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Andrè Schuen, barítono: "Espero poder cantar siempre Mozart"

El baritono Andrè Schuen debutó en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela en el mes de abril tras haber debutado en la Schubertíada Vilabertran el verano pasado. En junio hizo su debut también en el Teatro Real cantando el papel de Olivier en Capriccio de Richard Strauss, y entre funciones tuvo tiempo para hablarnos de su carrera y de su manera de entender su profesión.

Estas funciones de Capriccio son su debut como Olivier. ¿Cómo se vive un debut?

Los debuts son siempre emocionantes, porque durante el transcurso de los ensayos es cuando descubres si ese papel es realmente bueno para ti. Naturalmente, ya lo has estudiado antes, por tanto ya sabes si encaja con tu voz y ya has desarrollado el papel. Pero luego en los ensayos, con los compañeros, en el escenario, en función del teatro, porque es muy diferente si es un teatro grande o pequeño... es entonces cuando realmente lo sabes. En este caso es mi debut con el papel, sí, pero no con Capriccio, porque ya había cantado en Viena el papel del Conde y tenía la ventaja de conocer bastante bien la ópera.

¿Cómo es su Olivier?

Creo que trabajando con Christoff [Loy] hemos encontrado un retrato relativamente inesperado de Olivier. Según mi experiencia, trabajar con él es muy interesante, porque va directamente al fondo del texto y de la música trabajando con la reducción para piano; es muy satisfactorio porque es fácil definir un papel con él, en cada palabra hay un impulso para encontrar una nueva faceta en el personaje.

¿Qué opina usted, qué decidirá finalmente Madeleine?

Creo que Strauss indica sin dudas que ella tomará una decisión, pero diría que no es neutral. Olivier es muy apasionado y también muy resuelto, es muy directo y creo que se toma la relación muy en serio y se deja arrastrar por su pasión, y eso es lo que le gusta a la Condesa de él. Pero ahora, cuando ahora veo y escucho la ópera, tengo la sensación de él cree que la condesa se decidirá por Flamand. Es sólo una sensación, pero creo que la relación entre Flamand y la Condesa es más íntima que entre la Condesa y Olivier. De todas maneras... [risas] hay que ver esta producción y ver qué da a entender...

Hablemos de sus inicios. Usted se ha criado en una familia muy musical, siempre han hecho música juntos.

Sí, siempre. Lo seguimos haciendo, aunque en los últimos tiempos es más difícil, porque mis hermanas están a menudo de viaje; ellas cantan su propia música, en ladino, etno-pop. Yo también estoy bastante de viaje y mis padres siguen viviendo en el Tirol del Sur, así que es complicado que nos encontremos todos.

Empezó tocando el violonchelo, pero finalmente se decidió por el canto. ¿Qué le llevó a cambiar?

Fue algo bastante espontáneo. Yo había tocado siempre el violonchelo, me gustaba mucho, y siempre había pensado que seguiría con él. Pero poco antes de empezar con mis estudios universitarios, debía tener dieciséis o diecisiete años, empezó a interesarme el canto. Es decir, siempre había cantado, pero nunca clásico. Una de mis hermanas sí que estaba estudiando canto, y así empecé yo; hice un examen en el Mozarteum y me admitieron. Durante un tiempo pensé en intentar compaginar las dos cosas, canto y violonchelo, pero al final el canto me absorbió totalmente.

¿Y ya nunca toca el chelo?

Conservo mi violonchelo y a veces toco pero para mi, pero muy poco.

Wolfgang Holzmair fue su profesor de lied en el Mozarteum; ¿que es lo más importante que aprendió de él?

Uf... ¿Por dónde empiezo? Se puede aprender mucho de Holzmair. A ver... creo que lo más importante que he aprendido con él es a utilizar los colores, a cantar con diferentes colores en la voz. Porque cuando estudias canto, ópera, te insisten mucho en que tienes que cantar con tu color. Es decir, se habla de un solo color, del color del instrumento. No voy a decir que sea falso, porque es cierto que cada cantante tiene su propio color y hay que buscarlo y perfeccionarlo cuando lo encuentras, así el canto es más sencillo.

Pero cantar lied así me parece muy aburrido. En un lied es tan importante el texto, y hay tantos detalles, tantos matices... hay que buscarlos y transmitirlos con los colores. Cuando empecé mis estudios con Holzmair aprendí que para encontrar esos colores que necesitaba había que hacerlo técnicamente de otra manera; había que utilizar una técnica que siguiera siendo buena pero además permitiera trabajar los colores, y me costó hacer este cambio. Es llevarlo al límite, pero sentía que hacía falta una técnica para la ópera y otra para el lied; naturalmente, uno tiene una sola técnica, pero el objetivo es diferente. Como cantante me puedo proponer trabajar con una técnica que me permita cantar un cierto número de papeles que encajen ahí, ese es un objetivo. El otro, construirla de manera que me permita hacer tantas cosas como sea posible, y creo que ese es más mi punto de vista, porque quiero cantar Schubert, Strauss, Puccini, Verdi, quiero cantar cosas tan diferentes como sea posible, creo que esto hace más interesante la vida de un cantante, pero también más difícil. Si te limitas a unos papeles como Posa, Renato de Un ballo in maschera, etc, que te permiten moverte en la misma área, es más sencillo que cantar desde Bach hasta Puccini.

