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Lisette Oropesa: "Nadie ha creado emociones como lo hacía Haendel"

Seleccionada como una de las mejores cinco sopranos emergentes por Platea Magazine, la voz y la técnica de la estadounidense Lisette Oropesa la han situado como una de las cantantes más solicitadas y aplaudidas del panorama internacional. En estos días se encuentra protagonizando Rodelinda en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, donde nos recibe.

Está usted cantando Rodelinda en el Liceu. Usted ya había cantado antes Cleopatra de Giulio Cesare. ¿Cómo ha recibido este nuevo personaje?

Son papeles bastante diferentes, aunque los dos sean de Heandel. Cleopatra es más ambiciosa y Rodelinda es lo contrario. Tiene poder, pero lo que quiere es tiempo para el amor. Es un alma triste, aunque sea una reina. A veces es fuerte, incluso egoista, pero ella necesita tiempo. Las arias de Rodelinda, además, son más extremas que las de Cleopatra, que me parecen muy bonitas. Rodelinda no se muestra racional, sintiéndose culpable, intentando... mucho más complejo psicológicamente.

De hecho la visión de Claus Guth, el director de escena, es muy psicológica. ¿Cómo la ha vivido?

Lo cierto es que nunca he hecho una producción de escena histórica, con vestidos de época y demás. Una vez, una Romilda de Serse, también de Haendel, donde el vestuario era bonito, pero ni siquiera eran de la época. Hoy en día este estilo de "Barroco moderno", "Barroco contemporáneo", con producciones y vestuario moderno, se lleva mucho. Me gusta cómo trabaja Guth. La producción la he disfrutado mucho. Es muy complicada y hay que recordar muchísimos pasos y además mi personaje es muy exigente: todo el momento en escena, ¡con ocho arias y dos dúos! Tiene el aria Spietati, io vi giurai por ejemplo, que es tremenda. Estoy convencida de que Rodelinda sufre de depresión y, como toda persona que sufre esa enfermedad, siempre mira hacia su interior, pero en este momento, consigue superar sus demonios y hablar hacia fuera. Es un momento en el que consigue romper sus barreras y realizar, pedir algo fuera de su zona de confort. Las variaciones son muy extremas, con cadencias mías y de David Bates, asistente de dirección. ¡Son bellas, pero tremendas! ¡Siempre me quieren hacer difícil la vida! (risas)

¿Le gustaría hacer más Barroco entre sus incursiones belcantistas?

Bueno, es que el Barroco también es bel canto. Es la base. Ahí tiene el recitativo acompañado, aria, cabaletta... tiene de todo. La emoción está ahí. Nadie ha creado emociones como lo hacía Haendel. Cuando oyes su música, te conmueve inmediatamente y para mí ese es el sentido del bel canto. Es lo mismo. Si encuentro un maestro que me permite cantar el Barroco de forma un tanto flexible, no tan rígida como a veces escuchamos este repertorio, para mí magnífico volver a estas obras. A veces escuchamos versiones sin vibrato, con coloratura precisa, pero mecánica... yo necesito mayor libertad.

¿Y si pudiera elegir qué rol cantar a continuación?

Pues en Barroco, primero de todo, pediría volver a cantar Cleopatra... y creo que Alcina la cantaré próximamente. Fuera del Barroco, aún no he cantado la Juliete de Gounod y me encantaría. Ahora en el Met cantaré Manon, de Massenet y antes de ello me hubiese gustado cantar Juliette, pero no se ha dado la oportunidad. ¡Y por supuesto Sonnambula y Puritani! ¡Las he estudiado mucho, pero nunca he podido cantarlas!

¿Manon será debut?

