Pretre collage

Le maître charmant

En recuerdo a Georges Prêtre

El pasado día 4 de enero un comunicado de la Sinfónica de Viena nos daba a conocer el triste fallecimiento del maestro francés Georges Prêtre, su director honorario y quien fuera también su director titular entre 1986 y 1991. De hecho, el pasado 12 de octubre tuvo lugar un emotivo concierto de despedida y homenaje a la relación entre el longevo director francés y esta orquesta vienesa. En ese vínculo se resume de algún modo la trayectoria de Prêtre que fue de París a Viena y de ahí al mundo, cabría decir.

Nacido en la localidad francesa de Waziers, el 14 de agosto de 1924, se formo con Maurice Duruflé y André Cluytens en el Conservatorio de París, cosechando en 1944 el primer premio por su estudios como trompetista. Dio sus primeros pasos en composición y dirección, singularmente con operetas, bajo el sobrenombre de Georges Dherain, en diversos teatros como Lille (1948), Casablanca (1949) y Toulouse (entre 1951 y 1955), antes de su debut en la Opéra-Comique de París con Capriccio de Richard Strauss, en 1956. Su debut propiamente dicho había llegado algo antes, en 1946, en la Ópera de Marsella. Fue no obstante fue su vínculo regular con la Opéra-Comique, entre 1956 y 1959, lo que consolidó su trayectoria. Debutó allí con Mignon de Thomas (1946) y asumió después el estreno en Francia de Capriccio de Richard Strauss con Elisabeth Schwarzkopf, en 1962.

Antes de esto Prêtre tuvo dos encuentros providenciales con la soprano Maria Callas y el compositor Francis Poulenc. Con Callas llevó a cabo varios conciertos en París y Londres, registró un disco de arias francesas y completó la grabación en estudio de Tosca (con Carlo Bergonzi) y Carmen (con Nicolai Gedda). Mantuvo con Callas un vínculo muy especial, dirigiendo de hecho algunas de su últimas apariciones en escena, como la Norma de París de 1964 o su última y célebre Tosca de Londres en 1965. Por otro lado, Poulenc contó con él para el estreno de La voix humaine en 1959, con la soprano Denise Duval como protagonista. Tanto Callas como Poulenc mostraron su predilección por Prêtre que ya entonces había dejado claras las credenciales de su batuta: preciso y poético, capaz de reunir el brío y la nitidez, hábil hilvanando un discurso elegante y teatral al mismo tiempo. 

Su debut en Viena llegó en 1962 con unas funciones de Capriccio, de la mano de Karajan y con Lisa della Casa en el papel titular. Sus últimas funciones en la capital austríaca tuvieron lugar en 1991: un celebrado Samson et Dalila con Plácido Domingo y Agnes Baltsa. Al margen de Viena, no tardaron en llegar sus debuts en el Metropolitan de Nueva York (1964), donde dirigió regularmente hasta final de los años 70, y en la Scala de Milán (1966) con cuya orquesta ha mantenido un vinculo continuado hasta fechas recientes.

Y es que no fue Prêtre un maestro francés especialmente apreciado en Francia; al contrario, lo más relevante de su trayectoria tuvo lugar en el extranjero, tomando el relevo de maestros como Pierre Monteux o Charles Munch que cosecharon sus mayores éxitos al otro lado del Atlántico (su debut en Estados Unidos fue temprano, en 1959, en la Chicago Lyric Opera con Thaïs) y allende las fronteras de su país natal. No en vano Prêtre tuvo vínculos estables con la Royal Philharmonic Orchestra, de la que fue director asociado desde 1962; con la Orquesta Sinfónica SWR de Stuttgart (entre 1995 y 1998) y con la citada Sinfónica de Viena, entre 1986 y 1991. 

Es significativo que su último concierto en Francia tuviera lugar en 2013, en el Théâtre des Champs-Elysées, con la Filarmónica de Viena y no con una de las principales orquestas francesas (la Nacional de Francia o la Orquesta de París, por ejemplo). Su relación con la capital francesa siempre fue paradójica y apenas regular: entre 1970, por un breve lapso de un año, estuvo al cargo de la dirección musical de la Ópera de París; en 1988 estuvo al frente de la reinauguración del Teatro Campos Elíseos de París y en 1990 fue el responsable del concierto inaugural de la Opera Bastilla en la capital francesa.

En otro orden de cosas, en 2008 se convirtió en el primer director francés y en el maestro más longevo en dirigir el Concierto de Año Nuevo en Viena, cita que volvió a asumir bajo su batuta dos años después, en 2010. En 2012 el maestro francés sufrió un tremendo golpe, con el fallecimiento de su hijo Jean-Reynald a la edad de 57 años. La experiencia traumática de esta pérdida fue recogida un año después, a modo de terapia, en un libro (La Symphonie d´une vie) con tintes de entrevista biográfica junto a su hija Isabelle, escritora y filosofa. La publicación se suma a la biografía Georges Prêtre. Maestro con brio publicada en 2009 por Michaela Schlögl y Wilhelm Sinkovicz.

Practicante asiduo del judo y el karate en su juventud, durante su longeva existencia Georges Prêtre demostró una vitalidad y una resistencia envidiables. Lejos de los focos más mediáticos, maestro risueño, batuta rigurosa, su trayectoria fue un ejemplo de cómo se aprende el oficio desde abajo, poco a poco y con buena letra, amando la música por encima de todo. Se ha ido le maître charmant.

Discografia

De su discografía, extensa y fecunda, cabe destacar sin duda varios registros líricos: además de sus grabaciones con Maria Callas (Tosca y Carmen), es obligado mencionar el Werther con Nicolai Gedda y Victoria de los Ángeles, el Faust con Freni, Ghiaurov y Domingo, La damnation de Faust con Gedda, Baker y Bacquier, la soberbia Traviata con Caballé, Bergonzi y Milnes, la sin par Lucia di Lammermoor con Anna Moffo y Carlo Bergonzi, Los pescadores de perlas con Cotrubas y Vanzo, y títulos menos frecuentes como La jolie fille de Perth con June Anderson y Alfredo Kraus, o Louise de Charpentier con Ileana Cotrubas y Plácido Domingo.

Por descontado, es imposible acercarse a la música sinfónica de Polulenc, Gounod, Saint-Säens, Ravel o Berlioz sin pasar en algún momento por los discos grabados por Georges Prêtre. Por otro lado, en funesta coincidencia, el sello Erato (Warner Classics) editó el pasado otoño un cofre de 17 CD bajo el título de Georges Prêtre. The Symphonic Recordings, dedicado a su amplio repertorio que fue de Brahms a Mahler pasando por Beethoven, Bruckner, Tchaikovsky, Dvorak e incluso Shostakovich.