¿Qué otros cantantes son sus referentes?

Hay muchos, no puedo decir sólo un nombre. Un cantante al que siempre he tenido como referencia, para papeles italianos, es Cappuccilli. Pero claro, no puedo buscar orientación en Cappuccilli para cantar Schubert. Para eso, Fischer-Dieskau siempre es un referente, por supuesto, pero hay cosas de Fischer-Dieskau que me gustan muchísimo y otras que no tanto, y escucho otras grabaciones: de Bryn Terfel, por ejemplo, o de Gerhaher, o de Goerne, hay tantos... Pero si hablamos de ópera, son muy importantes para mi los cantantes de la antigua generación italiana: Cappuccilli, Tito Gobbi, Bastianini, Manuguerra...

Si no estoy equivocada, canta profesionalmente desde el 2010. ¿Cómo ha encarado su carrera?

Sí, podemos decir que desde 2010, que es cuando obtuve mi diploma; antes ya había cantado profesionalmente, pero era diferente. Siendo sincero, no puedo decir que me trazara un plan concreto porque sabía que no iba a funcionar, que iban a surgir otras cosas; lo que hecho ha sido decidir, creo que con prudencia, qué papeles elegía y cuáles no, según en qué dirección me llevaran.

Hay cantantes de mi edad que han aceptado papeles a los que yo he dicho: ahora no, todavía no. A veces porque era demasiado pronto para mi voz; rechacé por ejemplo Scarpia, era demasiado dramático, eso es para dentro de quince años. También rechacé papeles porque aunque encajaran con mi voz en aquel momento, tenía la sensación de que no iba poderlos hacer tan bien como otros. O porque me hubieran llevado en una dirección muy alejada de lo que quería y luego hubiera tenido que invertir demasiado tiempo para volver. Eso me pasó por ejemplo con Orfeo de Monteverdi, es un papel que me gusta mucho y me hubiera gustado mucho cantar, pero empecé a estudiarlo y vi que no era lo que necesitaba en aquel momento.

¿Dónde se ve dentro de cinco años?

Creo que dentro de cinco años estaré haciendo lo que en ese momento funcione para mi. En parte, espero estar haciendo los mismos papeles; por ejemplo, creo que los papeles de Mozart estarán todavía conmigo y espero que lo estén siempre, siempre habría que poder cantar Mozart. Bueno, no sé si con cincuenta y cinco años estaré cantando Don Giovanni todavía [ríe], pero Mozart, siempre. Me gustaría estar cantando la mitad del tiempo ópera y la otra mitad lied, y dejar también un poco de tiempo para concierto y oratorio.

Enlazando con la pregunta anterior, en lied sí que tenía un plan al empezar, quería cantar el repertorio estandar en relativamente poco tiempo, eso era importante. Los tres grandes ciclos de Schubert y muchos más lieder de Schubert, claro. Schumann... de Schumann he hecho algo, veremos que viene ahora; Brahms todavía está por llegar... hay mucho trabajo ahí.

Ya que estamos con el repertorio de lied: en su primer CD eligió Schumann (el Liederkreis de Heine) y Wolf (las canciones del arpista), opciones digamos "normales", pero también Martin y sus Monólogos de "Jedermann", que no forma parte del repertorio habitual.

Es cierto. Este ciclo, los Monólogos, me lo recomendaron en el Mozarteum incluso antes de empezar con Holzmair, me dijeron: "tienes que cantar esto, porque es muy adecuado para tu voz y la música és fantástica", y estuve de acuerdo, me encantó desde el primer momento.

Este CD en realidad es un programa de recital, el primero programa que preparamos juntos [con Daniel Heide], por eso lo grabamos. Tres poetas, tres compositores, tres momentos de la vida de un hombre; creo que la mezcla de la música tan romántica de Schumann, la aproximación tan psicológica de Wolf a las canciones del arpista, y luego Frank Martin, que es totalmente otro lenguaje, hacen que el programa sea muy atractivo.

El disco acaba con Alte Laute. ¿Por qué vuelve a Schumann tras Martin?

Sí, es una especie de bonus track. Alte Laute era la propina que hacíamos siempre con ese programa; por eso pensamos en incluirlo, como si realmente estuviéramos ofreciendo un recital.

