Cenerentola Conservatorio Liceu 

Una Cenerentola portuguesa

Barcelona. 12/04/2018. Conservatorio del Liceu. Rossini: La Cenerentola. Helena Resurreiçâo, César Cortés, Carles Pachón, Sinho Kim, Elionor Martínez, Mar Esteve, Cipriano Guzmán (alumnos del Máster en Interpretación Operística del Conservatori del Liceu(. Dirección artística: Teresa Berganza. "Coach" de Técnica vocal: Eduard Giménez y Joan Martín Royo. Dirección escénica: Paco Azorín. Orquestra del Conservatori del Liceu. Dirección musical: Manel Valdivieso.

El Conservatori del Liceu, haciendo honor a una tradición iniciada en 1986 por la profesora y soprano Carme Bustamante, presentaba cada año hacia fines del curso una ópera escenificada con todos los detalles pertinentes para que los alumnos se fogueen en el difícil arte de la  labor teatral  que exige la carrera operística a la que muchos aspiran y pocos llegan a dominar  Este año, el Conservatorio, que ha mantenido esta tradición a elegido la ópera "La Cenerentola" de Rossini, que  ha cumplido recientemente la cifra de 200 años en activo. No tiene nada de sencilla y la labor de su montaje, con la dirección escénica del eficacísimo Paco Azorín, ha sido un dechado de imaginación y sencillez teatral, en que los cantantes han actuado con gran brío y energía en torno a un "atrezzo" sencillísimo: un sillón.

La protagonista ha sido la mezzosoprano portuguesa Helena Resurreiçâo, residente en Barcelona desde hace un tiempo, y con una voz ágil y muy adecuada al personaje de la humilde Angelina, recompensada por su bondad (no olvidemos que el subtítulo de la obra es "La bonta``in trionfo"). El cuento de Perrault la hace víctima de una madrastra y de sus dos hermanas "feas  y envidiosas, pero en una ópera en la Roma de 1817 no podía haber más de tres mujeres en escena, por lo que se cambió la madrastra por un bajo bufo, el "padrastro" Don Magnifico, fatuo y ambicioso. En esta función cantó el  papel del Príncipe (lo bordó) el tenor colombiano César Cortés (premiado el año pasado en Martorell) y destacado intérprete en los “Sopars lírics” del Restaurante Set Portes de Barcelona. Cortès se distinguió en su vistosa aria y en todas sus intervenciones colectivas. En el papel de Don Magnifico, apareció el bajo coreano Sinho Kim, ya conocido en Barcelona y en Sabadell. Su dicción del italiano podría ser mejorable, pero la actuación fue correcta. El que de verdad fue "magnífico" fue el Dandini de Carles Pachón, que se movió con agilidad y lució sus capacidades vocales (reciente premio "Ópera Actual" 2018). A pesar de ser el "segundo bufo" de la ópera, Rossini le dio un papel importante y Pachón lo despachó con inteligencia vocal y sentido escénico impecable. Las hermanas "feas" de la Cenicienta fueron muy bien cantadas por Elionor Martínez (Clorinda) y Mar Esteve (Tisbe); se cantó una versión sin recitativos y con algún recorte, que eliminó el aria de Clorinda (que de todos modos no es de Rossini, sino de un discípulo suyo). Curiosamente, a Alidoro, cantado por el bajo Cipriano Guzmán, se le dio en cambio el aria original "Vasto teatro `e il mondo", que también es del discípulo rossiniano Agolini.  Lo que quedó muy claro para los espectadores de esa brillante  función fue la inmensa categoría de Rossini, y uno se pregunta cómo es posible que durante casi cien años su nombre sobreviviera sólo gracias al "Barbiere", al maltratadísimo "Barbiere", pues todo el mundo se creía con derecho a falsificar este título e ignorar a los demás. Fue la mezzosoprano catalana Conxita Supervia la primera que se atrevió a defender las partituras rossinianas, animada por el director Vittorio Gui, y que hoy en día vuelven a ser justamente famosas.

Rossini, a quien a veces se ha calificado -algo inadecuadamente- como el Mozart italiano, siguió los pasos de Cimarosa en la introducción de abundantes números de conjunto: dúos, tríos, cuartetos y concertantes, que en la versión del Conservatori resultaron ajustadísimos y muy bien realizados. El público se habituó a saludar cada número con fuertes aplausos, y la función se prolongó hasta más allá de las once de la noche.