Christian Thielemann Creutziger 

Christian Thielemann: "Pretender dirigirlo todo es un error"

Nacido en Berlín, en 1959, el maestro Christian Thielemann lleva ya varias décadas siendo unas de las referencias inevitables en el mundo de la música clásica. Ligado especialmente al repertorio alemán, singularmente a las obras de Richard Wagner y Richard Strauss, actualmente es el Director General de la Staatskapelle de Dresde, el Director Artístico del Festival de Pascua de Salzburgo y el Director Musical del Festival de Bayreuth. Su nombre ha sonado también durante años para situarse al frente de los Berliner Philharmoniker, orquesta con la que mantiene un intenso vínculo desde su debut allí en 1996. Thielemann afronta ahora el reto de dirigir el tradicional concierto de Año Nuevo en Viena, una cita emblemática para el gran público y reservada a unas pocas batutas. En ocasión de esta fecha histórica para él, conversamos con el maestro berlinés para conocer mejor sus orígenes, su personalidad y sus próximos proyectos.

Sr. Thielemann, ¡vaya 2018! Un año muy especial e intenso para usted. ¿Cómo lo está viviendo? ¿Está usted en un punto especial de su carrera? ¿O cree que todo es una consecuencia lógica de su trayectoria?

Para mí, cada año es intenso. Este año he dirigido mi primera sinfonía de Mahler, la Tercera; he tenido mi primera Tosca con nueva producción y las voces de Harteros, Antonenko y Tézier en el Festival de Pascua de Salzburgo; y dirigí también mi primer Lohengrin en Bayreuth.

Su primer Lohengrin en el Festival de Wagner y el logro de haber completado el "Canon de Bayreuth" (dirigir todas las obras permitidas en el Festival, desde Der Fliegende Holländer hasta Parsifal, además de la Novena sinfonía de Beethoven, obra que tradicionalmente y cada ciertos años se dirige allí). ¿Cómo lo vivió?

Significa mucho para mí, por supuesto. Nunca pensé que llegaría a este punto. Llegué a Bayreuth en el año 2000 invitado para dirigir Meistersinger. Fue un gran éxito y me volvieron a invitar al año siguiente, y así dirigí Parsifal y la Novena de Beethoven. Volví luego para Tannhäuser y después me invitaron a dirigir el Anillo. Y pensé: "me podría quedar en Bayreuth si quisieran…¡y quisieron!" (risas).

Parece que Wagner sea su compositor de cabecera en realidad, ¿Lo siente usted así?

Podría decirse que sí, pero amo también mucho a Richard Strauss, también a Mozart, Verdi, Puccini... La cuestión con Wagner es que lo dirigí ya desde muy joven. Normalmente los directores empiezan a dirigir a Wagner después de un tiempo con el gran repertorio. Pero tuve la suerte que Peter Ruzicka me invitase a dirigir ya Wagner en Hamburgo cuando yo tenía unos 23 o 24 años. Fue un Tristan und Isolde.

¡Nada menos!

Si, y a partir de entonces entré en la rueda y me empezaron a pedir Wagner en otros teatros.

¿Tuvo usted miedo, temor por el reto?

Cuando eres joven eres más inocente, lo hice porque me vi capacitado y fui muy feliz con el resultado.

Imagino que recuerda muy bien esa primera vez.

Recuerdo perfectamente esa primera noche. Me chocó mucho porque era una producción que se había estrenado el año anterior, firmada por Ruth Berghaus, con una puesta en escena muy compleja y conceptual que yo realmente admiraba. Ella estuvo en los ensayos porque era muy laborioso y difícil para los cantantes. No tuve mucho tiempo para ensayar ya que fui a sustituir a otro director que fue baja en el último momento. Así que solo tuve dos Sitzprobe (ensayos completos con la orquesta y los cantantes) en el radio hall. Ni siquiera tuve la oportunidad de dirigir los tres actos con la escena. Esa noche se respiraba la controversia en la sala, después del primer acto, al acabar, la explosión de abucheos me dejó anonadado y lógicamente pensé que era debido a mí. En los casi 45 minutos que duró el descanso hasta el segundo acto, mientras estaba solo en mi camerino, ¡sólo pensaba en huir! Pensar en subir al podio y volver a escuchar los abucheos me aterraba. Así llegamos al tercero y algo pasó, cuando salí la gente me aplaudió, incluso los músicos de la orquesta y respiré aliviado, me quedé en el asiento del director deshecho de los nervios. Al final de la ópera, los abucheos se repitieron de manera insistente para la producción y el contraste con la ovación por la dirección musical fue increíble. Nunca lo olvidaré.

¿Ese fue su primer Wagner?

No, no, déjeme pensar…mi primer Wagner fue en el año 1990, ¡fue un Lohengrin!

¡Lohengrin! Vaya coincidencia, la ópera con la que ha cerrado el "Canon de Bayreuth" este verano.

Si, es una coincidencia. Lo dirigí en la antigua Fenice de Venecia. Lo recuerdo perfectamente porque fue con Francisco Araiza como Lohengrin. Fue fantástico. También recuerdo a Nadine Secunde como Elsa. Cuando me hicieron director musical de la ópera de Nürnberg con casi 30 años, quise dirigir más Wagner, allí dirigí mi primer Meistersinger. De hecho dirigir Meistersinger fue la prueba para poder entrar al podio de Nürnberg, ¡con solo dos ensayos de orquesta y cantantes!. Cuando uno es joven… ahora seguramente no lo haría, pero así fue. Y así fueron llegando los demás títulos de Wagner

Usted fue asistente de Herbert von Karajan, un gran wagneriano. ¿Recuerda haber hablado con el sobre las óperas de Wagner y su concepción de ellas?

Recuerdo que trabajé como su asistente en Parsifal, para el Festival de Salzburgo. Me llamaba sobre todo para trabajar con los cantantes. Recuerdo que trabajamos mucho repertorio, desde Trovatore a Zauberflöte, Meistersinger…Trabajé con el también para el Fliegende Höllander en el Festival de Pascua de Salzburgo, pero yo ya tenía mucho trabajo como director, no podía ser más su asistente. Cuando eres un joven director has de decidir, si querer ser asistente para ver el trabajo de otros o decidir hacer tu propio camino. Es mejor decidirse por el propio camino.

¿Qué más puede explicarme de su experiencia con el?

Me sorprendió...

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