Boheme LasPalmas20 1

 

La bohemia como paréntesis

Las Palmas de Gran Canaria. 26/11/2020. Auditorio Alfredo Kraus. Lianna Haroutounian (Mimí). Bryan Hymel (Rodolfo). Massimo Cavalletti (Marcello). Nadine Sierra (Musetta). Pablo Ruíz (Schaunard). Isaac Galán (Alcindoro/Benoit). Gabriel Álvarez (Parpignol). Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Coro de Amigos Canarios de la Ópera. Carlo Antonio de Lucia, dir. de escena. Karel Mark Chichon, dir. musical.

 

Tras las funciones de La traviata, también reseñadas aquí por Javier del Olivo, tuvimos ocasión esta semana de regresar a Las Palmas gracias al compromiso del Patronato de Turismo de Gran Canaria con la proyección cultural de la isla. La actividad de ACO (Amigos Canarios de la Ópera) se ha trasladado este año al Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, con las consiguientes limitaciones, al no tratarse de un teatro al uso, con foso y caja escénica. La solución para poner en pie el título ha pasado así por una plantilla orquestal más reducida, algunos cortes en la partitura y una propuesta escénica de circunstancias. 

En mitad del vendaval que sacude estos días a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, con su director Karel Mark Chichon en el ojo del huracán, lo cierto es que la formación isleña exhibió su habitual solvencia, sin arrebatar, pero con un sónido bien empastado. Chichon dirigía su primera Bohème y más allá de algunos tempi un tanto discutibles -sobre todo el arranque de los dos primeros actos, un tanto atropellados-, supo acompañar a las voces con buena mano y subrayó -a veces en demasía- los pasajes más líricos y arrebatados de la partitura.

Lo cierto es que en el citado y convulso panorama, que tiene por cierto muy difícil resolución, volver a sentir el espíritu de la bohemia fue lo más parecido a un paréntesis, olvidando durante hora y media todo lo que sucedía ahí fuera, pandemia incluida. Me congratuló especialmente volver a escuchar al tenor norteamericano Bryan Hymel, quien ya antes de la pandemia venía atravesando meses de irregular actividad, manifestando los síntomas de una crisis vocal que amenazaba incluso la continuidad misma de su actividad en los escenarios. Hymel es dueño, todavía hoy, de una voz importantísima de tenor: grande, timbrada, brillante, de agudo descollante. La emisón no siempre es lo limpia que debiera y lo cierto es que Hymel canta con todo, con una generosidad un tanto desmedida que a buen seguro le ha pasado y le pasará factura. Es una gloria escuchar a un tenor así cantando frases a pleno pulmón, pero era inevitable percibir una sensación constante de sobreesfuerzo en su garganta. Ojalá Hymel vuelva a sentirse seguro y cómodo con su instrumento -le recuerdo noches increíbles, con Les Troyens en Londres, en 2012; o con Guillaume Tell en Múnich, en 2014-. Desde luego, lo tiene todo para ser uno de los tenores más destacados de su generación.

Boheme LasPalmas20 2

Me sorprendió muy gratamente la soprano Lianna Haroutounian, en la parte de Mimí. Voz dulce y dúctil, en evidente madurez, sonó siempre redonda y homogénea, ahondando en sonoridades cálidas y con una intensidad dramática francamente apreciable. Sonó impecable durante toda la velada, con especial relieve en el tercer acto. Su instrumento se identifica de manera raramente natural con el melodrama pucciniano. Completando el elenco, sonó ejemplar Massimo Cavalletti como Marcello, lo mismo que el excelente Colline de Rubén Amoretti. Y fue todo un lujo contar con Nadine Sierra para la parte de Musetta. Lo suyo fue un derroche de medios y carisma, apoderándose del escenario nada más pisarlo. También convenció de principio a fin el Schaunard de Pablo Ruíz. Y sorprendió la desenvoltura de Isaac Galán en su doble cometido como Alcindoro y Benoit.

La propuesta de Carlo Antonio de Lucía, procedente de Trieste -donde en realidad no llegó a estrenarse a causa de la pandemia-, se antojó insuficiente, aunque las circunstancias son las que son y seguramente no cabe pedir mucho más. Puede hablarse de un trabajo vistoso aunque bastante superficial. Una Bohème sumamente convencional, en cualquiera de los casos, bastante intrascendente desde un punto de vista dramático, que confiaba toda la fuerza del espectáculo al buen hacer de los solistas. 

Lo importante, en cualquier caso, es que los teatros españoles siguen siendo una luz que resiste a apagarse en mtiad de esta pandemia. Y es que no sólo el Teatro Real puja por mantener su actividad desde el pasado verano. También el Teatro de la Zarzuela, en Madrid, o el Palau de Les Arts en Valencia, han demostrado arrojo y determinación, lo mismo que en este caso la temporada lírica de ACO en Las Palmas o los vecinos de Ópera de Tenerife, que estos mismos días escenificaban Lucrezia Borgia

Boheme LasPalmas20 3

 

Fotos: Nacho González Oramas/ ACO 2020