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El valor de un acuerdo: la Sinfónica de Galicia, en crisis

La Orquesta Sinfónica de Galicia ha activado la alarma y ya suenan las sirenas. No llega el dinero. Y con "llegar" no es que nos refiramos solamente a que es insuficiente, sino a que desde hace casi diez años no se reciben los ingresos que la Xunta se comprometió a invertir en el proyecto. Y claro, de tanto apretarse el cinturón, la agrupación corre el riesgo inminente de asfixiarse. 

El panorama podría resumirse así: la OSG funciona bajo el amparo del llamado “Consorcio para la promoción de la música” con el Ayuntamiento de A Coruña como principal responsable. Allá por 2005 la Xunta de Galicia firmó un convenio para que, una vez incorporada a dicho consorcio, se le adjudicara por su parte a la orquesta una dotación no inferior a los tres millones de euros anuales. Este compromiso se cumplió hasta 2010, y a partir de entonces estos ingresos se fueron reduciendo hasta acumular algo más de cinco millones de euros de desfase hasta hoy. A todo esto hay que sumarle (o restarle, según se vea) el aumento del alquiler del edificio/sede de la orquesta, el Palacio de la Ópera, cuya concesionaria, una entidad privada, no sólo muestra un actitud hostil ante las necesidades de la OSG, sino que además mantiene el edificio en una situación de semiabandono, por no decir decadencia. Cualquiera que quiera pensar mal leería en esta actitud de la concesionaria un gesto de soberbia ante la indefensión de la orquesta, obligada a elegir entre eso o la intemperie. Sumemos/restemos el correspondiente incremento de salarios que por ley corresponde a los trabajadores, y las cuentas, definitivamente, se descompensan.

Partiendo de esta situación, conviene ser conscientes de la irresponsabilidad que conlleva abandonar, aunque sea parcialmente, una inversión. Y es que, por obvio que parezca, a veces se confunde deliberadamente gasto con inversión, es decir, que a lo que nos estamos refiriendo aquí es a una partida de dinero de la que a largo plazo se espera obtener algún provecho. Y una orquesta no es sólo un conjunto de músicos. Es un proyecto. Es un foco de irradiación de conocimiento en una comunidad, es formación para los más jóvenes, es esperanza de empleo para quienes estudian durante años en nuestros conservatorios, es una academia de constante aprendizaje y sano entretenimiento, entre otras muchas cosas más...podría ser, en resumen, un claro ejemplo de cultura sostenible. Invertir en un proyecto así conlleva asumir que es un compromiso a largo plazo, de lo contrario, sería una pérdida para las dos partes, pero sobre todo para la ciudadanía.

Lo sorprendente además, es que durante estos años de estrecheces económicas la excelencia artística de esta orquesta no se ha resentido. Tampoco se ha reducido el número de asistentes o abonados, y su proyección internacional ha ido en aumento gracias a su exitoso canal en Youtube, el más visitado de España en su categoría. Lástima que no se pueda sacar rendimiento a este éxito allende las fronteras porque se hubo de prescindir de las giras al no contar con financiación suficiente... En el barco de este proyecto que se simplifica cuando le llamamos orquesta, entra el Coro de la Orquesta Sinfónica de Galicia al que se le agrega el grupo de Niños Cantores además de un Coro Joven. Para completar la labor socioeducativa, los proyectos “Resuena” y “Sonfuturo” se encargan de la iniciación y de la formación de los niños en esto de la música. 

Resulta chocante el entusiasmo de los trabajadores de la OSG, que pasan su jornada laboral en un edificio que necesita severas reformas...con zonas restringidas por exceso en los niveles de radón, humedades, olor a cañerías... además de apechugar con las restricciones que, de cuando en cuando,  va imponiendo la concesionaria. El propio director titular, Dima Slobodeniuk, confesó en una entrevista que sería comprensible que las condiciones en las que trabajan los músicos los llevaran a una huelga. Pero el grupo funciona, el vínculo con el espectador se percibe y la satisfacción en este sentido es palpable. A sus actuaciones semanales acude público de otros puntos de Galicia si no es la propia orquesta la que se desplaza para llevar música sinfónica a localidades alejadas de su sede.

Una gran paradoja. La situación es insostenible en términos financieros al tiempo que prometedora en cuanto a impacto sociocultural. Desde la administración de la OSG lo están anunciando con seria preocupación: los proyectos socioeducativos, de formación infanto-juvenil, serán los próximos en ser sacrificados si no se recibe la inversión pactada. Después de casi diez años de aguante queda claro que no es capricho o amenaza. 

Y es que más allá del dinero se trata también del valor de un acuerdo. De la credibilidad de las firmas institucionales ante los votantes. Pese a todo, confiamos en la sensatez de los responsables de las adjudicaciones de presupuestos, y en que no permitirán la deriva de esta nave. Porque ni es sólo una orquesta, ni sólo es dinero.

Foto: Óscar Vázquez.