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Sacando agua de las piedras

Sobre los esfuerzos líricos de Vigo y Santiago de Compostela

He leído con interés el estupendo artículo de mi compañero Alejandro Martínez sobre la temporada de Asociación de Amigos de la Ópera de A Coruña. Ciertamente encomiable, como es reconocido en sus líneas, el esfuerzo por sacar adelante una temporada de tanto fuste con el presupuesto disponible. La lectura del artículo, he de confesar, ha hecho nacer éste. Porque en Galicia, tierra que conozco bien, el de Coruña no es el único ejemplo de tesón y esfuerzo por presentar al público espectáculos líricos de calidad. Y, me temo, que con bastante menor presupuesto del ya menguado de la Capital Herculina. 

En la primera ciudad de Galicia en número de habitantes la Asociación de Amigos de la Ópera de Vigo lleva casi 60 años (los cumplen el próximo 2018) luchando por mantener viva la llama operística pese al casi escaso apoyo de instituciones públicas y privadas que seguramente piensan que las actividades de la ciudad del sur de Galicia no tienen la importancia o repercusión necesaria para prestarles más atención. Y creo que se equivocan. Concretamente este año en su Otoño Lírico, la Asociación viguesa (que cuenta con casi 500 socios) presenta un propuesta muy atractiva que incluye títulos más allá del repertorio más clásico y que apuesta por los cantantes españoles, algo que tantas veces se reclama en foros, comentarios y artículos y que aquí se cumple casi al cien por cien. Ejemplo de ello es un Rigoletto de producción propia o La Sonnambula (que, curiosamente fue la primera ópera representada que yo vi en mi vida, precisamente en otra temporada viguesa, allá por 1988 y con la maravillosa voz de Enedina Lloris) en colaboración con la Real Philarmonía de Galicia. También produción propia es  la presentación de  un título infrecuente y del siglo XX  (y como homenaje previo al centenario del compositor el año próximo): Trouble in Tahiti de Leonard Bernstein. Con un presupuesto para todo el ejercicio de 130.000€, el esfuerzo del equipo que dirige la Asociación merece nuestro reconocimiento, teniendo en cuenta que además que de los gastos propios de las producciones se han de asumir gastos como el alquiler del teatro (privado, propiedad de una entidad financiera rescatada con dinero público) y otros muchos que cualquiera que esté familiarizado con el mundo de las asociaciones operísticas conocerá perfectamente.

Con menos trayectoria histórica (fue fundada en 2010) pero con la misma ilusión trabajan los Amigos de la Ópera de Santiago de Compostela, ADOC. Este año, entre otras actividades también colaboran con la Real Philarmonía de Galicia en la representación compostelana en concierto de la misma Sonnambula que recalará días después en Vigo, además de organizar, con el apoyo del Ayuntamiento de Santiago, un atractivo ciclo de lied. Buscando también repertorios menos conocidos el año pasado produjeron Brundibár de Hans Krasa y proyectan este curso seguir por este camino menos trillado dentro del mundo operístico.

Son dos ciudades, dos ejemplos, de los muchos lugares donde pequeñas asociaciones de aficionados intentan con presupuestos mínimos, pero con gran ilusión, hacer llegar la lírica a sus conciudadanos que no tienen, por diversas circunstancias (en el caso de Galicia la distancia tiene mucho que ver), acceso a los teatros nacionales con programaciones más estables. Sirvan estas líneas de apoyo y reconocimiento a esta labor.