beczala real 2021 javier del real 1

Polonia, Polonia

Madrid. 01/05/21. Teatro Real. Obras de Moniuszko, Puccini, Nowowiejski y Mascagni, entre otros. Piotr Beczala, tenor. Orquesta Sinfónica de Madrid. Lukasz Borowicz, director musical.

¡Ay, Polonia, Polonia! ¡Qué noche regalada hemos disfrutado en tu nombre! Y qué suerte recordarnos, con recitales como el presentado por Piotr Beczala en el Teatro Real, que significas más que las horribles noticias de extremismos políticos que recibimos hoy en día desde tus fronteras. Sin duda, la velada que el tenor polaco ofreció el pasado día 1 en el coliseo madrileño nos recordó aquel glorioso pasado musical que muchos sabemos, que otros tantos intuímos, pero cuyo placer difícilmente podemos poner en práctica ante la poco imaginativa (o arriesgada) programación musical.

Chopin por encima de todos y con la etiqueta de mainstream, aunque también Penderecki, Lutoslawski, Gorécki o Wieniaswski pueden resultar nombres más habituales en las salas de concierto. Sin embargo, aún queda mucho por escucharse de Grazyna Bacewicz o Andrzej Panufnik, por ejemplo, dos autores brillantes. Szymanowski también resulta más habitual, sobre todo en cuanto al repertorio operístico se refiere y especialmente con su Król Roger. Y "habitual", entiéndanme, en cualquier caso no pasa de ser un mero eufemismo. En esta ocasión, Piotr Beczala nos regaló la posibilidad de adentrarnos en algunos nombres menos frecuentados de la lírica polaca, como son Feliks Nowowiejski, Wladyslaw Zelenski y Stanislaw Moniuszko, de quien el propio tenor nos hablaba en una de nuestras ediciones impresas, donde dedicábamos un artículo al compositor.

De hecho, Halka, obra que Beczala compara con acierto con la más conocida Jenufa, de Janácek, suele ser pieza habitual de sus recitales. Con su Obertura se abrió la noche, cerrándose la primera parte con su aria, Szumia jodly. En todo momento, el tenor se mostró como un artista inteligentísimo, de prodigiosa técnica, pudiéndose observar casi un "tratado" de colocación, apoyo e impostación de la voz que le hizo brillar en las páginas más puramente veristas, como en las más encendidas, o las más líricas, adaptando la voz a la necesidad de la partitura y sin resultar en ningún momento forzada. Un fraseo cincelado, quizá algún acento algo más blando y agudos siempre certeros fueron mostrados tanto en Come un bel dí di maggio, de Andrea Chénier, como en Mamma, quel vino è generoso, de Cavalleria Rusticana. Con Piotr Beczala, como con otros tantos tenores líricos, siempre queda el miedo ante la aproximación al repertorio verista, pero ante un artista inteligente, que cuida y escucha su instrumento, cantando siempre con gusto y seguridad, sólo queda quitarse el sombrero, porque todo es posible y disfrutable cuando el camino es el arte verdadero, como el derrochado por Beczala. Apunto aquí, como ejemplo, algo no muy conocido: Luciano Pavarotti, tenor lírico por excelencia, grabó antes Calaf, de Turandot, que Rodolfo, de La bohème. Y ambos con resultados excelentes.

De igual modo se mostró Beczala en las piezas polacas, con un Janek de Zelenski que pudo sonar con ciertas reminiscencias wertherianas, una bellísima aria de Halka, ya mencionada, donde el tenor desplegó lirismo y efusividad y, sobre todo, una ardorosa, arrebatada, exigente en el registro superior Leyenda del Báltico, de Nowsowiejski, sin duda de lo mejor de la noche. Espléndido, al igual que en el cierre escogido: Nessun dorma, de Turandot. Por delante, ante un público en efervescencia y puesto en pie, el tenor ofreció cuatro propinas, sublimes todas: Tosca de Puccini, Fedora de Giordano, Carmen de Bizet y una canción tradicional polaca, emitida en pianissimo. Acompañó en todo momento con solvencia y cuidado Lukasz Borowicz, al frente de la Sinfónica de Madrid.

Foto: Javier del Real.