Elisir Oviedo reparto joven 

Además de los artistas anteriormente mencionados, y al hilo del “reparto joven” que la Ópera de Oviedo acostumbra a programar con alguno de los títulos de su temporada, debemos hablar también de cantantes como Sara Blanch, Pablo García López, Michael Borth y Pablo López, que dieron vida nuevamente a los personajes protagónicos de la trama.

La primera, Sara Blanch, se confirmó una buena opción para abordar la parte de un personaje como Adina. Aunque su inicio no fue excepcional, lastrado por una lectura un tanto calante de Chiedi all’aura lusinghiera, sus medios de lírico ligera fueron ganando en seguridad a medida que avanzaba la obra, adaptándose muy bien a partes como el dúo con Dulcamara en el segundo acto o el aria “Prendi, per me sei libero” que canta a Nemorino al final de ese mismo acto. En estos momentos, la voz de la soprano sonó limpia y bien colocada, dejando entrever un material de gran interés, tanto por su flexibilidad como por un timbre, carnoso y reconfortante. Así las cosas, a la caída del telón no nos vamos con la sensación de haber visto una Adina descollante, pero sí con la de haber escuchado a una cantante de interés cuyo nombre, sin duda, irá ganando presencia en el panorama lírico internacional.

El trabajo de Pablo García López como Nemorino fue ciertamente meritorio, más aun atendiendo al escaso par de días que tuvo el tenor para adaptarse a una producción a la que entró como sustituto de Marc Sala, quien finalmente se vio obligado a cancelar su actuación por motivos de salud. López cantó su parte con gusto e intencionalidad, siendo capaz de emocionar en la archiconocida “Una furtiva lacrima” donde hizo gala de una capacidad de matización envidiable. Cabe reprochársele, eso sí, una proyección un tanto escasa, herencia de unos medios no especialmente privilegiados. En todo caso, López es –igualmente- un artista al que conviene no perder de vista.

Haciendo gala de unos recursos vocales ciertamente limitados en extensión, volumen e incluso fiato, se presentó el Dulcamara de Pablo López en su cavatina “Udite, udite o rustici!” donde, sin embargo, supo suplir sus carencias con una presencia escénica envidiable. Mucho mejor fueron sus intervenciones tras el descanso, donde llegó a firmar una interpretación vocalmente solvente y de comicidad innegable.

Cerrando el reparto joven, convenció mucho el Belcore de Michael Borth quien abordó su personaje con entidad vocal, ilusión y muchas tablas. Sin duda, la presencia de Borth ejemplificó, junto a la de Blanch y García López, eso que la Ópera de Oviedo llama reparto joven: un cartel constituido por jóvenes de carrera aún incipiente pero innegables dosis de talento.