noseda 1

Gianandrea Noseda: "Ya no se canta Verdi como se debe"

Gianandrea Noseda, quien nos recibe en plena gira por España, es seguramente uno de los directores de orquesta más eclécticos y prolíficos que podemos disfrutar en la actualidad. Inició su carrera con la Orquestra de Cadaqués y tras pasar por Rotterdam y el Mariinsky ha sido director principal de la BBC Philharmonic, siendo ahora su Director honorífico. A día de hoy acaba de asumir la titularidad de la Washington National Symphony Orchestra, que compaginará con el Regio de Turín y los cargos de Principal director invitado en la Israel Philharmonic y la London Symphony Orchestra.

Se encuentra usted en plena gira por España con dos sinfonías muy conocidas, las Quintas de Beethoven y Mahler, que comienzan ambas con característica repetición de cuatro notas… ¿Es esto una mera coincidencia? ¿podemos hallar nexos en común?

Bueno, son dos sinfonías en tonalidad menor, pero la elección en este caso viene porque Mahler era un director de orquesta fabuloso, que dirigió en muchas ocasiones la Quinta de Beethoven. Es muy interesante lo que apunta de las cuatro notas en ambas, quién sabe si Mahler tuvo en consideración a Beethoven cuando compuso su Quinta sinfonía, ¡pero quién sabe si tenía una idea escondida en el cerebro! (risas)
Son dos sinfonías maavillosas con gran carga de sturm und drang, con verdadero drama en su interior que termina resolviéndose de forma similar. El discurso es similar, tenemos un drama, ya digo, muy fuerte, de hecho la Quinta de Mahler comienza nada menos que con una marcha fúnebre. Y con todo son las sinfonías más conocidas de sus compositores.

De hecho, la Quinta de Mahler contiene el famoso Adagietto, seguramente su música más conocida, con tantas visiones diferentes sobre ello, sobre sus tempi, sobre su significado, ¿Cuál es su visión?

Creo que claramente debe ser abordada en tres tiempos: primer y segundo movimiento por un lado, el scherzo central se debe dirigir como una sola unidad, pues por algo es el primer movimiento que él concibió en el verano de 1901. Es el movimiento más complejo de la sinfonía. Tras una pausa de dos, tres minutos, ha de entrarse en el último bloque de los movimientos cuarto y quinto. Los dos primeros tienen muchísimas conexiones, donde en el segundo se repiten fragmentos de la Trauermarsch, por ejemplo, para ascender una montaña, un sufrimiento, una intensidad emotiva hasta el tercero, y descender hacia una redención con los últimos dos.
Tengo muy claro que la concepción de esta sinfonía ha de realizarse en líneas horizontales, muy diferente a la Sexta, que es totalmente vertical, o la Séptima, que es una espiral contínua y ascendente, donde giras y giras y tras diez minutos sigues en el mismo sitio.

En ocasiones quienes escribimos sobre música utilizamos la expresión "Mahler a la italiana". ¿Tiene sentido esta expresión? ¿Existe un Mahler a la italiana?

No lo sé. Como italiano he de decir que me gustan tiempos no rápidos, pero sí que caminen. Intento no caer en tiempos que se alarguen en demasía. Si no percibo el pulso de la música, siento, personalmente, que la música pierde en estructura. También en movimientos largos, donde el pulso se ha de percibir de algún modo de manera constante para que haya una construcción arquitectónica y una idea de orden. Esto e slo que creo que puede ser entendido como “italiano”, donde hay una idea de hacer cantar a las cuerdas, a las maderas, a los metales… un tanto al estilo operístico, cosa que podía hacer el propio Mahler, con su visión de la ópera cuando era director de la Staatsoper de Viena.

Hablando de ópera, tras esta gira por España, dirigirá Macbeth en Zúrich, Turín y Edimburgo. ¿Qué supone Macbeth en Verdi?

