malquerida campoamor oviedo

 

Querer bien

Oviedo. Teatro Campoamor. 12/4/2018. Manuel Penella: La malquerida. Reparto: Cristina Faus, César San Martín, Alejandro Roy, Sonia de Munck, Juanma Cifuentes, Sandra Ferrández, José Antonio Lobato, María Garralón. Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo. Director de coro: Pablo Moras. Orquesta Oviedo Filarmonía. Director musical: Manuel Coves. Director de escena: Emilio López.

Bien es cierto que la zarzuela no puede quedar como una pieza de museo, y que las revisiones escénicas de determinadas obras pueden ser una buena forma de -a falta de nuevas composiciones- dinamizar un tanto el género. No obstante, cuando los aficionados a la lírica nos encontramos con una producción como la de esta Malquerida, no podemos sino disfrutarla y olvidarnos de todo lo dicho anteriormente. Del ánimo de renovación al ansia de protagonismo hay un paso y, ajeno a todo ello, Emilio López nos propone una escenografía acertada y funcional, capaz de cumplir sobradamente con las expectativas depositadas en ella y evitando buscarle tres pies al gato como hizo, con escaso acierto, Maxi Rodríguez en la pasada Verbena de la Paloma.

Así pues, Emilio López parece demostrarnos que, cuando una obra funciona, no es necesario ornamentarla de forma superflua sino, más bien, exponerla con la mayor nitidez posible, potenciando así la carga dramática recogida en el libreto. Y en esta Malquerida, el drama corre a raudales por una hacienda de El Soto marcada, eso sí, por una ambientación mexicana que no resultó del todo clara. 

Lo mejor de la noche pasó, en todo caso, por el elenco de cantantes seleccionado para la ocasión, comenzando por una Cristina Faus en estado de gracia que interpretó con brillantez la parte de Raimunda, tanto en sus partes cantadas -demostrando un timbre carnoso y una gran proyección- como en las habladas, que supo abordar con intención.

Muy solvente y de gran presencia escénica se demostró también César San Martín, demostrando tener muy medido el personaje de Esteban y resultando una elección más que correcta para su parte. Abordando la parte de Norberto en esta ocasión, siempre es un placer escuchar al tenor asturiano Alejandro Roy sobre las tablas del Campoamor, desde las que demostró esa entrega incondicional tan característica de aquellos apasionados por lo que hacen. De sus intervenciones recordaremos especialmente la romanza “Otra vez en esta casa…” con la que consiguió arrancar algunos bravos de entre el público.

Sonia de Munck, por su parte, regresaba al coliseo cabayón tras la Doña Francisquita de la temporada pasada, luciendo nuevamente unos medios dúctiles y de gran facilidad para el agudo, aunque algo lastrados -eso sí- por una proyección en ocasiones demasiado escasa. Interpretando a Rufino, cabe destacar el gran trabajo de Juanma Cifuentes, de insospechada solvencia en las partes cantadas y brillante en los momentos puramente teatrales de la obra, en los que exhibió unas dotes actorales únicamente igualadas por la gran labor de José Antonio Lobato, quien se demostró brillante haciéndose odiar con su interpretación del mezquino personaje del Rubio.

A la batuta de la Oviedo Filarmonía, cabe destacar el gran trabajo de Manuel Coves, sellando por medio de una gestualidad pulcra y aseada una versión de buen nivel. Efectivamente, Coves parecía lograr en todo momento el sonido que buscaba de la Oviedo Filarmonía, logrando así acompañar a los cantantes con total solvencia, tanto en volúmenes como en tiempos. Cerramos, como es costumbre, esta crítica, haciendo referencia al buen trabajo del Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo, quien siempre demuestra una gran presencia escénica y, las más de las veces, una entidad vocal envidiable. Solvente versión, por tanto, de la agrupación ovetense, que sirvió para redondear una Malquerida que, por fortuna, no hizo honor a su nombre.