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Javier Perianes: "Una sociedad en la que la cultura sólo es entretenimiento no es una sociedad madura ni avanzada"

Entrevista publicada en nuestra última edición impresa: Nº19 abril - junio 2021.
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El pianista Javier Perianes es, sin duda, uno de nuestros músicos más internacionales.  Y sin el “nuestro”, porque su música es de todos, siendo requerido en las salas de medio mundo. Es una de las razones por la que ha sido elegido por Platea Magazine como una de las 100 personalidades más influyentes de la música clásica. Realizamos esta entrevista de forma digital, exigencia de los tiempos que vivimos, mientras el onubense regresaba de Japón y preparaba sus próximas citas con la Sinfónica de Galicia o la Orchestre National de Lille, además de sus nuevos recitales, dedicados a “El amor y la muerte”, con músicas de Beethoven, Chopin, Granados y Liszt.

Primero de todo, me gustaría saber cómo ha vivido estos tiempos de confinamiento y post-confinamiento.

Durante los meses de confinamiento he vivido la situación como todos, con la misma incertidumbre, prestando atención a todas las noticias que se iban produciendo y, desde el punto de vista profesional, aprovechando ese tiempo para trabajar todo lo posible en casa, avanzando nuevo repertorio. 

Recuerdo el primer concierto post-confinamiento, junto a la Orquesta Nacional de España en un Auditorio Nacional vacío, como un momento de enorme emoción y, a la vez, con sensaciones agridulces y extrañas. A partir de ese momento sí he tenido la fortuna de poder continuar con mi actividad de conciertos, unos con público, otros con aforo reducido, otros en streaming….. adaptándonos todos a esta nueva situación de la mejor manera posible y con la mayor ilusión y entrega.

Hablando de streaming, ¿nos ha servido el virus para darnos cuenta de que la clásica no tiene por qué encuadrarse o servirse siempre a través del mismo patrón, de la misma ceremonia y forma?

Sinceramente le digo que lo único que me preocupa es la calidad de lo que se presente, nunca me preocupó el patrón o ceremonia en el que se presenta un concierto, ya sea de clásica o de cualquier otro género musical. Es más que evidente que las circunstancias han provocado un florecimiento de opciones hasta ahora no tan desarrolladas, pero insisto en la necesidad de concentrar la atención en el contenido más que en el continente. 

Ha sido usted escogido por Platea Magazine como una de las 100 personalidades más influyentes de la clásica. Una lista en la que no aparecen apenas personas que no sean de raza blanca y el porcentaje de mujeres apenas supera el 30%. ¿Platea se ha equivocado o la clásica aún sigue cortada por el mismo patrón de hace décadas?

Siento no ser de ayuda, pero no soy muy de listados ni clasificaciones. Está claro que el camino hacia la igualdad de género y racial es aún muy largo desafortunadamente, pero sí diría que se ha comenzado a andar para conseguirlo. El talento no distingue entre géneros o razas. 

Por cierto, los españoles apenas llegan al 40% en el listado. Durante la pandemia, muchos han alzado la voz para que se creen cuotas que obliguen a contratar a “los de aquí”, por delante de “extranjeros”. Como uno de nuestros artistas más internacionales, ¿cómo lo ve?

No suelo fijarme en la procedencia de un artista a la hora de disfrutar de lo que ofrece y a la vez es más que evidente que en nuestro país contamos con músicos extraordinarios y de enorme nivel en todos los ámbitos. No podría responderle con total conocimiento de causa si las “cuotas” que usted menciona serían la solución, no dispongo de suficiente información sobre las posibles consecuencias que eso podría traer. Lo interesante sería no necesitar esas cuotas porque el propio nivel de nuestros artistas fuese suficiente carta de presentación para que los responsables de programación prestasen más atención. Creo que en este ámbito y como decía anteriormente, el enorme nivel de los artistas españoles habla por sí solo.

