Bros Liceu25 collage

25 años no son nada

Parece que fue ayer, el tiempo de un suspiro, que un joven tenor catalán subió improvisadamente al escenario del Gran Teatre del Liceu protagonizando un sonado y soñado debut que ha quedado en los anales del teatro y en los corazones de un público liceísta que, de manera instintiva, le adoptó como a un hijo pródigo.

Se trataba de Josep Bros, que ahora ha celebrado la efeméride del 25º aniversario de su debut con un recital, en el mismo escenario que le vio nacer, acompañado de su fiel pianista y amigo, Marco Evangelisti. No fue el cumpleaños soñado, ni mucho menos. Una importante afección vocal limitó ostensiblemente sus prestaciones, haciendo peligrar la celebración de este homenaje. A pesar de todo, las ganas, la emoción y el entusiasmo, hicieron que el tenor finalizase la velada entre el afecto, la comprensión y el reconocimiento de un público devoto.

La carrera de Josep Bros es la carrera de la honestidad en el canto y un ejemplo de cómo, con un instrumento ni especialmente bello ni especialmente amplio, se puede alcanzar un nivel de canto que le ha llevado a los mejores escenarios del mundo. 

Se inició en la mejor escuela que existe, el belcantismo puro y duro de Donizetti (autor con el que debutó en el teatro barcelonés, concretamente con el Percy, de Anna Bolena, al lado, nada más ni nada menos, que de Edita Gruberova) y Bellini. La pureza de sonido y de emisión que exigen ambos autores fue moldeando una técnica que, si bien en sus inicios se apoyaba en exceso en las resonancias nasales, fue madurando de manera natural hasta encontrar otros focos de resonancia que le permitieron una mayor expansión y, consecuentemente, mayor expresividad.

Si Gruberova, quien en seguida vio el potencial del joven tenor, le dio el empujón decisivo que le llevó a escenarios de primer nivel, no tardó mucho Josep Bros en volar por su cuenta. Un sonado debut como Nemorino, de L’elisir  d’amore, en la Ópera de Roma, culminó una trayectoria ascendente que le asentó como uno de los tenores lírico-ligeros de su generación.

A partir de ahí, Bros fue ampliando paulatinamente su repertorio hacia los papeles más líricos del repertorio verdiano y empezó a explorar el repertorio francés, que por timbre y condiciones se adaptaba bien a sus características. Unas características que siguen, a mi parecer, una determinada tradición tenoril que entronca, en el siglo XX, con la escuela de Tito Schipa y que luego tuvo continuidad con Nicola Monti, Cesare Valletti o, incluso, con otro de los grandes tenores catalanes: Eduard Giménez. Se trata de voces que tienden a un color claro, típico del tenor ligero, pero con una cierta expansión que les permite abordar caracteres típicos de lírico y que destacan, sobretodo, por una línea de canto elegante, refinadísima, que encuentra sus resortes expresivos en una acentuación impecable.

En los últimos años, Josep Bros, tras una carrera intachable, se ha permitido el lujo de ampliar su repertorio, siempre tratando de llevarlo a su terreno vocal. Es un premio que se otorga a sí mismo tras una trayectoria de éxitos, de trabajo y sacrificio. Para nosotros, el público liceísta, que lo hemos seguido desde sus inicios, el premio ha sido reconocer como propios sus éxitos. Moltes felicitats Josep!