Beczala Radvanovsky Liceu20 Bofill

Compartir las emociones

El Liceu reabre sus puertas con un recital histórico a cargo de Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala

Barcelona. 27/09/2020. Gran Teatre del Liceu. Obras de Verdi, Puccini, Giordano, Mascagni y otros. Sondra Radvanovsky, soprano. Piotr Beczala, tenor. Camillo Radicke, piano.  

 

A veces se nos olvida por qué vamos al teatro. Más allá del hecho social que constituye, de indudable relevancia, el teatro es el lugar al que acudimos no ya solo para emocionarnos sino para algo todavía más importante: compartir las emociones con los demás, incluso con aquellos a quienes no conocemos pero con quienes tenemos la certeza de compartir una misma sensibilidad. 

La velada de anoche en el Liceu pasará a los anales del teatro como una de las más emocionantes e intensas de su historia reciente. Compartían el escenario dos cantantes bien queridos en la casa, como la soprano Sondra Radvanovsky y el tenor Piotr Beczala, a quienes se recibió con una cerrada y extensa ovación nada más aparecer en escena. Era imposible no emocionarse anoche en Liceu.

Ambos intérpretes representan lo mejor de esta profesión, dicho sea de paso. Dos solistas íntegros, competentes, elegantes, colegas ejemplares, de los que hacen fluir la intensidad y redoblan la química del espectáculo con su compenetración. Ayer estuvieron superlativos, excelsos. Los dúos de Andrea Chénier y de Un ballo in maschera dieron probada muestra de su entendimiento.

Radvanovsky Liceu20 Bofill

No me podré olvidar jamás de lo que hizo anoche Sondra Radvanovsky, durante toda la velada, pero singularmente en dos instantes. Es como si me hubieran tatuado en el cerebro su primer ataque en pianissimo del ‘Pace, pace mi Dio’ de La forza del destino. No me lo puedo quitar de la cabeza. Fue un detonante, mi magdalena de Proust anoche. Fue escuchar la voz de Sondra y romperme por dentro. Inenarrable la sensación, tantos meses después. Un escalofrío, de pies a cabeza, los ojos encharcados. La noche estuvo cuajada de instantes asombrosos en la voz de Radvanovsky, manejada a placer, como si no tuviera límites. Pero nada como su ‘Vissi d´arte’ de Tosca, con esa messa di voce estratosférica tras coronar el aria en ‘perché signor’. Qué delirio. El teatro estaba perplejo.

Piotr Beczala no anduvo a la zaga, con un instrumento en plenitud: grande, homogéneo y firme. Cantó con aplomo y seguridad admirables, con incursiones en un repertorio cada vez más pesado, en territorio verista, con piezas como Cavalleria rusticana o Andrea Chénier, un rol que me atrevo a presagiar que le puede dar grandes alegrías al tenor polaco. Beczala es un cantante de suma elegancia, dueño de una voz grata y bella. Canta con pasión y entrega pero siempre atento al texto, buscando la inflexión poética. Su actuación de anoche fue ejemplar de principio a fin. Sin duda el polaco está en su mejor momento. Y no en vano protagoniza la portada de Platea Magazine este mes de septiembre.

Beczala Liceu20 Bofill

Es de justicia poner en valor el excelente acompañamiento al piano de Camillo Radicke, un hombre más bregado en el terreno del lied, pero sumamente sensible en su hacer con las voces. Quizá en algunos momentos se echó de menos un mayor brío, pero a cambio hubo instantes de una belleza arrebatadora, como la introducción en ‘E lucevan le stelle’. Era palpable su compenetración con los solistas, a quienes se escuchó cómodos con su respaldo en el piano. 

Como broche, una ristra brillante de propinas, prácticamente una tercera mitad incorporada al recital, con cuatro arias y un dúo. Radvanovsky volvió a epatar con la canción de la luna de Rusalka y con ‘Io son l´umile ancella’ de Adriana Lecouvreur. Canela fina su voz en ambas páginas. Beczala hizo lo propio con un fragmento de Halka del compositor polaco Moniuszko y con 'Pourquoi me réveiller' de Werther. Para finalizar, una divertida y emotiva recreación del ‘Lippen schweigen’ de La viuda alegre de Lehár. 

Una noche memorable, verdaderamente histórica.