Acaba de actuar hace unos meses en Japón, tras un periodo de cuarentena obligatorio. ¿Cómo ha resultado la experiencia?

La experiencia en Japón ha sido realmente inolvidable. En una situación como la que vivimos me siento realmente afortunado y privilegiado de haber podido colaborar con la prestigiosa NHK Symphony Orchestra y el maestro Juanjo Mena en Tokio, así como de actuar en el Toppan Hall en un recital muy especial. Orquesta de enorme nivel, músicos flexibles y virtuosos, y la complicidad siempre de Juanjo Mena, con el que mantengo una relación musical y personal muy cercana. Ha sido una experiencia muy enriquecedora.

¿Y la experiencia de volver? El jet lag desde allí puede ser mortal para cualquiera, pero usted ya estaba concediendo entrevistas y tocando prácticamente al día siguiente… ¿cómo mantiene la cabeza en su sitio?

(Risas). A mi vuelta de Tokio tuve el placer de tocar en la Sociedad Filarmónica de Bilbao reemplazando al gran pianista Yefim Bronfmann ante la imposibilidad de viajar por las restricciones actuales. Tuve la oportunidad de contar con un par de días antes de ir a Bilbao y así poder adaptarme mejor al horario europeo. Afortunadamente estoy muy acostumbrado a cambios de horarios, de continente, y de alguna manera la adaptación es más rápida. 

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Últimamente está presentado un programa muy atractivo, que con la pandemia parece cobrar más fuerza y entidad aún: “El amor y la muerte”, con obras de Beethoven, Chopin, Granados, Liszt y Wagner /Liszt. ¿Cómo ha llegado hasta esta unión?

Siempre he tratado que los programas de recital que presento tengan cierta “dramaturgia”, cierta invitación a crear asociaciones o vincular compositores o temáticas que vertebren de alguna manera una idea de programa. En este caso nos pareció interesante armar un programa en torno a esa pareja clásica que aparece con tanta frecuencia en la historia de la literatura, las artes visuales y, por supuesto, la música: el Amor y la Muerte. Exploramos en este programa los diferentes tipos de amor y muerte desde el binomio Beethoven-Chopin, con las sonatas fúnebres de ambos, pasando por una selección de las Goyescas (“Los Majos Enamorados”) de Granados y finalizando con Liszt, con sus Funerales y la transfiguración de Isolda, después de ver cómo se apaga la vida de su amado Tristán, en su célebre transcripción wagneriana. 

Hablemos del amor… ¿Qué es lo primero que le enamoró de cada uno de estos autores? Beethoven, Chopin, Granados y Liszt.

Para cualquier músico o buen aficionado a la música es realmente difícil enumerar y verbalizar lo que nos enamora o fascina de cualquier compositor en general. Estos cuatro compositores que conforman el programa que comentamos en torno al amor y a la muerte consiguen con recursos expresivos diferentes, diversos y a la vez absolutamente magistrales, llevarnos a esos dos universos tan fascinantes como fundamentales para el ser humano. 

Como decía San Juan de la Cruz… ¿“El que no ama ya está muerto”? ¿También en términos musicales?

En términos musicales quizás diría que la pérdida de curiosidad y pasión por lo que uno hace podrían ser un equivalente parecido a la afirmación que hace San Juan de la Cruz.

Enlazando un poco al inicio de nuestra conversación, durante estos últimos tiempos, también ha tenido “oportunidad” de tocar en un nuevo formato: streaming sin público. ¿Cómo ha resultado la experiencia?

