Gardiner Monteverdi Berlin carolina rodondo

O tempora, o mores

Barcelona. 05/09/2017. Philharmonie. Musikfest Berlin. Monteverdi: L´Incoronazione di Poppea. Hana Blaziková, Kangmin Justin Kim, Marianna Pizolato, Gianluca Buratto, Carlo Vistoli, Anna Dennis, Lucile Richardot, Silvia Frigato, Furio Zanasi, Gareth Treseder, Zachary Wilder, Fancesca Boncompagni, John Taylor Ward, Michal Czerniwaski, Robert Burt. Monteverdi Choir, English Baroque Soloist. Dir. musical: Sir John Eliot Gardiner.

Se mire como se mire es fascinante que una música compuesta hace cuatro siglos tenga aún hoy una resonancia y una actualidad extraordinarias. Esto es precisamente lo que hace que el legado de Claudio Monteverdi sea perenne: su retrato en música de las pasiones humanas sigue en vigor. En el año del 450 aniversario de su nacimiento, Sir John Eliot Gardiner -nuestra portada en la edición impresa del pasado abril- viene impulsando una gira internacional con las tres óperas completas que se conservan del genio cremonés. 

Tuve el honor de estar en Venecia en 2016 cuando este proyecto se presentó. Desde entonces ha recorrido algunos de los principales escenarios y festivales, de Salzburgo a Lucerna pasando por Edimburgo, La Fenice. En el Palau de la Música de Barcelona se pudo disfrutar de tan sólo un título de esta trilogía, Il ritorno d´Ulisse in patria. Próximamente recalará también en la Philharmonie de París pero antes de eso ha pasado por el Musikfest de Berlín, donde Gardiner ha dado buena prueba de su maestría con la música de Monteverdi, siempre junto a su Monteverdi Choir y sus English Baroque Soloist.

Lo cierto es que ese aire perenne de la música del genio de Cremona contrastó con el acento, un tanto precipitado, del enfoque de Sir John Eliot Gardiner, de una autoridad incuestionable pero que apenas ha evolucionado desde sus primeros acercamientos a este compositor, hace ya tres y cuatro décadas. El suyo es un Monteverdi acolchado y frágil, mimado casi en demasía, ciertamente contemplativo, casi reverencia. Más preciosista que descarnado, hay en su Monteverdi más cultivo estético y mimo en las formas que acento dramático propiamente dicho. No en vano lo más sobresaliente vino en los momentos íntimos, de sonoridad más resguardada y silente, como la muerte de Seneca.

Lo dicho, no obstante, es de aplicación por cuanto hace a la versión musical pues el trabajo con el libreto se antoja extraordinario, no quedando palabra a la que no se busque el acomodo idóneo y el sentido justo. Esta Poppea, como ha sucedido con toda esta tournée con la trilogía monteverdiana, se presentaba en una versión semi-escenificada, con luces de Rick Fisher y vestuario de Isabella Gardiner y Patricia Hofstede, completado todo con movimientos y dramaturgia del propio Gardiner junto a Elsa Rooke. La propuesta funciona aunque no suscita un especial entusiasmo. Es, a fin de cuentas, una buena solución para salir del encorsetado formato de la ópera en concierto y supone a la vez un tributo a la naturaleza escénica y teatral de esta música, que pierde mucha de su esencia si se recrea en condiciones demasiado rígidas.

Del extenso reparto destacaron, por méritos propios, las voces graves de Gianluca Buratto como Seneca y Marianna Pizzolato como Ottavia. Ellos dos fueron, sin duda, las voces con más autoridad y presencia “operística” de todo el elenco. La protagonista, Hana Blaziková, anunció algún tipo de indisposición y no estuvo, ciertamente, a tan brillante altura como cabía esperar. Dejó, no obstante, detalles de buena factura en el fraseo y convenció en general por el modo en que ha interiorizado el personaje de Poppea. Como Nerone, el contratenor Kangmin Justin Kim aportó más decisión que resultados, un tanto sobreactuado, en un retrato demasiado impostado del emperador romano. Carlo Vistoli exhibió más intenciones que medios como Ottone, redondeando no obstante una prestación muy convincente. Del resto de solistas cabe destacar el buen hacer de Lucile Richadot como Arnalta.