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Pacho Flores, trompetista: “Es necesario que Venezuela vuelva a ver la luz”

El venezolano Pacho Flores (San Cristóbal, 1981) es toda una referencia mundial entre los trompetistas. Estos días visita Madrid, en ocasión del estreno del Concierto para trompeta y trombón de Christian Lindberg, con la Orquesta de RTVE y Ximo Vicedo. Artista exclusivo de Deutsche Grammophon, su agenda está plagada de compromisos con el repertorio contemporáneo y actuaciones con algunas de las principales orquestas internacionales. En ocasión de estos conciertos en nuestro país, conversamos con Pacho Flores acerca de variados asuntos, desde la fabriación de trompetas con la firma valencia Somvi a la complicada realidad que atraviesa Venezuela hoy en día.

Se encuentra estos días en Madrid, en ocasión del estreno de un nuevo concierto de Lindberg.

Sí, es mi primera vez con la Orquesta de RTVE, donde tengo muchos compañeros vinculados al metal, sobre todo colegas valencianos con los que tengo relación desde hace muchos años. Es un concierto muy especial para mí. En mi agenda de estos últimos años vengo cubriendo una serie de estrenos mundiales, un proyecto bastante ambicioso, y este concierto se enmarca en ese proyecto, si bien se trata de un doble concierto para trompeta y para trombón. Christian Lindberg es quizá el músico del metal más importante del siglo XX y de nuestros días. Acaba de cumplir sesenta y un años y tiene una energía desbordante. Está creciendo como director y como compositor, al tiempo que mantiene sus compromisos como intérprete, pues hace unos meses actuó en Israel con Zubin Mehta, interpretando el concierto que le dedicó Luciano Berio. Es sin duda una suerte y un honor trabajar estrechamente con él. 

En Madrid Lindeberg estará dirigiendo los conciertos.

Así es. Lo interesante en este caso es que hemos colaborado desde el primer minuto en el que empieza a gestarse este concierto. Lindberg tiene una forma bastante democrática de componer. Es algo muy curioso porque involucra a su círculo de confianza, que incluye a su hija que es compositora y a su esposa que es su editora, además de su manager y un par más de colegas. En este caso también estábamos Ximo Vicedo y yo, ya que íbamos a estrenar el concierto. Pues bien, a todos nosotros nos envió veinticuatro embriones, núcleos de ideas de apenas quince segundos, de los que tuvimos que escoger ocho por votación. De modo que la obra sale adelante por la elección colectiva de todo un círculo de personas. Y esto hace que los intérpretes nos sintamos involucrados desde el principio, formando parte ya del mismo proceso creativo. Lindberg nos iba enviando bocetos de la partitura desde muy temprano, pudiendo apuntar numerosas ideas o detalles, sobre todo cuestiones técnicas para acompasar mejor la interpretación en concierto. De modo que este concierto ha sido casi como un traje a medida para nosotros.

El concierto es difícil, obviamente. Sobre todo para la orquesta, porque es un repertorio muy distinto y muy particular. Para nosotros como solistas también es complicado y más aun cuando asumimos el reto de tocar de memoria. Yo es algo que llevo haciendo desde hace años, cuando asumí esta agenda de estrenos mundiales. Y Ximo ha aceptado el reto y tocará también de memoria, lo que no es fácil porque él es el primer trombón de la Orquesta de RTVE y está habituado a otra rutina.

Mencionaba ahora la apuesta de su agenda por los estrenos contemporáneos, pero al mismo tiempo en su último CD ha incluido una grabación del Concierto para trompeta de Haydn. De algún modo, los dos extremos del repertorio en un mismo CD.

Sí, el último CD que saqué, casualmente con Lindberg a la batuta, era una especie de collage de piezas muy diversas, desde obras suyas al Haydn, que hicimos de un modo muy particular. En concreto, lo grabé con tres trompetas distintas, una para cada movimiento. El primero con una trompeta de cuatro pistones, con la cual tengo un registro de cuatro octavas. Hago mi cadencia con un registro amplísimo, sobre todo por el grave, donde nadie se había adentrado antes. En el mismo CD incluimos también el concierto de Alexander Harutyunyan, que es también una pieza de cabecera para nuestro instrumento. Y también ahí con una primicia, y es que durante cincuenta años siempre hemos tocado la cadencia de Timofei Dokschitzer, que es fantástica. Pero yo hice un pequeño cambio: en la parte central utilizó un fliscorno, un Flügelhorn, porque la música lo amerita. Y al final hago mi propia cadencia también. El concierto tiene ocho motivos y la cadencia del maestro Dokschitzer empleaba tres. Yo me atreví a hacer mi propia cadencia con cuatro de esos ochos motivos, algo completamente nuevo. Pero sabe, si le soy sincero, tanto el Haydn como el Harutyunyan eran dos conciertos que no me apetecía grabar. Porque estoy más pendiente ahora mismo, por mi agenda, de la música contemporánea, los estrenos que me están dedicando. Pero Christian Lindberg me aconsejó grabar estas dos piezas, para dejar una huella discográfica de mi trabajo con el repertorio clásico. 

