, recae sobre mi tanta confianza y tanta responsabilidad, que he tenido que hacer algunos ajustes en mi agenda. En Graz me ocupo tanto de la dirección musical de la temporada lírica como de la dirección musical de la Orquesta Filarmónica de Graz, con su programación sinfónica. Me ocuparé en Graz de tres nuevas producciones: Eugene Onegin de Tchaikovsky, Ariane et Barbe-Bleue de Dukas e Il viaggio a Reims de Rossini. Por esto he tenido que cancelar varios compromisos, dentro y fuera de Múnich. No obstante allí me ocuparé de la reposición de la genial Lady Macbeth de Shostakovich. Por desgracia no podré estar en las funciones de Lucia di Lammermoor con Damrau y Flórez. Tampoco he podido asumir una Rusalka en Bremen, una lástima porque adoro esa partitura. Pero lo tengo claro, ahora mismo Graz es mi prioridad absoluta.

No obstante creo que tiene además importantes proyectos en Ucrania, como una joven orquesta y un festival en Lviv.

Mi creciente posición profesional me da también la oportunidad de pensar en mi país e intentar que allí cambien algunas cosas, más allá de dirigir allí puntualmente. Por eso he impulsado el proyecto de una joven orquesta en Ucrania que comenzará este mes de agosto, al hilo del festival Lviv Mozart que yo misma he impulsado también, dedicado a la figura de Franz Xaver Mozart, hijo de Wolfgang Amadeus Mozart. La Youth Orchestra of Ucrain tocará junto a la Bundesjugendorchester de Alemania, en un intercambio muy importante para los jóvenes músicos de mi país, que saldrán así a tocar en Berlín y en Bonn. Haremos el triple concierto de Beethoven, una obertura de Franz Xaver Mozart y una pieza de Borys Lyatoshynsky, un compositor ucraniano del siglo XX. Es un proyecto muy emocionante para mí. Confío en que sea el inicio de una red creciente de contactos musicales entre mi país y otros lugares en Europa donde hay una actividad musical más rica y estable.