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Benjamin Appl: "Para sobrevivir en la música, hay que profundizar en ella"

El barítono Benjamin Appl forma parte de la generación de cantantes de lied que está llegando en los últimos años a las salas de conciertos. Su primer contacto con la música lo tuvo de niño, como miembro del Regensburger Domspatzen, el coro de la catedral de su ciudad; años después sería el último alumno de Dietrich Fischer-Dieskau. En la temporada 2015/2016 fue uno de los ECHO Rising Stars y BBC New Generation Artist, debutando en numerosos auditorios de Europa. A sus treinta y cinco años, está establecido en Londres y es uno de los nuevos fichajes del sello discográfico Sony. Hace unos días debutó en el LIFE Victoria, y la tarde antes conversamos con él durante una pausa en los ensayos.

 

Su concierto de mañana es una selección de las canciones incluídas en su disco Heimat, un título que hace referencia a ideas como patria, país, tierra, hogar...  ¿A qué heimat canta usted?

Algo que aprendí cuando llegué a Londres hace siete años es que una persona no tiene por qué tener sólo un heimat, que puede haber diferentes sitios en los que nos sintamos en casa. En mi caso particular, mis raíces están en Alemania, en Baviera, en mi ciudad natal, Ratisbona; esto es una parte de mi que siempre irá conmigo, pero luego yo elegí Londres como heimat. Cuando estaba reuniendo  las canciones para el disco, estuve pensando en cómo encajaría mi experiencia inglesa; primero construí un único heimat con todo pero luego lo cambié porque podemos tener experiencias con personas y lugares diferentes que acaban siendo parte de nosotros mismos, de nuestra identidad, y pensé en cantar canciones sobre mis dos heimaten. Al final, en el disco hay dos tercios de canción alemana y uno de inglesa.

Sin duda, hay una razón para cada una de las canciones incluídas en el disco. Me gustaría preguntarle sobre una de las que más llamó mi atención, Ich weiß bestimmt, ich werd' dich wiedersehen, escrita por Adolf Strauß en Terezin unos días antes de ser asesinado en Auschwitz.

La incluí por diferentes razones. Heimat, para mi, no son sólo los lugares a los que pertenecemos, también es la gente a la que pertenecemos, la gente a la que amamos. Esta canción, originalmente, esta diciendo "sé que volveré a verte"; él sabe a quién pertenece, a su mujer. En la segunda estrofa dice: "pero el destino me alejó de ti", y para mi eso es también una referencia, echar de menos a la familia, aunque me sienta en casa. También la incluí por otros motivos: cuando buscas heimat en la wikipedia inglesa, en el segundo o tercer párrafo del artículo se relaciona con el nazismo, la palabra heimat fue mal utilizada por los nazis. Esto hacía que fuera difícil titular así el disco, por la carga negativa que podía tener, y por eso puse junto esta canción junto a varias canciones populares alemanas; incluirla era hablar de algo que, quieras o no, también es parte de la historia de mi país y mi gente.

Heimat es su tercer álbum en solitario, son tres CD en poco más de tres años (a los que hay que añadir sus colaboraciones en dos discos coordinados por Malcolm Martineau) y todos dedicados al lied. No es muy habitual.

Especialmente en el caso de Heimat, fue una apuesta valiente por parte de la discográfica lanzar un álbum debut de un cantante más o menos joven y desconocido dedicado al lied, porque un disco de ópera hubiera recibido mucha más atención, se hubieran podido vender muchas más copias; el lied es un campo pequeño dentro de la música clásica. Fue una decisión tomada de acuerdo con las discográficas, yo prefería grabar algo que me es tan cercano y querido. El próximo álbum será de arias de cantatas de Bach, y en primavera aparecerá un nuevo disco con canciones de Brahms, poco frecuentes, dentro de la integral que está grabando Graham Johnson. Por supuesto, también querré grabar otras cosas como ópera, o canciones orquestales, pero  ahora estoy centrado en la canción.

¿Qué lleva a un joven cantante a centrarse en el lied?

Siempre me ha gustado mucho  escuchar lied, tuve un profesor en el instituto que me transmitió la afición, recuerdo haber escuchado en la primera clase La bella molinera con Dietrich Fischer-Dieskau y Gerald Moore; me sentí muy ligado a esa música, desde el principio. Y luego fue mi profesor de canto quien me orientó, y más tarde conocí a Fischer-Dieskau. Todo fue confluyendo y dando forma al deseo de dedicar mucho tiempo de mi vida profesional a este género.

Como cantante, o como aficionado, ¿cuáles son los cantantes que más admira?

