PlacidoDomingo Novak Platea

Tomar partido

Sobre las acusaciones a Plácido Domingo y la posterior polémica

Nota preliminar. El presente texto es únicamente una opinión personal de quien lo firma. No representa en ningún caso ni el sentir general del equipo de redacción de Platea Magazine ni la postura oficial del medio.

Vivimos tiempos muy complicados, en los que demasiados agresores quedan impunes ante la impotencia de las víctimas para denunciar. Pero son tiempos igualmente alarmantes por la facilidad con la que podemos arruinar la reputación pública de alguien arrojando sobre él la sombra de la duda. El affaire Plácido Domingo, que saltó ayer a la palestra, pone de manifiesto la terrible doble moral que impera en nuestros días. Hasta tal punto que estamos sustituyendo los procedimientos judiciales, quizá por su inoperancia, por sumarísimos juicios morales en la plaza pública de las redes sociales.

Como tantos de ustedes, admiro lo indecible a Plácido Domingo. Es leyenda viva de la ópera, un mito en activo, un récordman de las artes escénicas. En suma, una figura histórica y referencial para el género. Si ha obrado mal o no, deben ser los estamentos judiciales quienes lo decidan. Pero a la vista de los acontecimientos, no estamos hablando de un asunto que haya tenido o pueda tener cauce judicial. Es la palabra de unas mujeres -de las que tampoco tenemos por qué dudar- contra la palabra de Domingo, quien es y será inocente hasta que se demuestre lo contrario. 

Como bien ha apuntado en un comunicado Helga Rabl-Stadler, la Presidenta del Festival de Salzburgo, en caso de duda debe salvaguardarse la presunción de inocencia del acusado. El clásico in dubio pro reoQuienes hemos tenido la ocasión de compartir jornadas de trabajo con Plácido Domingo sabemos bien de sus formas impecables, su actitud profesional y su talante generoso y abierto. La presunción de inocencia no se está salvaguardando para el tenor madrileño, quien tampoco ha despejado todas las dudas con un comunicado oficial un tanto equivoco, donde dejaba entrever que los baremos de hoy no son los de antaño.

Plácido Domingo está viendo como su leyenda se ensombrece. Lo que nadie ha conseguido en 50 años de carrera profesional, se plantea ahora al hilo de unas denuncias al parecer contrastadas por Associated Press. Demasiadas suposiciones sobre la mesa como para concluir que Plácido Domingo debe ser condenado al ostracismo. La realidad es que ahora mismo pesan más los hechos ejemplares y las actitudes intachables del tenor madrileño que los comportamientos indebidos y sancionables. De nuevo, in dubio pro reo

Los medios, por cierto, debemos informar intentando no tomar partido. Y estaría bien que no por ello se mate al mensajero. Personalmente, y repito una vez más que no hablo en representación de la redacción de Platea Magazine ni haciendo de mi voz la voz oficial de este medio, prefiero mantener la cautela y esperar hasta que haya una resolución judicial, si es que ésta llega a producirse. Y es que nosotros, los medios, nos somos nadie para juzgarle. De las nueve denuncias, tan solo una escapa del anonimato. Anonimato que entiendo, por otro lado, por medio a represalias. Pero no es base suficiente para concluir nada, absolutamente nada. A la redacción de Platea Magazine han llegado numerosas denuncias anónimas sobre comportamientos indebidos de renombrados artistas. Y no hicimos otra cosa que ponerlo en conocimiento de la policía, que determinó cómo obrar a partir de entonces. Nunca hemos jugado a la rumorología, tan dañina como peligrosa.

En suma, se nos exige a los medios tomar partido, cuando nuestra labor es justamente la opuesta. No podemos ni debemos tomar partido. La información es el partido. Y mientras tanto, in dubio pro reo.