Virginia Martinez Silvia Ferrer

 

Virginia Martínez: "Siempre he tenido más problemas por ser joven que por ser mujer"

Virginia Martínez es la actual batuta titular de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. La joven directora, con formación en Viena e invitada a menudo por numerosas orquestas españolas, nos habla de su profesión con notable entusiasmo, en mitad de una agenda intensa, en la que se intercalan un estreno, una grabación y los habituales ensayos para la programación de la OSRM. Hoy, en la víspera de Reyes, dirige un concierto con la Orquesta de RTVE. Y en apenas unos días estará al frente de la música de John Williams, con la Orquesta Sinfónica Camera Musicae.

Parece obvio que preparar una obra de estreno implica mucho trabajo y responsabilidad, ¿hay tensión en la orquesta? ¿Cómo la encuentra durante estos días extraños?

La orquesta está a pleno rendimiento, la verdad es que no nos podemos quejar. En la época que nos tocó vivir, es todo un privilegio que estemos trabajando en el marco de una Fundación que ha hecho todo lo posible para que el trabajo sea seguro y para estar todos tranquilo, trabajando cada semana con regularidad.

¿Conciertos presenciales o en streaming?

Ambos. Los conciertos permiten poco aforo, el 50%, así que retransmitiéndolos en streaming nos aseguramos que aquellos que no pueden asistir los disfruten desde sus casas.

Entonces, ¿cree que el streaming vino para quedarse?

¿Por qué no? Hay cosas de esta pandemia que estamos deseando perderlas de vista, como por ejemplo las mascarillas, pero hay otras soluciones tecnológicas de las que hemos aprendido todos y que podrían quedarse perfectamente tras las restricciones. Es algo que suma mientras no sustituya a los conciertos en sala.

Se le nota muy animada, optimista

Yo siempre he sido muy optimista. Como todo el mundo, en ocasiones me he asustado pero procuro siempre mirar el mundo con optimismo y con buena actitud pensando que aunque hay gente pasándolo muy mal, nosotros, desde la orquesta intentamos hacer este trance más agradable. El optimismo y la prudencia son fundamentales.

¿Qué les quitó el Covid además del público en la sala? ¿Cómo afectó a la programación?

Pues nosotros desde el 10 de marzo suspendimos los conciertos, y con especial tristeza el ciclo de conciertos en familia, que nos hacían muchísima ilusión. En verano volvimos pero  tuvimos que reinventarnos, como la mayoría de las orquestas de este país, con conciertos cancelados, aplazados o modificados… por ejemplo, no se pudo hacer el concierto a pie de playa que solemos hacer a finales de julio cada año en una playa diferente de la Región, con un escenario y unos juegos de luces muy llamativos en un proyecto que se llama “Show must go OSMR”, donde hacemos arreglos de música pop/rock que el público puede reconocer y es una noche muy especial porque tocamos en un ambiente muy distendido ante un público que se lleva su hamaca, su picnic y que incluso se baña mientras suena la música. Es una noche muy dulce en la que tanto el público como los músicos disfrutamos muchísimo.

Está claro que es una manera de crear un vínculo entre los ciudadanos murcianos y su orquesta

Sí, aunque hace ya muchísimos años que se está creando ese vínculo, es verdad que a día de hoy la orquesta se siente muy querida por su Región y así lo sentimos en los conciertos, en las redes sociales, etc. Hacemos charlas pre-concierto antes de cada evento para conversar con el público, vamos a los colegios, tenemos los “Conciertos en familia”, tenemos abonos en dos localidades importantes de la región, hacemos conciertos solidarios, concierto de año nuevo, conciertos por hospitales…en fin…yo creo que la orquesta no se puede volcar más en la Región y eso lo recibimos de vuelta. Ahora mismo diría que cualquier murciano conoce el significado de las siglas OSRM. También sentimos ese cariño durante la pandemia, con mensajes de ánimo y de apoyo, así que en ese aspecto no podemos estar más contentos.

¿Y sienten el mismo apoyo por parte de la administración?