¡Oh! Macbeth en Verdi ha sido como una transformación total. Hasta el punto de que tras el Macbeth, como si se asustase de algún modo, como si él mismo entendiese que era demasiado pronto, retrocedió unos pasos, como pensando ¡Si sigo a este ritmo a dónde voy a llegar! (risas). Llegó a la perfección igualmente, claro está. Sobre todo en el Macbeth de 1847, que no es la que hago yo ni la que suele hacerse (aunque yo sí recupero la muerte de Macbeth en escena de esta versión), nos encontramos con una piedra, una escultura no terminada pero con una fuerza impresionante. La de 1865, la definitiva, sin perder esa fuerza, está más pulida, más delineada. El impacto es el mismo, pero Verdi te lo dice de manera más gentil, más elegante.

¿Se canta Verdi como se debe?

(Tomándose tiempo para contestar) Querría decir que sí, pero no, ya no se canta Verdi como se debe. La realidad es que raramente escuchamos un Verdi cantado sobre la palabra, con aquello que el compositor llamaba la palabra escénica, con el correcto acento verdiano… No quiero decir que no se cante bien, se canta bien, pero aquí sí que falta el espíritu italiano, el que deberíamos escuchar y no en Mahler. Creo no obstante que hay muchísimos cantantes que cantan bien, pero me falta un tanto la fuerza de la palabra.

Por no quedarnos en lo negativo, ¿Qué ha ganado la ópera en los últimos tiempos?

Creo que dar importancia visual, la parte actoral que hemos ganado en los últimos años es muy importante. Siempre claro está que no sobrepase la importancia que ha de tener lo vocal… ¡y también el técnico! Una ópera, en su máxima expresión, ha de ser siempre una fantástica pieza de teatro musical con cantantes que parezcan actores, pero que sigan siempre siendo cantantes.

Además de hacerse cargo del Regio de Turín, va a ser ahora el Director Principal de la Nacional de Washington, es el Principal director invitado en la London Symphony… está también en Israel, en Cadaqués… ¿Cuál es su fórmula para no desfallecer?

(Risas) Aunque son lugares importantes, no en todos tengo la misma responsabilidad, si no, no sé si podría. Por responsabilidad quiero decir con la casa, con la parte interna de la orquesta, con audicionar vacantes, programar… eso sólo lo tengo en Turín y en Washington. En el resto de podios mi responsabilidad como invitado se limita a la responsabilidad musical sobre el concierto que dirijo. Es la posición ideal porque puedo hacer giras con ellos, pero no tengo que programarlas yo, por ejemplo, como hago con Washington. Y con Cadaqués siempre me hace especial ilusión porque es como volver a casa, me llena de energía. Es el único lugar donde no he dejado de dirigir desde mis inicios, cuando gané su concurso, en 1994. ¡Claro que con todo ello lo que me falta tiempo es para tener unas vacaciones, aunque sean pequeñas! (Risas)

¿Qué espera encontrar en Washington? ¿Cuál es su proyecto?

Lo importante es recuperar su nombre completo y su concepto, tener muy claro que es la National Washington Symphony Orchestra. Con su consistencia y su profesionalidad, el reto es dar siempre la máxima calidad posible. Tengo mucha libertad para hacer un gran repertorio con ella, lo que me inspira bastante y tengo ganas de hacer muchas combinaciones nuevas, hilando no sólo las obras de un concierto en sí, sino aunar también, dar continuidad a las músicas de concierto a concierto, como si cada concierto fuese el capítulo de un libro para que el público tenga ganas de venir a todos ellos.

Usted que ha sido partícipe de la música en tantas formaciones y en tantos lugares distintos, ¿Sentimos la música igual en todos lados?

No sé si todos la escuchamos igual, pero ella nos habla a todos por igual. Lo importante no es lo que tú percibes sino que la música habla siempre por sí misma. Esto, evidentemente, depende siempre de los artistas, que debemos tratarla bien, dar la cara por ella y no caer en rutinas o modelos de funcionariado.

¿La tratamos bien, entonces?

Sí, sí, yo quiero ser positivo, creo que ahora la situación es mejor. En España, en Italia… creo que las instituciones musicales se están moviendo mucho por los jóvenes. Y si no lo hace el Estado, lo hacen ya digo las diferentes entidades públicas o privadas. Ayer mismo, en Valladolid, me quede asombradísimo porque había muchísimos jóvenes entre el público. Estaba muy feliz.

Foto: gianandreanoseda.com