sinfonia libertad 

UN TEMA SIEMPRE ACTUAL

La sinfonía de la libertad. Música y política. Antoni Batista. Ed. Debate. Barcelona 2018

Un acierto el título que ha escogido Antonio Batista para su libro: “La sinfonía de la libertad”. Cualquier amante de la música y con cierto interés en leer sobre el tema se sentirá atraído por dos palabras (sinfonía equivaldría aquí a música) que han formado parte fundamental de la historia de la humanidad. Batista se mueve con fluidez en el mundo del periodismo político y en el musical. Ha sido comentarista político y crítico de música y estos dos campos, como decíamos tan entrelazados, le ha dado la solvencia para plantear las tesis que desgrana en este libro. Parte del axioma de que ambas facetas forman parte del hombre desde las cavernas, y su intención, que declara no puede ser exhaustiva dada la magnitud del campo que abarca, es brindarnos sus reflexiones sobre temas concretos, que dan forma a los diferentes capítulos del  volumen.

Este desglose capitular empieza por la que el autor considera la música más política: el himno y nos cuenta brevemente el origen de alguno de los más simbólicos políticamente hablando, como La Marsellesa o el de La Internacional, o los menos conocidos orígenes del “Dios salve a la reina”, el himno alemán o la Marcha Real española. A partir de aquí hay un claro recorrido histórico por distintos momentos donde política y música han tenido una relación más estrecha, específica o significativa que otras. De hecho, el libro se puede leer perfectamente sin seguir un orden concreto, guiándote por el interés o la curiosidad del lector. Personalmente los que me han llamado más la atención (aunque todo el libro resulta interesante, con una escritura cercana y bien construida) han sido el dedicado a Federico García Lorca y Manuel de Falla y el que se centra en los que Batista denomina “compositores 3.0. El primero me ha descubierto la faceta como músico de García Lorca, un intelectual tan polifacético como interesante, y su trabajo de recopilación etnomusical por toda Andalucía en compañía de Falla. No sólo ese trabajo entrelaza a los dos sino, sobre todo su interés cultural mutuo por la relación entre palabra y música, por sus ideas políticas y sobre todo la visión social de la España que les tocó vivir. Cómo vivieron la Guerra Civil y, sobre todo, su dispar final no hace sino unir dos figuras fundamentales en la cultura española del siglo XX.

El capítulo dedicado a los directores de orquesta es, en primer lugar, un homenaje personal del autor a Antoni Ros Marbá, el director catalán del que se hace una semblanza desde muy cerca dado la relación, que se intuye próxima, entre Batista y el maestro. Más conocido internacionalmente es el compromiso político, con marcados valores universales, que representa el director argentino de nacimiento y también español, israelí (aunque recientemente se haya avergonzado de ello) y palestino, Daniel Barenboim. Entre muchas iniciativas ahí está la Orquesta del West-Eastern Divan como ejemplo. Tampoco me parece Riccardo Muti, pese al famoso discurso contra la política musical italiana, en Roma, dirigiendo el “Va pensiero” en la celebración de la unificación del país, un ejemplo de compromiso político. Sí, en cambio, me parece acertado remarcar la figura de Zubin Mehta, un director implicado plenamente con los problemas sobre todo de carácter social.

Cada capítulo se completa con una “banda sonora”, espacio donde Batista recomienda audiciones y versiones de obras, compositores y artistas relacionados con lo que se ha tratado en dicho capítulo. Una forma que dinamiza la lectura y da a conocer los gustos de un autor realmente especialista en estos temas.