Luego vino el disco de Beethoven con el Trío Boulanger y después el CD de Schubert. En una entrevista en el booklet del disco dice usted, refiriéndose a los lieder de Schubert: "En el universo de la música, Schubert es el sol alrededor del cual giran el resto de compositores". Y luego añade: "Creo también que en cierta manera es muy comprometido cantar Schubert." ¿Nos podría aclarar donde está exactamente la dificultad?

La dificultad con Schubert reside en que debería sonar muy fácil; en mi opinión, un lied de Schubert suena bien cuando se percibe como una canción popular. Por supuesto hay lieder que son muy dramáticos, pero desde el punto de vista del canto, debería sonar fácil como una canción popular. No siempre sucede porque es muy complicado cantar así; cualquier cosa que queramos hacer con la voz en un lied de Schubert, por ejemplo, un subito piano o un determinado silencio puede tener fácilmente demasiado protagonismo, estar demasiado en primer plano; en seguida suena poco natural. La dificultad con los lieder de Schubert es tanto de técnica como de interpretación; hay que tener un gran control y estabilidad para que el público los perciba como algo fácil y natural.

Usted canta ópera, lied y en menor medida oratorio. Muchos cantantes sostienen que un recital de lied les da más libertad pero tiene más riesgo, mientras que con la ópera tienen menos margen pero les da más protección. ¿Está de acuerdo con sus colegas?

Si, claramente. ¿En el escenario? Sin duda. Para empezar, en la ópera se ensaya mucho más. Antes del estreno de Capriccio hemos tenido siete semanas de ensayos, eso es mucho tiempo, y además han sido unas semanas de trabajo muy intenso. Por eso, incluso en el caso de que uno no llegue a los ensayos con el papel perfectamente aprendido, todavía hay mucho tiempo por delante. Claro que esto no debería de pasar, pero si pasa, tienes margen. En lied ensayas sobre todo a solas, y con el pianista ensayas durante muy poco tiempo. Cuando preparamos un nuevo programa con Daniel [Heide] a veces hacemos algunos ensayos con antelación, pero normalmente sólo ensayamos juntos el programa durante cuatro o cinco días antes del primer concierto, y por supuesto que para entonces ya conocemos la música perfectamente los dos, porque si no ya sería demasiado tarde, ahí no hay margen. Asumimos más riesgo que con la ópera, sí.

¿Cuánto tiempo le lleva preparar un programa, solo, antes de encontrarse con el pianista?

Varía mucho en función del programa. Por ejemplo, Winterreise, el primer programa que construí; no le podría decir el tiempo porque ha estado presente durante muchos años, en segundo plano. Me fui aprendiendo dos o tres canciones ahora, dos o tres después, porque me las preparaba para la universidad. La bella molinera, creo que empecé a estudiarla tres años antes del primer concierto; empecé por leer los textos, escuché muchas versiones, al menos veinte versiones diferentes. Sobre esto de las grabaciones... muchas personas dicen que no hay que hacer eso, que hay que buscar la propia interpretación, y yo, para ser sinceros, no lo veo así. Tenemos la oportunidad de escuchar muchas grabaciones y eso es fantástico; me encanta, y lo uso a menudo. Que escuche La bella molinera para estudiarla no significa en absoluto que copie una interpretación. Luego estudio con las partituras, y luego repito muchas veces sin la partitura. Algo que me gusta hacer es cuando salgo a correr o cuando hago una ruta a pie es repasar mientras escucho las canciones; canto flojito, para mi. Me va muy bien hacerlo así. Por ejemplo ahora, este tiempo en Madrid, estoy estudiando el próximo programa de lied y la próxima ópera, siempre van conmigo.

Después de todo lo que nos ha contado, ¿cómo se define como cantante?

Ante todo, y ya sé que esto que voy a decir sonará raro, me veo como músico. Muchas personas, incluso muchos músicos, lo ven de otra manera, piensan: "¿los cantantes? Los cantantes son otra cosa". Y no; para mi, los cantantes también somos músicos. Mucha gente piensa en cantantes, sobre todo en cantantes de ópera, y tiene la imagen del rampensau, de alguien que necesita salir a escena, que sólo se siente realizado ante el público. Claro que hay cantantes que son así, pero no es la única manera de ser un cantante. Yo tengo noches en las que también me siento un poco como un rampensau, pero soy una persona que generalmente tengo que hacer un esfuerzo para salir al escenario. No suelo necesitar al público; yo necesito la música, amo el canto, por eso no me siento como ese cantante que responde al cliché, y tengo muchos colegas que tampoco se sienten así.

