Werther Irun 2019 

Al límite 

Irun. 24/03/2019. Centro Cultural Amaia. J. Massenet: Werther. Angel Pazos (Werther) Maurizio Leoni (Albert), François Ithurbide (Le Bailli), Nuria García-Arrés (Sophie), Maria Ermolaeva (Charlotte) y otros. Orquesta Sinfónica Luis Mariano Dirección Escena: François Ithurbide. Dirección Musical.: Aldo Salvagno.

Irun y su Asociación Lírica Luis Mariano caminan siempre al límite: dependen de las exiguas ayudas públicas (ayer fue de agradecer la presencia del Diputado Foral de Cultura y esperemos que ello suponga un futuro más provechoso); dependen de la respuesta popular al minúsculo recinto que acoge la representación, el Centro Cultural Amaia, propiedad del Ayuntamiento y que apenas puede recibir a quinientos espectadores; están condicionados por las reducidas condiciones técnicas del mismo recinto y, finalmente, también sufre la hipoteca de unos “cuerpos estables” minúsculos. Demasiados condicionantes. Y a pesar de todo, ¿cómo es qué llevan dieciséis años ofreciendo, contra viento y marea, ópera y zarzuela a los habitantes de la zona? Porque hay algo a los de la Asociación les sobra: ilusión. Y también la ilusión puede llevarse (o llevarles) al límite. 

Ya el año pasado jugaron con el exceso escénico de títulos espectaculares como Aida o Turandot. Y la primera propuesta de este curso, porque la Luis Mariano sigue los años naturales en su programación, ha sido una ópera que exige al protagonista llegar al límite: el Werther, de Jules Massenet.

Ángel Pazos es para Irun mucho más que un tenor; de hecho, sobre Ángel Pazos descansa gran parte de la organización de cada una de las temporadas. Él es el encargado de presentarnos cada función; él es al que vemos pasear nervioso, de un lado a otro ensimismado en sus tareas de organizador, en los minutos previos al inicio de cada título. Pero en esta ocasión decidió autorregalarse, en expresión que se utilizó en la rueda de prensa de presentación del título y con motivo del XXV aniversario del inicio de su carrera artística, el papel protagonista de una ópera tan compleja como Werther.

Segundos antes del inicio de la obertura el concertino de la pequeña orquesta (¡todo queda en casa!) nos anunció que el tenor no se encontraba en plenas facultades. Más problemas. Si ya son demasiados los condicionantes arriba enumerados, que tu protagonista enferme parece ser la guinda de un pastel que acaba dando miedo. Así, en la incertidumbre, comenzamos esta función. 

Dos horas y media largas después el resultado, sin llegar al éxito de otras veladas, era más que satisfactorio. Muchos puristas dirán que este Werther no es de recibo pero yo no estoy de acuerdo. Y ello aunque acepto que el mayor problema que tiene hoy la Lírica Luis Mariano es el foso y, por ende, la orquesta. Pesa en exceso su limitación numérica y un sonido bastante pobre que sale, sobre todo, de la cuerda. Falta empaque, densidad, sonoridad, cuerpo que acompañe, por ejemplo, a una historia tan dramática como la que viven Werther y Charlotte en su amor imposible.

El ya mencionado y doliente Ángel Pazos dibujó un Werther extrovertido, casi furioso; las limitaciones estaban en la debilidad del piano, el escaso matiz y la tendencia a emitir el agudo siempre en forte, quedando, por poner el ejemplo más popular, su Pourquoi me reveiller? al límite de sus posibilidades. Lo sacó, eso sí, por empuje, por ilusión y por compromiso con un pueblo y una temporada. Su enamorada ha sido la mezzosoprano rusa Maria Ermolaeva, la voz más bella de la velada, capaz de crear el personaje mejor cantado. Una pena que el público le “castigara” con el silencio tras su gran escena del acto III porque este fue el momento más hermoso de la noche..

La soprano valenciana Nuria García-Arrés, que fue segundo premio del Concurso de Canto Luis Mariano en la edición 2012 hizo una Sophie algo corta de aliento en su primera intervención pero terminó vocalmente mucho mejor y consigió dar gran credibilidad a su personaje. Será un placer volver a escucharla. Maurizio Leoni dio consistencia a su Albert (¡qué personaje más ingrato para cantar!) mientras que François Ithurbide como Le Bailli ofreció tablas pero, así mismo, una voz gastada, muy limitada.

Finalmente los “canteranos” Iker Casares y Dario Maya brillaron a gran altura como Schmidt y Johann respectivamente. Son valores seguros y, además, saben sacar chispas al lado actoral. Los niños y niñas de la escolanía las pasaron canutas para estar afinados. 

Aldo Salvagno dirige, prácticamente, todas las óperas de Irun. Es muy consciente de las limitaciones del “foso”, de la misma orquesta y, en general, de las condiciones que ofrece el recinto. Verle dirigir y cantar toda la ópera con sus compañeros de escenario, verle mirar a sus músicos en busca del detalle imposible, verle superar los problemas que van surgiendo durante la velada no es sino acabar de entender las limitadas condiciones de Irun. Ello es extensible a la parte escénica y François Ithurbide bastante hace con hacer creíble toda la función.

Una pena que la asistencia apenas llegara al 60% del recinto. Quizás algún día la ópera en Irun sea solo un recuerdo y algunos añorarán estas funciones que, aun viviendo siempre al límite de las posibilidades de una pequeña ciudad en una pequeña provincia con un pequeño presupuesto y con escasas condiciones, nos regalan cada cuatro meses una muy estimable perla lírica. En junio será el turno de La rosa del azafrán y allá intentaremos estar.