¡Muchos, claro! Empecemos por los barítonos. Por supuesto, Dietrich Fischer-Dieskau; también admiro mucho a Thomas Hampson, admiro el arte de Simon Keenlyside... Thomas Allen...  Me encanta Barbara Bonney... ¡y Felicity Lott! Son tantos... También Luciano Pavarotti, que naturalmente lo enfoca de una manera muy diferente. ¡Son tantos cantantes maravillosos! Lo que más me gusta es que todos hacen aproximaciones personales, diferentes, y no se pueden comparar. Les admiro por esas cosas diferentes... Por ejemplo, admiro a Ian Bostridge por su acercamiento tan inteligente a la canción y su estilo tan personal. Igual no estás de acuerdo con todo lo que hace, pero igualmente le admiras porque siempre ofrece algo, lo que te está cantando es siempre su propio punto de vista. Para mi es un gran artista. Quizá no tenga una gran voz, una voz impresionante, pero lo que él tiene es algo más importante que eso. Es algo que está por encima de la voz, incluso por encima de la belleza del canto, y eso es muy importante cuando se canta lied.

¿Y cómo ve a los cantantes de su generación?

Hay cantantes estupendos en mi generación, por descontado, muchos. Pero es diferente, es difícil ver a alguien de tu edad como un ídolo. Para mi un ídolo lo es por su trabajo de toda una vida; por su carrera, su evolución, por como ha ido pasando de etapa en etapa. Me es realmente difícil decir nombres de cantantes de mi generación; estamos empezando, nadie sabe cómo evolucionaremos, falta perspectiva. ¡Es mucho más fácil dar nombres de artistas consagrados!

Existe una preocupación bastante generalizada sobre el futuro de los recitales de lied en toda Europa. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Puede convertirse el recital en una especie en peligro de extinción, como advertía John Gilhooly hace unos años en una entrevista?

No hace mucho leí una entrevista a Fischer-Dieskau, de 1974, donde la primera frase del entrevistador era: "Sr. Fischer-Dieskau, el recital está muerto. No hay futuro para la canción". Me parece interesante que hace más de cuarenta años se estuvieran planteando lo mismo que ahora. Creo que la canción tiene un gran futuro.

Pienso que es una forma de arte intelectual, pero creo que nosotros, como artistas, no deberíamos presentarla como algo intelectual. Creo que mi generación tiende más a mirar la aproximación emocional; intentamos llegar a la gente para explicarle, cuando actuamos pero también en las entrevistas, que esta forma de arte es sobre sentimientos. Las palabras que están utilizando los poetas pueden ser diferentes, algunas quizá són muy antiguas y ya no están en nuestro vocabulario, pero los sentimientos de pérdida, dolor, amor, decepción, son sentimientos muy poderosos que todos seguimos teniendo. Cuando escuchas canciones pop, las letras son más sencillas, pero la esencia de las canciones sigue siendo la misma que hace doscientos años. Creo que ese es nuestro punto de conexión más poderoso con el público ahora mismo.

Hemos de ser capaces de hacer como ese médico que aún teniendo un conocimiento altamente especializado es capaz de explicarte las cosas esenciales sin utilizar vocabulario médico; o como ese sacerdote que sin perder su autenticidad y su integridad es capaz de dar su sermón utilizando palabras que todo el mundo en su parroquia pueda entender. Los cantantes de lied nos encontramos en una situación similar: hemos de tener ese conocimiento, ese background intelectual, hemos de dedicar mucho tiempo al texto, a la música, pero de lo que se trata es de compartir el sentimiento con el público. Creo que el gran desafío para nuestra generación es ser capaces de mantener esta maravillosa forma de arte.

¿Echa de menos más gente joven entre el público?

El Wigmore Hall tiene un nuevo programa para menores de 35 años con entradas que cuestan sólo 5 libras y creo que realmente cambia mucho las cosas; he dado conciertos dentro de ese programa y se nota que hay mucha más gente joven entre el público. Por supuesto, no basta sólo con eso; necesitamos apoyos, necesitamos a los profesores que descubren a sus alumnos en la escuela la belleza de la música clásica y la canción. Claro que es un desafío atraer a los recitales a jóvenes de veinticinco o treinta años, pero si ponemos la semilla en el oído o en el corazón cuando son pequeños es más sencillo luego conectar con ellos. Nosotros también tenemos que colaborar con las escuelas; a veces vamos a algunos centros para hablar con los jóvenes, cantarles alguna canción, hacer música con ellos, simplemente para acercarlos a este tipo de música. Y necesitamos también el apoyo de los gobiernos, que inviertan en las escuelas, en esos buenos profesores de música; el objetivo de todos ha de ser acercar a los jóvenes a esta forma de arte. Es una cuestión de educación.

