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 Antón García Abril: Puente y horizonte

Se nos ha ido un maestro. El Maestro. De tantos, de todos nosotros. Antón García Abril es pura reflexión, palabra y melodía. Es y seguirá siendo puente, como a él le gustaba pensar, y horizonte desde el que partir o hacia el que avanzar. "Un día ya no estaré y lo único que quedará aquí será mi obra. Ese será mi legado y es lo que importa: mi obra. Yo espero servir de puente, porque soy del pasado en tanto en cuanto bebo de él y soy del futuro en cuanto que espero que mi obra perdure y pueda servir, de algún modo, a los que vengan después".

La talla humana, compositiva, artística del turolense es tan inmensa que ya antes, incluso, de su partida, se puede afirmar sin miedo que es el compositor más respetado y valorado por cada uno de los agentes implicados en la música clásica de hoy en día en nuestro país. Crítica, artistas, gestores y por supuesto el público, vivimos enamorados de sus pentagramas. Si como decía Picasso, el arte verdadero es aquel que alcanza cada presente, no hay duda que el de Antón es un arte verdadero, respetuoso y en una búsqueda constante por comunicar, lo que viene siendo el otro gran axioma del arte: todo arte ha de albergar un mensaje. Alguien contando algo a alguien y Antón no cesa de contarnos cosas. Un músico sabio, inteligente, brillante, que vive la música con auténtica pasión y habla de ella de forma sincera y clara.

En estos cinco primeros años de Platea Magazine, el maestro ha protagonizado dos de nuestras portadas. Una en solitario: "A la música se llega por la música", y otra celebrando nuestro tercer aniversario, junto a Teresa Berganza y Joaquín Achúcarro: "Hoy es siempre todavía". En nuestra última edición impresa, en la que celebrábamos nuestros cinco años, regresábamos a él, porque Antón es un lugar maravilloso al que regresar, siempre. En esta ocasión, eran los pianistas Rubén Fernández Aguirre y Aurelio Viribay quienes le dedicaban un artículo a sus canciones, inagotables fuentes de melodía y poesía. Entre tanto, íbamos contando cada obra estrenada, de Viena (Cançons d'absència) a Washington (Partitas para violín solo), y cada homenaje que se le rendía, desde Madrid a Ciudad de México.

"A medida que vas cumpliendo años y tu obra se va configurando como algo muy personal y muy directo... muy relacionado con la estética en la que crees, te vas volviendo más generoso y más comprensivo con los demas... ¡Y desde luego, más exigente contigo mismo! En cuanto a tu obra, de cara al resto, a medida que pasa el tiempo, te va dando más igual lo que piensen los demás, les guste más o le guste menos. Ni siquiera lo personal interesa". Así me lo explicaba él mismo. Cada músico, cada compositor y compositora tienen su camino, su verdad, que no han de cambiar por ningúna otra. El de Antón, no se cansaba de decirlo, se alejaba del ruido. "El ruido por el ruido, no me interesa". También de las cerradas corrientes estéticas y de lo que se conoció como vanguardia musical en nuestro país. El de Antón es un camino propio, fiel a sí mismo durante décadas y décadas de trabajo y arte, esculpidas sobre el respeto a la melodía.

La música como expresión, como capacidad de comunicación, como vía, como mensaje. La empatía y la sensibilidad, la persuasión de la novedad y el respeto; la defensa del compositor como comunicador en la adaptación a la forma personal y al canal de comunicación con quien escucha. Y la reflexión sobre la palabra, sobre la música dada. “A la música se llega por la música”, me ha dicho en muchas ocasiones. ¿Y acaso no hay mayor verdad que esa? Una realidad que siempre ha cuidado, protegido.

Me llevo cada una de tus músicas, Antón, pero también cada una de tus palabras. De tus sabios y sinceros consejos, de cada mañana en tu estudio, de cada regalo, de cada historia y cada observación sobre lo escrito. Siempre con cercanía, con amabilidad, seguridad y franqueza. Ha sido y seguirá siendo un placer, y un honor, conocer la música, más aún al hombre que hay tras ella. Te espera Aurea y aquí te seguiremos cantando, con la voz, con cada instrumento y con la palabra... con tus Divinas palabras, espero, muy pronto de nuevo sobre un escenario, como a ti te hubiese gustado.

Foto: Zafiro Visual.