Sí, y viene un poco por sorpresa. Ha habido mucha gente y aún la hay, que me dice: Lisette, tienes que cantar Manon... Lisette canta Manon... y yo siempre había dicho que todavía era demasiado grande, dramática y pronto para mí. Y entonces todo el mundo me compara con Beverly Sills... y entonces el Met me ofreció el debut... y pensé, pensé mucho sobre ello y llegué a la conclusión de que si un teatro así me lo pide, es porque confían en mí y porque mi voz está en el momento adecuado para cantar el personaje. En cualquier caso, lo que tengo claro es que lo cantaré con mi voz. Nunca vas a poder satisfacer a todo el mundo. La gente que está acostumbrada y que quiere en Manon una voz como la de Anna Netrebko, a lo mejor no les hace ilusión escucharla conmigo, pero creo que quienes han disfrutado con Sills o con Natalie Dessay, por ejemplo, con coloratura y luz, seguro que estarán contentos.

Usted, al igual que Nadine Sierra, otra joven soprano que triunfa por todo el mundo, tiene sangre latina, ¿cree que eso le ha influido de alguna manera?

¡Claro! Pero más que un sentimiento latino, en sentido de mediterráneo, yo creo que lo que nos marca es nuestra sangre caribeña, puesto que ella tiene sangre puertorriqueña y yo cubana. La gente del Caribe somos felices, tenemos un fuego dentro que se ve en nuestras voces, ¡también los latinos! Sé que nuestro color de voz hoy en día no cuadra a muchos en el repertorio barroco, pero tenemos que pensar que tanto Haendel como Mozart, por ejemplo, escribieron muchos de sus papeles para cantantes italianos, aunque luego los hayan adoptado las academias de canto inglesas. Su sonido es puro, mucho más blanco... muy específico.

¿Cómo ha sido entonces cantar con Bejun Mehta?

Creo que es el mejor músico con el que he cantado en mi vida. Su estilo es inigualable y es súper instintivo. Tiene un sexto sentido musical con el que sabe cómo hacer y realizar con la voz en todo momento, siempre desde una postura sincera para con la música y quien escucha. Poder confíar tanto en un colega, sabiendo que no te va a fallar nunca sobre el escenario, es increíble.

Tiene usted una presencia muy activa en las redes sociales...

Es que quiero mantener un contacto con el público y no sólo con el público, también con los estudiantes, con todo aquel que pueda tener una duda a la hora de cantar. No hago todas estas cosas por hablar de mí, sino por ayudar a la gente, a todas esas personas que me escriben preguntándome sobre lo que sea: cantar, perder peso (porque yo perdí mucho peso recientemente), cómo correr...Si alguien me pregunta, ¿cómo no voy a contestarle?

Ha mencionado anteriormente a Sills y Dessay. ¿Tiene usted algún referente, alguna predilección?

¿Sabe una cosa? Yo aprendo de todo el mundo. A mí me gusta todo el mundo. Por supuesto, como todo el mundo, escucho a la Callas, sí, pero no escucho a nadie para imitar, porque es un mal vicio que uno tiene al principio. De hecho, ahora, para no caer en la tentación, procuro no escuchar demasiado ningún disco. Lo mejor es grabarse a uno mismo y escucharse a uno mismo... ¡pero yo odio escucharme! (risas).

Usted, que es una soprano internacional, completamente bilingüe, ¿cómo lleva el estudio de los idiomas en la ópera?

Ya desde hace muchos años, empecé a estudiar idiomas porque creo que son fundamentales hoy en día, para poder comunicarnos, no sólo cantando, sino también hablando. Cuando uno aprende un papel por primera vez, si tienes que estar constantemente mirando un diccionario mientras tratas de memorizar palabra por palabra, es bastante complicado. Es mucho más fácil cuando ya comprendes el idioma, pudiendo interpretar desde el principio. Ahora mismo hablo español, inglés, italiano, francés y un poco de alemán, aunque no es mi fuerte, pero me encanta.

De hecho, usted ha cantado bastante en alemán, desde El rapto en el serrallo al Siegfried de Wagner, con el pájaro del bosque. ¿Cómo vivío aquella experiencia wagneriana?