Diría que diferente. Si mal no recuerdo han sido tres experiencias en streaming sin público, la primera, como le comentaba antes, con la Orquesta Nacional de España en el Auditorio Nacional haciendo el Concierto No. 12 de Mozart; la segunda en el Festival de Granada, en el Palacio del Partal y la última muy recientemente junto a François Xavier Roth y la Orchestre de Lille. Nada puede en ningún caso reemplazar ni sustituir la emoción y la intensidad que vivimos con el contacto directo con el público durante un concierto, pero en estos tiempos tan complicados la capacidad para adaptarse es fundamental, y qué duda cabe que este nuevo formato está sirviendo de alguna manera para acercar la música al público que no puede acudir a los conciertos, además de ayudar a mantener la actividad de muchas instituciones. Le confieso que la experiencia en Granada fue muy especial por el marco incomparable del Palacio del Partal y que tanto con la ONE como en Lille con François Xavier Roth, a pesar de la ausencia del público en la sala, la emoción por hacer música juntos nos hizo a todos vivir la experiencia con enorme intensidad. 

Por cierto, Roth, con quien, como comenta, acaba de grabar el Primero de Beethoven para ofrecerlo por streaming, es el único músico por el que varias personas me han escrito, quejándose de que no esté en nuestro listado de las 100 personalidades más influyentes de la clásica. ¿Por qué nos hemos equivocado?

François Xavier Roth es un músico extraordinario, con una formación excepcional y con un carisma absolutamente único. Había tenido la oportunidad de trabajar con él anteriormente con la Orquesta de Cleveland en Estados Unidos (hace un par de años si no mal recuerdo) y ya entonces me pareció un director original, con muchísimas ideas de gran interés y con una facilidad de comunicación con las orquestas pasmosa. He disfrutado enormemente una vez más con él y afortunadamente tendremos más proyectos futuros. Es lo que puedo decirle, de otros aspectos que usted menciona como influencia y demás no puedo responderle, solo añadir que es sin duda uno de los directores más reclamados y solicitados por las grandes formaciones en todo el mundo y que después de trabajar con él en dos ocasiones en los últimos años, lo entiendo perfectamente, es un músico realmente excepcional.

Por cierto y hablando de Beethoven, curioso que su manera de cerrar el año Beethoven se produzca de la misma manera que lo abrió, con protagonismo del compositor alemán, en este caso junto a la Orquesta de la Comunitat Valenciana y Gustavo Gimeno.

Sí, es cierto. Parece que ha pasado muchísimo tiempo, pero el 2020 comenzó con el Concierto No. 5 de Beethoven junto a la legendaria Boston Symphony y acabó el pasado mes de diciembre con el Cuarto junto a la extraordinaria Orquesta de la Comunitat Valenciana y el maestro Gustavo Gimeno. Guardo un recuerdo imborrable de ambas actuaciones y no se me ocurre mejor manera de comenzar y finalizar el año Beethoven. 

En estos tiempos convulsos, no quisiera terminar esta conversación sin preguntarle: ¿Qué diría que es lo primero o lo fundamental que aún necesita este país de cara a la cultura?

Una consideración mayor y un reconocimiento como bien necesario para nuestra sociedad. Una sociedad en la que la cultura juega solamente un papel de entretenimiento no es una sociedad madura ni avanzada. 

Y en estos tiempos, que también son de esperanza, ¿qué le espera a Javier Perianes en los próximos meses?

Muchos proyectos muy ilusionantes. Desde debuts junto a la Orquesta de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia en Roma y la Orquesta del Festival de Budapest junto a Ivan Fischer, como mi regreso a la Filarmónica de Dresde, así como una gira de recitales por España y Latinoamérica con el programa del que hemos estado hablando: “El Amor y la Muerte”. 

Además, en los próximos meses verá la luz el último CD grabado para Harmonia Mundi, dedicado a las sonatas Nos. 2 y 3 de Chopin.  Otro proyecto que me hace especial ilusión es la presencia en la próxima edición 2021 del Festival Internacional de Granada como Artista en Residencia con tres actuaciones, un recital de piano en el Patio de los Arrayanes, uno de cámara junto a mi admirado Cuarteto Quiroga, y un concierto junto al director finlandés Klaus Mäkelä y la Philharmonia Orchestra.

Fotos: Igor Studio.