La Jonde 18 01 2021 13 1

Paráfrasis del color (III)

Madrid. 18/01/21. Auditorio Nacional. Obras de Moliner, García-Tomás y Brahms. Joven Orquesta Nacional de España. Lucas Macías, dirección.

Que el color, si no lo es todo, es mucho también en la música, es evidente. De hecho, no es la primera vez que centro una de mis críticas en ello e incluso me he permitido recuperar el título de alguno de mis escritos anteriores. Me es inevitable, ante la vertebración sobre el mismo de las obras escuchadas el pasado día 18 con la Joven Orquesta Nacional de España. Tampoco vayan a creer que el color es fundamento de toda música y, por otro lado, de muchos textos. Creo recordar que sólo en dos ocasiones anteriores su empleo, su búsqueda, su juego, su plasmación me llamó tan poderosamente la atención como ahora. Una de ellas en conversación con Mitsuko Uchida, otra escuchando el Debussy de Bernard Haitink.

Se presentaba pues la JONDE, con Lucas Macías al frente, en el Auditorio Nacional de Madrid. En el programa, dos estrenos y la Segunda sinfonía de Brahms. Este último, siempre enclaustrado en coordenadas de colores tan cálidos como fríos, valga la antítesis. Anaranjados, cobrizos... la amarga añoranza, ya saben. Tres veces otoño ante su música. Una postal sonora que fue erigida por una batuta atenta al detalle por secciones, lírica siempre que le era posible y, a fuerza de juventud en los atriles, siempre intensa. Faltó, quizá también a fuerza de esa pubescencia, mayor hondura en el mensaje y un fraseo más homogeneo. En cualquier caso, un Brahms válido en todo momento, vigoroso, que jugó bien el equilibrio entre el drama y lo bucólico, en un magnífico puente entre el concepto "pastoral" de Beethoven y el mahleriano.

Antes, en la primera parte de la noche, dos (casi) estrenos. Dos obras de dos jóvenes creadores españoles, encargos de la JONDE, muy diferentes entre sí. Con agrupaciones no especialmente grandes, no sé si a causa del coronavirus y las distancias de seguridad necesarias entre atriles, consiguieron sendas obras crear particulares mundos sonoros, atractivos y atrayentes. Alumno de Jörg Widmann, sin duda uno de los autores más relevantes de la nueva creación internacional, en el Sein... su... Mein Logos de David Moliner preponderó la búsqueda tímbrica y al posicionamiento de su propia figura como epicentro. Con hasta cinco agrupaciones percusivas diferenciadas y repartidas por el escenario, este Concierto para orquesta del castellonense impregna de su razón de ser a cada uno de los diferentes instrumentos que se reunen en torno a la percusión, incluida la voz (quizá demasiado invasiva por momentos). Teniendo al propio compositor como solista principal e indicando algunas entradas por sí mismo al resto de percusionistas (magníficos los tres, especialmente el timbalero, quien repitió en el brahms) la apuesta se volvía difusa por momentos, solapándose, por otro lado, con la labor del director.

La nueva obra de Raquel García Tomás, última Premio Nacional de Música, recreó sutiles, hipnóticas atmósferas. Su Sonic Canvas se eleva en tonos pastel, que servidor terminó imaginando diluidos, en una apuesta videográfica que la obra parece pedir. Su trabajo con el color es tan sutil y tan acertado al mismo tiempo (muy relevante la participación de arpa y piano), que no vislumbrarlos sobre un lienzo gigante es un imposible. Por ello, además de por su inmediata conexión con el público, su música es un completo acierto. Cargada de fluida narrativa, García Tomás, su presencia en la música actual y al menos en cuanto a este Sonic Canvas se refiere, pareciera surgida de una nueva Nouvelle vague. Un sello partícular que pareciera obra del Tamaris formado por Jacques Demy y Agnès Varda. Tal es su trabajo con el color, con la superposición de planos sonoros, que son al mismo tiempo altamente visuales en su hacer. Pensabe al escuchar la obra en Debussy y al mismo tiempo en la espiral sonora de Hermann (quien supo poner color al blanco y negro de Vértigo)... acabando en el lugar común del sinestésico Skriabin, cualidad que comparte con la compositora catalana. Para un sinestésico, obviamente escuchar el color no es una opción, sino que es algo que sucede sin remedio, pero pocas veces, por no decir ninguna, he escuchado tan bien los colores en una nueva obra, sin yo serlo.  

Foto: JONDE.