Jesus Lopez Cobos Georges Braunschweig GMPress 

Hasta siempre, Maestro

Jesús López Cobos tenía 70 años cuando le conocí. Buscaba un argumento para hacer una película sobre música y lo encontré en él. Empezamos el rodaje en junio de 2010, durante los ensayos de la que sería su última ópera en el Real, Simon Boccanegra.

Todas las puertas se abrieron a partir de ese momento: las de los teatros, la de su casa, la de su vida. Nunca rechazó una pregunta ni se negó a la intromisión de las cámaras en su espacio. 

Como gran paseante y gran conversador, ha sido un placer trotar en su compañía por las calles de Toro, Málaga, Madrid, Viena, Berlín y Lausanne. Tenía una memoria excelente, muy bien adiestrada en sus años del Seminario, donde descubrió su vocación musical además de aprender cultura clásica. Una formación humanista que a mi parecer le llevó muy lejos en su labor como director de orquesta.

Quizás la experiencia más sabrosa que he vivido con él fue el ensayo con la JONDE (Joven Orquesta Nacional de España) de cuatro de las nueve sinfonías de Beethoven. Durante varios días se aisló con ellos en una ciudad escuela y se vampirizaron mutuamente. El Maestro les transmitió conocimientos y emociones -no sólo musicales-, y ellos le agradecieron con una energía pletórica de juventud. 

Siempre era una experiencia fantástica asistir a sus ensayos. Había heredado la forma de comunicar de su profesor Aranguren (hay que recordar que López Cobos estudió filosofía además de música), “una de esas personas que creen en lo que hacen”, decía de Aranguren. Y eso mismo le pasaba a él. Más que creer, yo diría que tenía fe en lo que hacía. Se podía sentir en cada gesto de sus manos, que a mí me hacían pensar en pájaros traviesos. Una fe infinita e inquebrantable en la música. 

Nos ha dado mucho. Sus méritos y medallas están ahí, pero lo más valioso es probablemente su constante esfuerzo por mejorar la calidad de la música en España. Nos queda la preciosa escuela de Toro, su labor al frente de la Orquesta Nacional de España en los 80, su empeño –junto a otros- para devolver al Teatro Real su verdadera condición de teatro de ópera, su lucha contra la burocracia, la ignorancia y la negligencia, su disposición permanente a colaborar con los más jóvenes. 

Me quedo con dos penas inmensas. Por supuesto, la de la pérdida. Y la pena añadida de no haber terminado a tiempo el documental. Preparábamos el estreno para esta primavera aprovechando los conciertos que tenía previstos en España. Un estreno triple: Toro, Valladolid y Madrid que debía ser un triple homenaje. No ha sido posible.

Pero por otro lado, quiero celebrar su vida. Creo que ha sido un hombre feliz, que ha disfrutado muchísimo con su trabajo, con la gente que le rodeaba, el fútbol, un vino de Toro, el paisaje, la poesía. Tenía ese don, el de saber vivir. Sin grandes gestos ni alharacas. Con sencillez y buen talante.

Quiero transcribir aquí un momento de sus ensayos con los chicos y chicas de la JONDE. Les hablaba de Beethoven:  “Él tiene un lema en su vida: “durch Leiden zu Freude”: a través del sufrimiento a la alegría. Lo que los antiguos latinos llamaban “per aspera ad astra”: a través de las dificultades, subir a las estrellas.” 

No se me ocurre mejor lema para un músico. 

Gracias, Maestro.

 

* Cristina Otero ha rodado un documental sobre Jesús López Cobos, pendiente aún de su estreno.