TeatroZarzuela 

Nocturnidad y alevosía

La maniobra parece clara: acrecentar los delirios de grandeza del Teatro Real a costa de decapitar los destinos del Teatro de la Zarzuela. Eso sí, vendiendo al gran público la idea de que todo es a mayor gloria de la lírica nacional, poniendo como ejemplo una institución, la Ópera de París, que nada tiene que ver con la realidad de la Fundación del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela, dependiente del INAEM.

Y es que el Teatro de la Zarzuela se parece más bien, si acaso, a la Opéra Comique, una institución que vela por un género propio, el que por extensión confiere al citado coliseo una personalidad singular. Eso mismo sucede con la Zarzuela, un coliseo volcado a mantener vivo el género lírico español. 

En estas mismas páginas de Platea Magazine hemos señalado los errores de la actual dirección artística del Teatro de la Zarzuela cuando ha sido preciso. Pero eso no empece para poner en valor también sus logros, como el reciente recital de Elina Garanca o el anterior de Javier Camarena, sin ir más lejos.

La actual maniobra, por cierto, ha sido destapada en unas condiciones sorprendentes, en pleno fin de semana y sin que medie comunicación oficial alguna. ¿Acaso alguien se ha ido de la lengua para denunciar lo que se estaba cuajando con nocturnidad y alevosía? ¿O se ha querido lanzar con ello un globo sonda para ver qué reacciones suscitaba la medida?

Sea como fuere, lo cierto es que urge una manifestación clara y precisa de los planes que están sobre la mesa. El Sr. Íñigo Méndez de Vigo debe ofrecer respuestas inequívocas. Y no estaría de más que Gregorio Marañón, Presidente del Teatro Real, comunicase asimismo cuál es el punto de vista de la institución que preside en torno a este escenario que parece dibujarse en el corto plazo.

Los interrogante son muchos, incluso demasiados. ¿Se pretende subsumir a ambas instituciones bajo una misma y única dirección artística? ¿En qué situación laboral quedarán los trabajadores de ambos teatros? No parece, en todo caso, que esto se vaya a reducir a que el pez grande se come al chico. Semejante maniobra tiene tras de sí la sombra de una evidente intentona por reducir costes y ajustar condiciones laborales. La precariedad -aún más- llama a las puertas de la lírica en España.