Usted recuerda que una de las cosas que más profundamente le impresionó de Dietrich Fischer-Dieskau fue su sabiduría, su conocimiento de todos los aspectos de una canción, algo que también admira de Graham Johnson. A partir de aquí, ¿cómo aborda el estudio de una canción, bien nueva, bien recuperada después de un tiempo sin cantarla?

Cuando ves una canción primera vez a menudo pierdes de vista la estructura del poema, porque puede que el compositor hiciera aquí una pausa que no está en el poema, luego uniera tres estrofas, incluyera un pequeño interludio más allá... Pierdes completamente la estructura del poema. Así que cuando aprendo una nueva canción lo primero que hago es escribir el poema, a mano, y a partir de ahí estudio su forma: cuántas estrofas tiene, cuál es su métrica, cómo es la rima, esas cosas, para tener una estructura clara del poema en si mismo. Creo que es muy importante; a veces, escuchas a alguien cantando y te cuesta saber  cuándo acaba una frase. Luego vuelvo a escribir el poema una y otra vez, así es como lo memorizo.

Después, por supuesto, viene el aprender la música; me paso mucho tiempo simplemente leyendo la partitura, porque así puedes extraer muchas cosas de la canción, más que cantándola desde el principio una y otra vez. También dedico mucho tiempo a leer sobre el poema, sobre la vida del poeta, del compositor, las circunstancias en que escribieron... todo el contexto del poema y también de la canción. Es una suerte poder contar con alguien como Graham Johnson, un experto como él en Schubert y en tantos compositores; es maravilloso, porque cada consulta se convierte en una conferencia sobre la canción, es increíble.

Luego tienes que desarrollar tu propia experiencia, tu relación con la canción, tu interpretación. Nunca llegará el momento en que puedas decir que conoces la canción, estás en continua evolución. Las interpretaciones cambian continuamente, escucho mis grabaciones y me gustaría volver a grabarlas, porque han cambiado tantas cosas... Apenas han pasado unos meses, las vuelvo a escuchar y ya no me gustan, porque tengo la sensación de que ahora serían mejores que antes...

En estos momentos es profesor en la Guildhall School of Music and Drama. ¿Qué intenta transmitir a sus alumnos?

Sí, enseño lied. No tengo que enseñar técnica a los cantantes; trabajamos la expresión e intento que los estudiantes se sientan libres de sentir las cosas. Creo que esta es una carencia de los conservatorios, están muy centrados en la técnica. Por supuesto los alumnos tienen que aprender técnica, es absolutamente básico; sin una buena técnica y un buen conocimiento de la teoría de la música no puedes alcanzar nada. Pero a veces también me doy cuenta de que algunos cantantes están tan concentrados en la técnica que pierden algo de libertad. Al final, en una actuación, tú compartes tu arte con el público, es una experiencia conjunta, y esto es algo que creo que a veces no se tiene en cuenta. Comunicar es también una habilidad, tienes que aprenderla, no es simplemente salir al escenario y ya está. Tiene que ver con la comunicación con los ojos, con la comunicación mediante las emociones y los sentimientos, y es lo que más me gusta trabajar. Es un proceso muy importante; si te quedas sólo con la técnica, si no te centras en la expresión, entonces reproduces las cosas, y creo que reproducir es el principio de la muerte del arte. El arte tiene que ser recreado, creado de nuevo.

Muchos de los cantantes que ha mencionado antes no son alemanes, e imagino que parte de sus alumnos tampoco lo son. ¿Cómo convencería a los aficionados que todavía sienten recelo ante los cantantes no alemanes que cantan lied de que vale la pena escucharlos?

Como cantantes, tenemos que hacer un esfuerzo suplementario cuando cantamos en una lengua que no es la nuestra, pero el resultado es enriquecedor. Cuando canto mélodie, por ejemplo, tengo que trabajar mucho más para aprender el texto y la música. Por supuesto que puedo hacer una traducción palabra por palabra, de hecho es lo primero que hago, para saber en cada momento qué significa cada palabra. Pero muy a menudo hay diferencias culturales entre las lenguas, por eso necesito dedicar mucho tiempo a intentar entender realmente la canción, para tratar de acercarme a lo que significa, a lo que hay detrás, en muchos sentidos. Es como cuando vas a París y hueles un croissant recién horneado, es algo que sólo puedes oler allí, aunque haya croissants en todas partes. Aprehender esos detalles es difícil, es el gran desafío cuando cantas en una lengua que no es la tuya, y creo que es la carencia de algunos cantantes en esos casos. El trabajo de un buen profesor es animar a esos cantantes a encontrar el placer de hacer ese proceso, a no sentirse intimidados o pensar que nunca lo conseguirán. Hay que disfrutar del proceso hasta llegar a sentir que esa música forma parte de ti.

