emilio arriera CAGP iberfoto

MARINA NECESITA COMPAÑÍA

Hay compositores que a pesar de su mayor o menor producción musical parecen condenados a ser reconocidos por una sola obra: pareciera que Ruggero Leoncavallo escribió solamente Pagliacci y Johann Pachelbel no pasó de su Canon. Todo lo demás está olvidado. Incluso ignorado. Tal parece ser el caso de Juan Pascual Antonio Emilio Arrieta Corera, compositor navarro conocido como Emilio Arrieta y que para el común de los mortales compuso “solamente” Marina. Al menos, y si se me permite la chanza, como de esta obra se conocen sus dos versiones, la zarzuelística y la operística, hasta podrá sentirse afortunado.

Su carácter de “compositor de una sola obra” parecen entenderlo tanto los teatros líricos como las salas de concierto al ignorar sistemáticamente todas sus restantes obras. Y esta publicación considera oportuno aprovechar que el lunes, 11 de febrero del año en curso, se recuerda el 125 aniversario de su fallecimiento en Madrid y que casi sin que nos demos cuenta, en 2021, vamos a poder celebrar el bicentenario de su nacimiento en Puente la Reina/Gares (Navarra) para poder hacer un reflexión pública acerca de la conveniencia de normalizar la presencia de las obras de Arrieta en las programaciones musicales.

Emilio Arrieta es un hijo de su tiempo histórico. Le tocó ser testigo involuntario de gran parte del siglo XIX en España, es decir, de la época en que se comenzó a superar décadas más tarde que en el resto de Europa el retraso industrial; el siglo en que se luchó contra una invasión, que Arrieta no vivió; una centuria en el que su tierra natal sufrió dos guerras civiles que dejaron huella indeleble, conocidas como las carlistadas; un siglo que conoció de primera mano el auge y posterior declive por desprestigio de la reina Isabel II, quien tanto protegió al músico, la I efímera República y la posterior Restauración Borbónica que habría de concluir, convulsas décadas después, en la II República. Así pues, Emilio Arrieta es téstigo de un siglo, como lo es su obra.

Emilio Arrieta es al menos contemporáneo de cuatro grandes compositores líricos: Gaetano Donizetti y Vincenzo Bellini, que murieron en la juventud del navarro, mas Gioacchino Rossini y  Giuseppe Verdi; es decir, Emilio Arrieta es hijo del bel canto, de la época en que la composición para la voz humana alcanzó para muchos su máximo esplendor y a la que se ofrecieron decenas de magníficas obras que hicieron de la lírica, por el teatro musical, el género por excelencia de muchos compositores. Y Emilio Arrieta no fue ajeno a ello.

Su corpus operístico no es elevado: de hecho, solo se le reconocen cuatro aportaciones a este genero, a saber y por orden cronológico, Ildegonda, La conquista di Granata, Pergolessi y Marina, tras la pertinente adaptación de la primera zarzuela. Pero en el genero zarzuelístico Emilio Arrieta aportó más de veinte títulos, los cuales con la evidente excepción, están reposando en el cajón del olvido. Quizás, apurando un poco, podemos apuntar la presencia de El dominó azul pero seguramente pecaremos de generosos.

En alguna ocasión el Teatro Real (hay que reconocerle como el factotum de los pocos esfuerzos realizados por la recuperación de Arrieta) ha puesto, normalmente en versión de concierto, alguna de estas obras pero sin la necesaria continuidad es difícil normalizar las cosas. Incluso disponemos de alguna grabación discográfica de las dos primeras óperas pero parece que la voluntad de recuperación ha sido de efecto limitado.

Ahora que parece que en Navarra se han unido las fuerzas de los organismos empeñados en ofrecer lírica de forma racionalizada, ¿es mucho pedir que se utilicen estos dos inmediatos aniversarios como elemental excusa para hacer un esfuerzo por impulsar la presencia de la obra de Emilio Arrieta en nuestros teatros y salas de conciertos? Incluso no estaría de más que se hiciera una grabación moderna de la manoseada Marina pero no lo digamos muy alto no vaya a ser que ello sea excusa para olvidarse, ¡una vez más! de sus olvidadas hermanas. Y es que Arrieta debería ser para los aficionados a la lírica, para los aficionados a la música en general, algo más que el autor de una sola obra y así Marina dejaría de estar sola.

Foto: Iberfoto / CAGP.