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Pablo Heras-Casado: "Quiero contar al mundo que tenemos un festival único"

El director de orquesta granadino Pablo Heras-Casado abrirá el próximo viernes 22 de junio su primer Festival de Granada como director artístico del mismo. Hablamos con él en una entrevista para nuestra edición impresa de abril, para conocer a fondo sus ideas y su trabajo sobre una de las citas imprescindibles del verano.

¿Cuáles han sido los objetivos de su primera propuesta para la programación del Festival de Granada?

Yo conozco muy bien el Festival de Granada. Lo mismo que cuando dirijo una orquesta, en verdad nunca me planteo el cambio por el cambio, sino que trato más bien de identificar qué puedo aportar para darle una dimensión más rica y personal. Para mí el reto principal que suponía esta primera edición del festival era poder comunicar al mundo hasta qué punto tenemos un festival único, por su historia y por una serie de circunstancias singulares que atesora. Al margen de que tenga ya 67 años de historia, creo que casi nadie sabe que el festival se remonta a 1883. Y es que el Festival nace, de hecho, como resultado de una tradición de conciertos en la Alhambra que se remonta hasta esa fecha. En esos conciertos, por cierto, se interpretaba mucho Wagner, mucho Beethoven y además obras de autores entonces contemporáneos como Falla y Debussy. Contar esto es una misión importantísima para el Festival de Granada. Al margen de Bayreuth, creo que ningún otro festival tiene una tradición wagneriana tan clara y hoy, pienso, un tanto olvidada.

Tengo la sensación de que quiere reivindicar las raíces, quizá un tanto olvidadas, de este Festival.

Por eso mi ambición es hacer un Festival que sea capaz de mostrar esa riqueza histórica y cultural en cada programa, que no haya un concierto que no tenga un vínculo real con ese pasado y esas raíces. Tenemos que pensar en un Festival que solo pueda ocurrir aquí, con los mejores artistas del mundo, pero con un hilo conductor propio y único en Granada. Tenemos que renunciar a conformarnos con ser un cajón de orquestas y artistas que vienen en gira, lo mismo aquí que a cualquier otro festival. Tenemos que hacer algo único y que nos distinga e identifique de cara al mundo. Tenemos que ser capaces de generar nuestro propio contenido e incluso diría más, nuestra propia dramaturgia, una narrativa única.

Una de las líneas de actuación más evidentes es la que trabaja por la internacionalización de su propuesta.

Sí, pero como resultado de la programación misma y no a la inversa. Quiero decir: parto de que hay un contenido que contarle al mundo; parto de que hemos sido capaces de generar una programación que recabe la atención internacional. No se trata de buscar público y recursos más allá de nuestras fronteras porque sí, sino como resultado lógico de esta propuesta.

¿Cuál sería la foto fija de esta primera edición, en cifras?

El Festival hoy en día tiene un presupuesto aproximado de tres millones de euros, de los cuales en torno a un 26% son de financiación privada. Esta es una linea de acción que ya existía pero que mi predecesor impulsó con mucho acierto cuando la aportación de las administraciones disminuyó, en el contexto de la crisis; y es una línea que por supuesto voy a trabajar para que siga creciendo. Mi misión es cuidar esta herencia, en lo que se refiere a mecenazgo local y nacional, pero ya este año he impulsado la creación de la American Friends of Granada Festival, una asociación para buscar recursos en Estados Unidos, aprovechando también mis vínculos y contactos profesionales allí, con la doble intención de dar visibilidad allí a lo que sucede en Granada y con ello atraer a la filantropía americana que pudiera estar interesada en comprometerse con el Festival.

De ahí por ejemplo que se haya presentado el Festival, por vez primera, tanto en Nueva York como en París.