Creo que trabaja siempre con una firma valenciana de metales, con la que confecciona sus propias trompetas.

Si, con Stomvi, una extraordinaria casa valencia de fabricación de instrumentos de metal, punteros en innovación. Es muy interesante echar la mirada atrás para ver hasta qué punto es importante este aspecto de la fabricación de los instrumentos. La época dorada de la trompeta fue el Barroco, cuando tenemos la gran mayoría de conciertos clásicos; la trompeta entonces era un instrumento natural, sin cromatismo y se tocaba por encima del pentagrama para poder tener notas diatónicas. Principalmente hablamos de la trompeta piccolo, tal y como la conocemos hoy en día. En el clasicismo la presencia de la trompeta como instrumento solista casi se diría que desaparece, siendo más bien un instrumento acompañante. Fue Anton Weidinger, un trompetista y constructor de instrumentos, quien le hizo a Haydn la propuesta de componer un nuevo concierto, para una trompeta que había confeccionado y que era casi más bien un clarinete, porque tenía varias llaves que de alguna manera descompasaban el paso del aire para que la nota desafinase medio tono. Ese instrumento daba la nota cromática, sí, pero con un sonido de muy poca calidad, muy nasal. Ese concierto de Haydn no se estrenó de hecho hasta cinco o seis años después, porque Weidinger consideró que su instrumento no estaba listo para ello hasta entonces. 

En el romanticismo tampoco tenemos un gran concierto para trompeta. Es ya a finales de este período con un constructor francés, Adolphe Sax y Périnet, cuando la trompeta se dispara, al salir el pistón, que no el rotor, que es el sistema alemán. Con el pistón francés se empieza a escribir cada vez más repertorio solista para la trompeta, incluso en la música sinfónica se percibe claramente, con autores como Saint-Saëns, Bizet, Berlioz… que escribió solos muy atractivos para corneta en su Sinfonía fantástica, por ejemplo. Aquí la trompeta empieza a despegar. Hay cada vez más música de cámara a partir de entonces, como el sexteto de Oskar Bohme o el quinteto de Victor Ewald, etc. Pero es en el siglo XX donde empiezan realmente a salir los grandes conciertos para trompeta y las grandes firmas de constructores, como Selmer, Besson, Getzen… principalmente firmas francesas. Y luego muchos de estos se trasladaron a Estados Unidos. Allí surge la firma de Vincent Bach, un personaje sumamente especial, responsable de agrandar las trompetas, de hacerlas mucho más grandes. Las trompetas francesas eran, por lo general, más bien pequeñas y nasales. Con Vincent Bach se abrió un repertorio nuevo y más amplio para la trompeta. Por ejemplo, esto coincide con el redescubrimiento de Mahler en los años cincuenta. La reina de las trompetas, desde entonces, es la trompeta en Do, para la que se escribió cada vez más. 

Yo le planteé a Vicente Honorato, de Stomvi, que yo tengo un afán de hacer no sólo un repertorio nuevo, sino un repertorio que necesito “robar”, como hago con las transcripciones de Bach. Yo lo tengo muy claro: Bach es de todo el mundo. Yo no puedo decir que una Suite para violonchelo sirva exclusivamente para ese instrumento. Eso también es para el fliscorno, porque Bach no tuvo ni un instrumento ni un instrumentista al que poder escribirle. Yo ahora tengo un instrumento, el fliscorno de cuatro pistones, con tesitura de barítono, con el que sí puedo hacer ese repertorio si lo transcribo bien. Es lo que hice con el Sarasate en mi último disco, así no tengo que hacer falsas resoluciones melódicas, haciendo con la trompeta exactamente lo mismo que el violín tiene escrito en la partitura. Al tener un pistón más, esta trompeta trabaja con armónicos por simpatías, como la guitarra de siete cuerdas.

Supongo que el mundo del jazz y la música popular también contribuyeron a la evolución del instrumento.

Sí, porque la música popular siempre es transgresora. Cuando hacemos un instrumento nuevo es porque estamos necesitando una herramienta que nos facilite tocar una determinada música. Nunca es al revés. Yo no hago una trompeta en Re, por ejemplo, para ver qué toco después con ella. Un instrumento nuevo llega con sentido cuando tenemos un límite técnico que no podemos resolver como intérpretes con nuestra entrega. Es aquí donde entra mi trabajo con Stomvi y Vicente Honorato. 