Sí, tengo que decir que tanto este año como en los anteriores hemos tenido consejeros que han apostado por el buen trabajo de esta orquesta. Se han dado cuenta desde el primer momento de que somos una institución seria, que trabajamos al 200%. Y ahí están los resultados, en el aumento del número de abonados, de asistentes… y lo que más les agradecemos es que nos dejen hacer, porque funcionamos muy bien y lo único que necesitamos es el apoyo económico e institucional y todos los consejeros que han pasado durante los años que yo llevo aquí nos han prestado apoyo económico, aunque siempre sea insuficiente. Cuando yo llegué a la orquesta, en 2012 el estado de la orquesta era terrible, la OSRM estaba en un ERTE y  después de salir del ERTE la situación presupuestaria era todavía muy precaria y lo recibido era inferior al resto de las orquestas del Estado español. Está claro que hemos mejorado muchísimo pero todavía nos queda camino, en el que vamos con el apoyo de todos y con buena disposición para que todo vaya a mejor, que es lo importante.

¿Cree, entonces, que existe cierto agravio comparativo entre orquestas por parte de las ayudas de la administración?

Bueno, nosotros nunca hemos entrado en ese agravio comparativo con las demás, son todos compañeros para nosotros, de hecho nosotros intentamos invitar a una orquesta profesional autonómica de este país a nuestro ciclo de abono porque nos apetece invitar a otras orquestas compañeras sobre todo para aprender y tener un contacto con todas. Pero ni los músicos ni el equipo directivo ha caído nunca en compararnos con otras orquestas. Cada una tiene su personalidad y es diferente. Nosotros nos centramos en trabajar y evitar comparaciones, que a veces son inevitables, pero de las que también se puede aprender. En cuanto a ayudas sí puede haber diferencias, las cifras están ahí, y durante muchos años nosotros hemos estado a la cola de España en cuanto a presupuesto. Es verdad que, como he dicho antes, los políticos lo saben y cada año hacen un esfuerzo que tenemos que reconocer. Intentamos que en ese sentido haya avances progresivos, que aunque no sean muy grandes, sean estables, firmes y sostenibles en el tiempo para que no haya una vuelta atrás. La orquesta se lo merece.

¿Qué cimas le gustaría escalar en los próximos años?

Lo primero que los presupuestos vayan creciendo poco a poco, porque queremos ampliar plantilla, ahora son 48 músicos cuando deberían ser más ya que los programas que estamos abordando ahora demandan un mayor número de músicos. Sólo tenemos a dos músicos en cada instrumento de la sección de viento madera cuando deberían ser tres, y no es por capricho, es por el desgaste físico que implica el que no haya un refuerzo. Es una profesión con una gran implicación física y a ella están asociadas enfermedades musculares, óseas e incluso distonías focales que pueden interrumpir el futuro laboral de los músicos…

Imaginamos también un gran desgaste psicológico y emocional…

Así es, no es pedir ningún lujo este aumento de plantilla que estamos esperando. Hay programas largos en los que un oboe, por ejemplo, no puede estar al 100% en la primera y en la segunda parte. Estas cosas hay que explicarlas porque no son ningún capricho, son cambios necesarios si queremos que la plantilla perdure en el tiempo y si queremos conservar a buenos músicos en nuestra orquesta, porque si no, indudablemente se irán a otra donde estén en mejores condiciones. Y como yo creo que tenemos grandísimos músicos en la OSRM, voy a luchar hasta el fin de los días para que esto sea una realidad y podamos tener una orquesta con unas condiciones en las que lagente trabaje a gusto y con el menor desgaste y peligro posibles.

¿Cómo ve la futura relación de la OSRM con la ópera?

Aquí tuvimos dos temporadas de ópera con cuatro títulos cada temporada y eso fue insostenible económicamente porque si no hay una aportación específica para eso la ópera es una producción carísima en la que intervienen muchísimos profesionales. No está en nuestras prioridades, es una inversión muy potente y para ello hay que empezar poco a poco. Para que una producción operística o de zarzuela salga rentable hay que hacer muchas funciones. Y sin duda cuatro títulos por temporada es algo que ahora mismo no nos podemos permitir.