Bueno, yo era muy joven, en el Metropolitan Opera de Nueva York y hacía pequeños papeles de la compañía, como Woglinde en Das Rheingold. No tengo una voz para cantar papeles mayores en Wagner, pero es un autor que me encanta, así que disfruto mucho escuchándole desde el público, ¡encantada de la vida! (risas). Luego está Mozart, que es el mejor compositor de la historia. Debuté con Susanna de Le nozze di Figaro y he cantado también Pamina de Die Zauberflöte. He estudiado Illia de Idomeneo, aunque todavía no he tenido la oportunidad de cantarla. Es curioso que en Europa no haya cantado nada de Mozart, exceptuando Konstanze de El rapto en el serrallo... 

¿Cree que desde Europa se le escucha, se le ve a usted de forma diferente?

Es curioso que aquí en Europa se me piden más bien papeles de bel canto y románticos. También mucha más variedad y producciones más interesantes y arriesgadas, porque aquí hay gran cantidad de teatros, muchos más que en Estados Unidos, y además algunos pueden estar especializados en un tipo de repertorio y las ayudas son públicas, no de consejos privados, lo que les da más libertad a la hora de programar. En Estados Unidos, a menudo se centran en las óperas "grandes" que suelen gustar a ese consejo porque dan garantías económicas, como Bohème, Tosca, Turandot, Carmen... que están muy bien, pero no son las que mejor se adaptan a mi voz. Digamos además que mi voz es más ligera para el tamaño del Met y seguramente algunos papeles, como Lucia di Lammermoor, no me los ofrezcan allí.

¿Lo de la amplificación tantas veces comentada en el Met, es una leyenda urbana?

Totalmente. No tendría sentido. Nosotros los cantantes sólo usamos micrófono cuando la función va a ser retransmitida por radio. Nunca, jamás, alguien me ha dicho que me sitúe en tal sitio porque hay un micro o algo parecido. Y si yo supiese de su existencia, sencillamente me negaría a cantar en el Met.

Es curioso, no obstante, que usted tenga tan claro que algunos papeles no los cantará en el Met.

Bueno, quiero decir, al menos por ahora, tal vez en el futuro sí me los ofrezcan. Hay que tener en cuenta que yo en el Met debuté con 22 años. Muy joven, todavía, evidentemente, tengo mucho que ofrecer allí. Recuerdo que aquel día que debuté, me moría de los nervios. Era la segunda cover y me llamaron dos días antes para cantar Susanna de Le nozze directamente en el ensayo general. ¡Ni siquiera había ensayado antes! Durante la Obertura, con el telón todavía abajo, ¡la dirección de escena aún me estaba dando indicaciones para que no me olvidase de las cosas! No obstante, Susanna ya lo había cantado en la universidad y al final es un papel muy lógico, porque ella simplemente hace lo que le piden. Si conoces la historia y el libreto, es bastante sencillo sacarlo adelante en escena. Además me encanta, es el rol que más he cantado, aunque pronto la superaré con Gilda, de Rigoletto. ¡Ni siquiera tuve tiempo para ponerme nerviosa! (risas).

Ofrecerá una masterclass en el Liceu, ¿cuáles van a ser sus consejos para los alumnos?

Sobre todo, lo que quiero es animar a los jóvenes, decirles que si quieren, pueden. Que no tiren la toalla. Mi madre es profesora de canto, por lo que me siento muy cómoda dando clase. Lo fundamental es cantar con tu propia voz, sin imitar a nadie, por muy similar que sea a tu voz. Encontrar aquello que te hace especial, diferente, dentro de tu propia voz. Cuando yo estaba estudiando La traviata, tenía dudas sobre si debutarla ya y Renata Scotto me dijo: No esperes, cántalo ahora que eres joven, porque esa es la tragedia de Violetta, que es joven. Pero actúala, interprétala, de ningún modo imites. Y eso es lo más importante. En toda carrera hay que tomar riesgos, pero cuando los tomas, has de pensar cuál va a ser el precio que vas a pagar por ellos y sopesar si va a merecer la pena o no. Nunca diría a un tenor de 28 años que cantase Don Carlo, por ejemplo, por mucho que tenga todas las notas para cantarlo. 

Por terminar, ¿cuándo volveremos a escucharla en España?

¡Pues precisamente con La traviata, en Madrid, junto a Nadine Sierra en el otro reparto!