Eso puede ser un efecto secundario positivo, si me lo estoy pasando bien y me hace feliz, pero no es mi objetivo. Mi objetivo es cantar tan bien como me sea posible; o mejor, tan bien como sea posible para conseguir que el público se sienta parte de la música. Creo que ese debería ser sobre todo nuestro objetivo como músicos. Si no no tiene sentido.

¿La relación con el público es importante para usted?

Es ambivalente. Hay días en los que no te sientes preparado para encontrarte con el público; por ejemplo cuando estás enfermo y en el fondo preferirías quedarte en casa y no puedes hacerlo. La otra cara es cuando tienes una de esas noches en que tus fuerzas responden, o cuando notas que tienes un público estupendo.

Mucha gente piensa que no hay ninguna dificultad en salir al escenario, pero sí la hay, sobre todo en el lied, en la ópera un poco menos. En la ópera cuentas con la cuarta pared; en una función se canta siempre para el público, naturalmente, pero no directamente, el público esta viendo una historia. Hay algunas excepciones; por ejemplo Leporello suele romper la cuarta pared y cantar realmente para el público. En el lied ocurre exactamente esto pero más extremo, porque estás continuamente ahí, ante el público; de repente te encuentras en esa situación, aislado, ante el público.

Hay algo que he descubierto en los últimos años, que me da la oportunidad de pasar a otro nivel, con lo que puedo salir al escenario y cantar activamente para el público, me refiero a dirigirme a él persona a persona; al público le sorprende a menudo, pero creo que es muy importante atraerlo así, también con la mirada. Es decir, es lo contrario de la clásica técnica que te enseñan en clase para controlar el miedo escénico, que es fijarte un punto. Pero creo incluso que cuando se pasa una fase de miedo escénico, porque eso ocurre, esta otra técnica mucho mejor; pasar al ataque, por así decirlo; desde tu vulnerabilidad, intentar que esas personas que están enfrente de ti estén contigo, crear un vínculo con ellas.

En la primera línea de su biografía pone que creció hablando tres idiomas: alemán, italiano y ladino. ¿Cómo influye en su profesión más allá de lo más evidente, su facilidad para cantar en las dos lenguas más habituales en ópera y lied?

Muchas personas no saben que existe el ladino, y para mi es importante contribuir a que más personas conozcan esta lengua; sólo somos treinta mil hablantes del ladino dolomita. Existe el romanche en Suiza, sí, y se dice que es fundamentalmente la misma lengua con un desarrollo diferente, pero la cuestión es que es suficientemente diferente para que no nos entendamos.

Me doy cuenta de que Austria, naturalmente, se conoce el tema. En Alemania un poco también, en general; sobre la situación del Tirol del Sur, sobre cómo se convirtió en parte de Italia, que un 70 % de los habitantes son de habla alemana y un 25 % de habla italiana, y que también se habla ladino. Extrañamente, en Italia hay mucha gente que lo sabe, pero también hay mucha gente que no, aunque pertenece a Italia. Por ejemplo, cuando digo que soy de Tirol del Sur me responden a menudo: "pero eso es Austria". Y me doy cuenta de que lo dicen en serio. Es extraño, pero también tiene su interés darte cuenta de que hay mucha gente que no está interesada ni en la geografía ni en las lenguas...

Por eso es importante para mi hablar sobre esto. En segundo lugar, naturalmente, por el repertorio; me abre muchas oportunidades que se considere que el alemán es mi lengua materna, lo mismo que el italiano. En realidad no lo son ninguna de las dos, no al 100 %, pero casi. Hay algo que me da un poco de pena, que no tendré la oportunidad de cantar ópera en mi lengua materna, y me pregunto como se sienten los demás cuando tienen la posibilidad de cantar en su propia lengua. En ladino sólo tenemos dos pequeñas volksoperetten, no se puede comparar con una ópera. Sí hay canción, y la canto a menudo en mis recitales, en pequeños grupos; en el Teatro de la Zarzuela canté uno como propina. Las hemos arreglado nosotros mismos, son canciones populares que en realidad son para cuatro voces, tres voces que cantan en paralelo y una línea de bajo, y las hemos arreglado para voz y piano, es relativamente sencillo y me gusta incluirlas en mis recitales.

Para acabar, ¿cuáles son sus planes a corto plazo?

Después de Capriccio viene la Schubertiade Schwarzenberg, allí cantaré los Liebeslieder-Walzer de Brahms y Schwanengesang; más tarde, en el segundo período, Winterreise y la Petite messe solennelle de Rossini, y entre medio la Schubertíada Vilabertran, también con Schwanengesang. Tengo muchos recitales de lied en verano, también en Copenhague y en Salzburgo. Luego ya en la próxima temporada, para empezar Don Giovanni en Hamburgo. Realmente Mozart es lo que más canto, cantaré también Così fan tutte en Múnich, y L'elisir d'amore. Y eso es todo, creo...