Le habrán preguntado a menudo sobre lo que es trabajar desde una posición tradicionalmente ocupada sólo por hombres… una posición de liderazgo que, precisamente por esa tradición machista, puede ser cuestionado con frecuencia. Si además le añadimos el ser joven, los recelos podrían ser aún mayores…

Yo siempre he tenido más problemas de este tipo por ser joven que por ser mujer. Por ser mujer ha habido dos anécdotas desagradables en mi vida, pero por lo demás no puedo decir que el ser mujer haya supuesto para mí un problema en esta profesión. Me he sentido siempre muy mimada por mis profesores y compañeros en Viena, donde nunca me sentí discriminada y donde tuve muchas oportunidades de trabajar.

¿Le gustaría compartir esas anécdotas con nosotros?

Prefiero no hacerlo porque en su momento me dieron un disgusto y no quiero recordarlas ni darles así más importancia. En mi familia siempre me apoyaron, mis padres nunca me disuadieron de la idea de dedicarme a una profesión de tradición masculina. Lo que yo quisiera hacer, estaba bien. No tuve nunca la sensación de adentrarme en un mundo difícil que no fuera para mí. Que la dirección de orquesta es de tradición masculina es cierto, que todavía hay machismo y queda mucho por andar, también. Lo que hay que hacer es valorar el talento sin tener en cuenta si es director o directora, eso da igual en cualquier profesión. Y en lo que yo me siento capaz de colaborar para llegar a esta igualdad es en la visibilidad, porque es verdad que desde que yo dirijo la OSRM ha aumentado el número de chicas en los conservatorios de aquí, sin yo hacer absolutamente nada más que dar visibilidad, dar la impresión de que sí se puede.

¿Cómo es su relación con las demás orquestas españolas?

Muy buena. Yo he dirigido a la mayoría de las orquestas de este país, como invitada.

¿Cómo es la acogida en esas intervenciones como directora invitada? ¿Siente que se le cuestionan sus decisiones?

Por lo general, cuando llego a una orquesta me siento muy bien acogida, como si llegara a una segunda casa. Hay orquestas con las que incluso tengo una relación muy especial como las de Barcelona y Valencia y con la OSPA… son relaciones de afecto con muchas de las orquestas de este país y cuando llego de invitada, es como ponerme las zapatillas de andar por casa, me siento muy bien tratada no sólo por los músicos, también con los gerentes, gestores de teatros, etc. En este aspecto no me puedo quejar. Pero sí que es verdad que cuando ha sido la primera vez en alguna de ellas los diez primeros minutos de ensayo son claves y notas cómo te prueban, hay ciertos gestos, ciertas reticencias…pero si una cae en ese juego está perdida. Yo  lo que intento es abstraerme de eso y seguir trabajando como si no pasara nada. Al poco tiempo, cuando los músicos ven que vas en serio y sabes lo que quieres, que los respetas y exiges el mismo respeto, entonces todo fluye.

Es difícil encontrar el punto medio, y en ese sentido tengo que decir que he aprendido mucho de los músicos. Ellos me enseñaron que hay que ser autoritario pero sin pasarse, encontrando un equilibrio que se aprende con los años. Y gracias a eso puedo decir que estoy donde estoy. Aunque es un puesto de liderazgo hay que ser muy humilde y saber que esta profesión se aprende todos los días teniendo en cuenta, como no, las ideas de los músicos, aunque la que finalmente decida sea yo. A Karajan le preguntaban cómo hacía para que todos esos músicos estuvieran a su mando, etc y él respondía “yo les doy la libertad para que hagan lo que yo quiero que hagan”. Y yo creo que se trata un poco de eso, la música es compartir, nadie tiene la verdad absoluta. Es un viaje de ida y vuelta entre orquesta y director. Cuando lo das todo y no recibes lo mismo de la orquesta, puede resultar irritante; pero al final, cuando se entra en comunión con los músicos, sólo queda un único camino que es la música.