Cuénteme sus planes a corto y medio plazo, su agenda por venir.

Vengo de hacer un proyecto fantástico con la Royal Liverpool Philharmonic, una formación espléndida. El proyecto se llamaba In Harmony y era una celebración de los diez años de El Sistema, un proyecto suyo inspirado precisamente en El Sistema venezolano. Toqué el primer día con la Royal Liveerpool, al día siguiente con su joven orquesta y al tercer día con la orquesta infantil. Fue fantástico. El año pasado hicimos conciertos maravillosos en lugar como Tucson, con el estreno del concierto de Arturo Márquez, que volveremos a hacer en Japón y en Oviedo, con la Filarmonía y Lucas Macías. Haré también el estreno mundial del concierto de Arturo Sandoval, con la Filarmónica del Teatro Colón en Buenos Aires, en julio. También tengo citas con la Filarmónica de Málaga, actuaciones en China, en Gran Canaria, en Pamplona, con el centenario de La Pamplonesa; en septiembre actuó con la Orquesta de Luisiana, en octubre con Dallas… Actuaré también con la Sinfónica de San Diego, con el estreno del concierto de Paquito de Rivera. También tengo en agenda actuar con la Orquesta de Valencia, volveré a tocar con Liverpool, el concierto de Roberto Sierra… En fin, muchos planes (risas).

¿Y hay nuevos proyectos discográficos a la vista?

Sí, este mismo año van a salir dos discos. Estamos ahora ultimando la fecha de lanzamiento del primero. Son dos trabajos que ya están grabados y el primer saldrá para antes del verano. Creo que es bueno tener en el mercado un CD que recoja el trabajo que estoy haciendo en las salas de concierto. El primer CD de estos dos incluirá una composición mía que estrené con la Real Filarmonía de Galicia y que se titula Cantos y revueltas. Los cantos se refieren al canto de los cabestreros españoles y los cantos de los beduinos… cantos de ganaderos, cantos de campesinos, dirigidos a sus animales, para llamarlos y recogerlos. Y las revueltas son una de las más de trescientas manifestaciones que tiene el joropo. En la época de la colonia se hacían conciertos de cámara en los salones y los nativos escuchaban el clavecín. En sus casas tenían el arpa de bordones y el cuatro venezolano, que es nuestro clavecín, nuestro continuo. Ellos empezaron a reproducir esta música sin leerla, sin saber música realmente, y empezaron a hacer joropos con fugas, algo alucinante. Lo más hermoso es cuando son improvisadas. Y en esta fantasía concertante que yo compuse hay una revuelta, en mitad de la obra, en la que Leo Rondón hace un solo de cuatro y el director Manuel Hernández toma las maracas y yo interpreto una cadencia original de revueltas con la trompeta. La pieza hace guiños a la salsa, al jazz… es muy colorista. Yo utilizo tres trompetas distintas. Como venezolano es una pieza muy especial y va a salir en un momento muy sensible.

Precisamente por eso quería preguntarle para terminar nuestra charla. ¿Cómo ve a su país?

Orando, hermano. Orando mucho por Venezuela para que no haya más muertes. Realmente hay que sensibilizar al propio venezolano para que esto acabe bien; no ya solo al gobierno, también a la población. Hay cosas que me dan mucha tristeza: ahora mismo se ve lo mejor y lo peor de mi país. Estos días, con los últimos apagones, han sido tres o cuatro días sin luz. Y hemos visto a gente que salía a vender bolsas de hielo en dólares, para aprovecharse de la situación. Cuando el venezolano no gana en dólares su jornal. Y todo lo contrario, otras gentes que se ayudaban a conservar la comida, etc., con la lógica solidaridad de estas circunstancias. La situación me preocupa mucho: hubo gente que murió, se dañaron medicamentos… La situación allí me duele mucho y espero que pronto todo termine y que termine para bien. Es necesario que Venezuela vuelva a ver la luz. 

¿Y cuál es la situación de El Sistema a día de hoy?

Obviamente se ha visto disminuida porque depende del sustento público. La orquesta por ejemplo no ha vuelto a salir de gira hace ya un tiempo. Si tienes un país colapsado no puedes sacar una orquesta al exterior, como antes se hacía. El Sistema sigue, a pesar de estas circunstancias. De treinta millones de venezolanos, más de un millón de niños están en El Sistema, que sigue siendo un milagro. Tengo muchas ganas de conocer a esa nueva generación de trompetistas y me consta que ellos también lo están deseando. Y estamos buscando una nueva fecha, pero ahora mismo, tal y como están las circunstancias, no creo que sea algo inmediato, habrá que esperar.