Exacto. Entre mis compromisos como director del Festival de Granada está también el hecho de poner a disposición del mismo mi propia agenda y mis contactos. Por mi vida profesional en Estados Unidos conozco allí a personas que nos podrían ayudar a impulsar la internacionalización del Festival, en una primera etapa. Por otro lado, además de la presentación en Nueva York hemos hecho una presentación en París, allí sobre todo con la idea de generar vínculos culturales y más allá del mecenazgo. Esta edición del Festival habla mucho del extraordinario vínculo de Debussy con Granada, en ocasión del centenario del compositor. Y eso es algo que debemos aprovechar de cara a potenciar los vínculos con París, que es una capital musical de primer orden. Granada es un escenario único a la hora de proyectar la relación musical entre España y Francia, entre Debussy y Falla, etc. De ahí que a través del Instituto Francés, la Philharmonie de París, la Embajada de España allí, etc., hayamos hecho esta presentación al efecto de atraer también la atención de los medios franceses, sobre todo en esta edición que como digo hace un guiño tan evidente a Debussy.

Lo cierto es que el Festival de Granada siempre ha tenido una impronta muy francesa; e incluso sus vínculos con Rusia pasaron por el tamiz francés, de algún modo.

Esto es así, es un rasgo histórico del Festival y de hecho así lo he querido reflejar en esta primera edición, con la presencia de Valery Gergiev y el Mariinsky. Dicho sea de paso, estas relaciones no son simplemente hechos evidentes a través de la programación que ha llevado a cabo el Festival durante años; es una relación que trasciende más allá y que se ha movido entre los propios artistas que propiciaron la creación del Festival mismo. Desde Lorca a Manuel de Falla pasando por Santiago Rusiñol o el propio Andrés Segovia… Glinka mismo visitó Granada y le dejó una huella indeleble. Hay muchos vínculos entre París, la escena francesa de comienzos del siglo XX y Granada.

¿De cuánto tiempo ha dispuesto para poner en pie esta primera edición bajo su dirección artística?

Mi presentación como director fue el 1 de septiembre de 2017. Desde que se anunció mi nombramiento en el mes de marzo de ese mismo año yo venía ya trabajando, obviamente, en adelantar contactos y gestiones. La programación esta lista a principios de enero de 2018, de modo que han sido casi diez meses de trabajo para esta primera edición, que cuenta con 26 actuaciones, los cursos, etc. El reto para mí era presentar la programación lo antes posible también pensando en atraer con ello a la mayor cantidad de público posible y tener así más margen de calendario para la venta de entradas. La programación se presentó a finales de enero de este año y esto quiere decir dos o tres meses antes de lo que se venía haciendo, que es el tiempo que hemos ganado en comunicación y difusión del Festival, por tanto.

Si tuviera que resaltar algunas de las propuesta de la edición de este año, ¿cuáles le gustaría más poner en valor?

No es nada fácil… menudo compromisos (risas). Una de las cosas de las que estoy más satisfecho u orgulloso en esta edición es el hecho de contar con una orquesta aún poco conocida en España, Les Siècles, una formación con instrumentos de época, especializada en repertorio de finales del siglo XIX y principios del XX. En Francia es ya orquesta residente en la Philharmonie de París, han pasado por los Proms, etc. A Granada vienen con su director François-Xavier Roth para abordar una integral de Debussy, con prácticamente todo su catálogo sinfónico. También la programación de danza creo que es muy consistente está muy ligada a la dramaturgia del Festival, con una propuesta estética muy diversa, con importantes citas con la danza contemporánea, como es el caso de la granadina Blanca Li o el Royal Ballet Flanders. También destacara el concierto de clausura con la Philharmonia Orchestra y Esa-Pekka Salonen, con un programa que tiene mucho que ver con la historia misma del Festival con ese pasado que antes mencionaba, donde era tan habitual escuchar obras de Beethoven y Wagner en Granada. Esto es algo que quiero poner mucho en valor. Hay pocas ciudades al sur de España con una historial wagneriana tan importante. Por eso el programa que interpretarán Esa-Pekka Salonen y la Philharmonia incluye la Heroica de Beethoven y fragmentos de Die Götterdämmerung con Michelle DeYoung.

Foto: Gemma Escribano para Platea Magazine.