Logo WienPhil 

Wiener Philharmoniker. El sonido intemporal.

La Filarmónica de Viena cumple 175 años de actividad.

Bruno Walter visitó Viena por primera vez en el otoño de 1897. Viajaba en barco por el Danubio hacia Bratislava para ponerse al frente de su teatro municipal. Pero decidió hacer un alto en la capital del Imperio austrohúngaro para escuchar a la Filarmónica de Viena. “La impresión cambió mi vida”, reconocería en mayo de 1960 durante una entrevista radiofónica: “Esta orquesta tiene un sonido y prestancia ciertamente ideales. Nunca había escuchado semejante belleza. Un remanso tal para los oídos, con ese glissando exquisito, su inconfundible vibrato, el sonido de la cuerda, su combinación con la madera, pero también con el metal y ese equilibrio que consigue la percusión con el conjunto”. A continuación, los comentarios de Walter se tornan  intemporales: “Ese sonido, de 1897, es el mismo que tiene ahora [en 1960]. Y ya se puede imaginar que no queda ningún integrante vivo de aquella época”. El director alemán lo había experimentado con la Sinfonía “Inacabada”, de Schubert, durante su reencuentro con la orquesta tras la guerra, que tuvo lugar en 1947 en el Festival de Edimburgo. Pero también en su concierto de despedida, en Viena, que coincidió con la referida entrevista radiofónica de mayo de 1960: “Fue empezar a ensayar Schubert y ahí estaba otra vez ese sonido que tanto me cautivó en 1897”.

Ese “sonido vienés” (en alemán: “Wiener Klangstil”) es uno de los aspectos más claramente identitarios de la Filarmónica de Viena. Surgió a partir de una tradición instrumental que anteponía el refinamiento y la sensibilidad a la perfección formal y el virtuosismo. Lo explica Eduard Hanslick en 1869 dentro de su historia de la vida concertística en Viena. El legendario crítico compara a dos violinistas muy diferentes relacionados con la escuela austríaca: Joseph Joachim, cuya grandeza y pericia técnica se convirtió en prototipo de lo alemán, y Joseph Hellmesberger (padre), que destacaba por su elegancia y emotividad. Para Hanslick, el primero era eminentemente masculino, mientras el segundo resultaba más femenino; Joachim se decantaba hacia lo diatónico y Hellmesberger hacia lo cromático. Con el tiempo, este estereotipo se ha convertido en un lugar común para diferenciar lo alemán de lo austriaco. El norte del sur. Pero en relación con la música se refleja todavía hoy en las personalidades sonoras de las Filarmónicas de Berlín y Viena. Rigor y energía frente a refinamiento y sensibilidad.

La Filarmónica de Viena representa un caso fascinante de conservación de una identidad local frente a la globalización. Dispone de un estilo interpretativo autóctono que incluye hasta variantes propias para algunos instrumentos de la orquesta... 

¡Descubre este artículo completo en la edicion impresa de Platea Magazine!