Ha sido una niña dirigiendo un coro de niños…¿en qué momento pasó de ser un juego a una pasión, una profesión? ¿Qué consejo le daría ahora a esa pequeña?

Bueno, al principio todos daban por hecho que lo que yo hacía en música era un hobby, pero que evidentemente tenía que estudiar otra cosa. Me matriculé en medicina y no fui a una sola clase. En el momento que mis padres vieron que la música era mi pasión, me apoyaron en todo momento. Yo ahora a esa niña le diría que luchase por sus sueños, por lo que quiere y que lo haga con todas sus fuerzas.

A mis hijas de seis y ocho años lo que les pido es que disfruten con la música, no todos los que estudian música tienen que llegar a ser profesionales. La música tiene que ser algo esencial en la educación de un país, que sin el arte no va a ningún sitio. La música le viene bien a todo el mundo, educa la sensibilidad, y cuando más temprano se comience, mejor. Sensibilidad, trabajo en equipo, empatía…todo esto se aprende mientras se aprende música. Una sociedad con falta de cultura y arte es una sociedad vacía. Por eso reivindico, siempre que puedo, que haya más horas de música en los colegios e institutos. 

¿Cómo le gustaría estar dentro de diez años?

Me conformaría con seguir moviendo la batuta. No soy una persona con grandes ambiciones. Mi sueño siempre ha sido vivir de la música y esto es algo que ya he cumplido. Lo que me gustaría es seguir así. Yo he disfrutado lo mismo en un gran teatro que en un pueblo pequeño con una orquesta chiquitita, incluso a veces más. No aspiro a una gran orquesta internacional o a un gran auditorio… si los músicos que tengo delante están implicados en lo que estamos haciendo, para mí es suficiente y espero que dentro de diez años siga teniendo este mismo panorama, una orquesta delante de mí que se implique y disfrute al 100%.

¿Qué momentos de su carrera recuerda con más orgullo y felicidad?

Uno fue mi graduación en Viena, fue el final de una etapa durísima pero preciosa. Es un conservatorio de muchísima exigencia, además el idioma y la temperatura lo hacían todo un poco más difícil. Cuando terminé esos cuatro años de carrera la sensación fue un poco agridulce, contenta por volver a mi país con mi gente y triste por acabar una etapa que yo todavía recuerdo con muchísimo cariño. La ciudad, mis maestros, mis compañeros, ese conservatorio, mis amigos… 

Otro momento muy especial fue cuando dirigí mi primer concierto en Murcia el 14 de octubre de 2003, que recuerdo como el día de mi boda. Fue el primer concierto que pude dar en mi tierra junto a la orquesta de la que hoy soy titular y en el auditorio Víctor Villegas. Fue un día muy emotivo porque a este concierto asistió gente que no pudo asistir a mi graduación en Viena, cuando era justo el regalo que yo quería darles por el apoyo durante todos esos años y me hacía mucha ilusión.

Conoce bien a su orquesta: ¿cuál cree que es el aspecto en el que puede destacar frente a otras?

Sin duda alguna la implicación. Y es algo comentado por todos lo directores y solistas que vienen. Destacan que es una orquesta muy activa e implicada y es algo que se respira. De eso me encargo desde el primer día que entré. Creo que el aspecto emocional del colectivo es algo que no se trabaja nunca, ni en los conservatorios, cuando es muy importante para prevenir problemas de ansiedad, miedo escénico y demás.

Desde que entré tuve claro que no quiero a la mejor orquesta del mundo pero sí a la más implicada. Habrá mejores y peores músicos en la orquesta, pero todos han de dar lo máximo y así es como lo hacen todos los días. Y con eso me doy por satisfecha y no me puedo sentir más orgullosa. Todas las semanas les agradezco la paciencia, el trabajo y la ilusión con la que se entregan.

Foto: © Silvia Ferrer