Creo que ese es el problema cuando algunas personas te dicen que no deberías cantar en francés porque no eres francés, o en alemán porque no eres alemán. Cantar va mucho más allá de conocer las palabras o tener una buena pronunciación, se trata de hacerte con la canción y que la canción sea parte de ti. Parece contradictorio, por una parte tienes que acostumbrarte a esa lengua y desentrañar lo que hay detrás de la canción y por otra tienes que llevar la canción a tu propio mundo. Y creo que eso es lo mejor cuando cantantes no alemanes cantan en alemán, añaden algo diferente y nuevo a la canción, tiene un encanto especial, es maravilloso. Definitivamente, todo el mundo debería cantar en lenguas que no son la suya.

Hablemos un momento de pianistas. Existen dos grandes tendencias entre los cantantes: trabajar la mayor parte del tiempo con un único pianista, o ir cambiando de pianista, sin formar un duo estable. ¿Cuál es la suya?

Es más fácil trabajar siempre con el mismo pianista, así no tienes que ensayar todo el repertorio una y otra vez. Por ejemplo, el programa de Heimat lo he cantado normalmente con James Baillieau, mañana será la primera vez que lo haga con Sholto [Kynoch], y eso significa que tenemos que ensayarlo todo, desde el principio, como si fuera nuevo, hay que dedicarle mucho más tiempo. Por otro lado, con el pianista hay que establecer una relación de confianza. Para mi eso es lo más importante, confiar en el pianista; saber que esa persona que está detrás de ti te va a dar alas para volar.

En este momento de mi carrera tiene más aliciente para mi trabajar con diferentes pianistas, porque cada uno de ellos añade siempre algo diferente. Es como jugar a ping pong, tu nuevo compañero te devuelve la pelota de una manera de diferente y eso te obliga a ti a responder también de otra manera, y así se crea cada vez una imagen nueva de una canción; aprendo muchísimo de este proceso. Para mi una canción es como un parque; ni uno ni otro cambian, son siempre los mismos, pero cuando vuelvo a cantar una canción es como recorrer el parque de nuevo, y de repente encuentras algo que no habías visto, aunque siempre haya estado ahí. Por eso encuentro tan interesante trabajar con diferentes pianistas, me ayudan a descubrir cosas nuevas en las canciones.

Hay que estar aprendiendo toda la vida. Cuando iba a dar clase con Fischer-Dieskau me lo encontraba sentado en su escritorio, con las partituras de las canciones que íbamos a trabajar delante, se las había vuelto a estudiar, y eso que era yo quien iba a cantarlas, no él. Se volvía a preparar las canciones que conocía perfectamente, y eso fue un gran ejemplo para mi. A veces pensamos: "ya me sé esa canción, no hace falta que me la vuelva a mirar". Y no es así, sí hace falta. Y creo también que la única oportunidad que tenemos de sobrevivir en este mundo durante muchos años pasa por tener siempre la necesidad y la voluntad de seguir descubriendo cosas, de profundizar en la música.

¿Qué puede contarnos de sus planes futuros? Usted se dedicó a la ópera hace unos años, va a seguir dedicándose principalmente a la canción?

Sí. Hice bastante ópera hace unos años, pero luego decidí, al menos por el momento, centrarme en la canción. Creo que trabajo mejor cuando me concentro en una sola cosa; puedo profundizar más, para mi es un proceso más natural. Otros colegas optan por hacer las dos cosas, pero yo prefiero hacerlo así, es mejor para mi. Lo siguiente será hacer canción con orquesta, también oratorio, y más adelante volveré a la ópera, seguro.

Soy consciente de que no es muy habitual lo que estoy haciendo. Mucha gente me pregunta después de un recital: "¿por qué no cantas ópera, como la mayoría de tus colegas?" Y yo les contesto: "¿por qué debería hacerlo? ¿Por qué hemos de hacer todos lo mismo?" Parece como si todos estuviéramos obligados a seguir el mismo camino cuando salimos del conservatorio. Esa es también una de las cosas que trato de explicar en mis clases; se nos prepara sobre todo para cantar ópera, y hay cantantes de ópera estupendos, muy jóvenes, en los teatros alemanes, pero no debería de ser la única opción. Creo que lo más importante cuando empezamos nuestra carrera es preguntarnos qué es mejor para nosotros, en qué somos especiales, cuáles son nuestros puntos fuertes. Y luego encontrar tu propio pequeño lugar en este gran mundo de los cantantes, e ir trabajando y consiguiendo cosas. Al principio no es fácil, porque no sabes exactamente quién eres y lo que quieres, pero creo que ese es el camino.

Foto: © Minjas Zugik