semiramide opera rara

Rossini en todo su esplendor

Doscientos treinta y dos minutos, así con letra segundo arriba, segundo abajo. Más de una hora de música de lo que hasta ahora estábamos acostumbrados en lo que a grabaciones de Semiramide se refiere. Es parte de lo que nos ofrece el prestigioso sello Opera Rara en su nueva incursión discográfica en un referente rossiniano como es esta historia babilónica tras el tamiz voltaireano. Conscientes de que la reina tal vez ya no sea tan desconocida para gran parte del público, con versiones de mediáticas cantantes como Joyce DiDonato y con fulgurantes voces belcantistas como la de Jessica Pratt triunfando precisamente ahora mismo en Venecia, donde se estrenó la obra; pero también como parte de sus señas de identidad, el sello inglés suma la cantidad a la calidad.

Para este, su décimo registro rossiniano tras títulos menos conocidos como Ricciardo e Zoraide, Adelaide di Bologna, Otello o Aueliano in Palmira, se han recuperado numerosas páginas habitualmente suprimidas en teatros y discos, aunque para los estudios de grabaciones se recuperasen llegados los noventa, aunque no con tanto cierto como aquí. Todo ello en una visión detallista, la de Mark Elder, en la búsqueda de las raíces del compositor de Pésaro. Este es un Rossini que mira más hacia de dónde viene que hacia dónde se alcanza. Más hacia su clasicismo que hacia el romanticismo posterior, con el candor y la tímbrica de una gran Orchestra of the Age of Enlightenment, en unos tempi marcados por la batuta sin aludes pricipitados en finales o conclusiones, sin estruendos, pero con la tensión rossiniana necesaria, sin que sea Elder precisamente un nombre que podamos asociar directamente a Rossini. 

Como protagonista, la Semiramide de Albina Shagimuratova, de timbre claro y coloratura desenvuelta (variaciones incluidas); se presenta con consonantes marcadas en ocasiones y el punto justo y necesario de abandono y patetismo en una visión ya no tan historicisa como la parte orquestal, pero igualmente (o más) disfrutable. A su lado, el Arsace de Daniela Barcellona. Si hay alguien que puede ofrecere una recreación fidedigna con la que enamorarse del papel hoy en día, es ella. Su visión, además, lejos de histrionismos, es teatralísima. Los mejores momentos vuelven a ser, una vez más, los dúos de los dos personajes. Son los mejores momentos, pero es que son muy buenos en sus voces, escritura rossiniana a un lado. 

Junto a ellas, Barry Banks se enfrenta al complicadísimo rol de Idreno (¡con ese "amor" de Rossini por los tenores!) y hay que decirlo, sale bien parado. Con una coloratura más aproximativa, pero con una línea de canto homogénea y un timbre grato. De Mirco Palazzi puede decirse algo parecido, sustituyendo en el último momento al previsto Ildebrando D'Arcangelo como Assur. Sus intervenciones resultan muy acertadas junto a Arsace y Semiramide y cumple con creces en su gran página solista Deh! ti ferma, página predecesora de tantas cosas por venir en manos de Verdi.

A pocos días de conmemorar los 150 años del adiós de Rossini, esta es una muestra magnífica de que está más vivo que nunca. Rossini en todo su esplendor.

Foto: Opera Rara.